"Nos aproximamos de forma perversa al bienestar"
Irene Pujadas plantea un viaje hacia dentro del cuerpo para saber de dónde sale la desazón existencial de la protagonista de 'La intrusa'


BarcelonaA Diana se le empieza a acabar la juventud, y quizás porque su vida está estancada desde hace años empieza a sufrir un malestar inconcreto que amigos y conocidos no tardan en señalar. "La veo un poco como una inconsciente, y además es torpe y enjabonadora", asegura Irene Pujadas (Sant Just Desvern, 1990), que con La intrusa (L'Otra, 2025) se estrena como novelista, cinco años después de debutar con la recopilación de cuentos Los desperfectos, premio Documenta 2020, compartido con Los caparazones, de Laia Viñas. Descrita también como "la reina de las bobas y las luminarias" y "la capitana de los tírate-te-vas", Diana se deja aconsejar por unos tíos de Mollerussa y emprende un viaje hacia su interior ayudada por la sustancia que contiene "un cáliz hecho para tener revelaciones".
"Hace muchos años que tuve la idea de que la protagonista se exploraría a sí misma a través de un viaje –comenta–. Intuía que durante el trayecto hacia su interior se iría encontrando geografías y personajes muy diferentes, aunque no sabía exactamente qué pasaría". Consciente de que el cuerpo humano "contiene multitudes" –precisa que hay "tantas células humanas como bacterianas"–, la autora fue dando vueltas al proyecto mientras terminaba el libro anterior. De hecho, el último de los cuentos deLos desperfectos lo anunciaba incluso. "Quizá fui un poco temeraria, pero el daño ya estaba hecho", añade. Fue durante una beca Montserrat Roig en el monasterio de Pedralbes que La intrusa empezó a tomar forma. "Recuerdo que me dejaron una sala entera para trabajar, con una mesa enorme –dice–. Compré papel de regalo blanco para cubrir toda la superficie en la que trabajaría, y allí fui anotando territorios que podía explorar". Ésta fue la semilla de las salas donde se encuentra la Maquinaria de Procesamiento –y la Gran Batidora–, la región ósea recorrida por la columna vertebral y los excesos de El País de No Terminar Nunca.
Persiguiendo "el núcleo de todo ello" le acompaña Fidel: "Es un trabajador laboralmente explotadísimo que vigila que Diana no tome daño". Pujadas reconoce que, inspirada por clásicos de la literatura del absurdo como Samuel Beckett, Pere Calders, Franz Kafka y Dino Buzzati, rehuyó "escribir un viaje transformador". "La idea del juego literario me gusta muchísimo y me pone de buen humor –afirma–. Me gusta disfrazar las ideas: en una novela es más importante la búsqueda que la tesis". Aún así ha trabajado pensando que "nos obsesiona un poco demasiado saber qué nos hace especiales". Ante esta "cultura del yo esencialista", que nos dice "que todo lo podemos solucionar dentro de nosotros, una aproximación perversa al bienestar", la autora de La intrusa explora el conocido "conócete a ti mismo" del oráculo de Delfos en el sentido primigenio: "En vez de basarse en que nos hace diferentes, proponía conocerse en un sentido más colectivo. De dónde ¿somos?, ¿de qué familia venimos?, ¿cómo es nuestro entorno?