"Muchos hombres de mi generación descubrieron el sexo yendo de putas con mi padre"

BarcelonaGerard Quintana empezó a escribir La pureza del engaño (Columna, 2024), sin saberlo, hace más de tres décadas, cuando conoció al joven poeta cubano Antoine López León. "Antoine había llegado a Girona en 1992 y en cinco o seis meses revolucionó la ciudad –recuerda–. Era brillante, dinámico y potente, deslumbraba a todo el mundo". El cantante y novelista todavía tiene presentes sus recitales en la sala La Planeta. "Con los Sopa de Cabra colaboramos con él en varias ocasiones. De hecho, terminamos siendo la cortinilla de sus actuaciones". López León era, en teoría, uno de los muchos artistas e intelectuales que había tomado la decisión de huir del régimen de Fidel Castro a principios de los 90. "Antoine empezó a asumir proyectos más ambiciosos, como la creación de un monólogo –hace memoria Quintana–. Cuando estaba a punto de estrenarlo y convertirse en un fenómeno enorme, apareció en Girona un señor algo mayor que él y explicó que era el verdadero Antoine”.

El poeta que hasta entonces había maravillado a todo el mundo lo había hecho gracias a la mentira. "La última noticia que tuve fue al día siguiente de saberse la verdad: encontré sus zapatos frente a la puerta de casa", explica. Desde entonces, Quintana ha ido grabando discos –tanto con Sopa de Cabra como en solitario– y ha escrito también dos novelas, Entre el cielo y la tierra (2019) y El hombre que vivió dos veces (2021). Durante todo ese tiempo, en un rincón del cerebro, ha tenido la historia del amigo desaparecido. "Hasta la llegada de Antoine, Girona había sido una ciudad de curas y militares. El único lugar donde parecía que pasaran cosas era Barcelona. Cuando se descubrió que nos había mentido, Girona se sintió defraudada. Yo, al mismo tiempo, me sentía orgulloso de él". Treinta y dos años después, Quintana aún se siente "atraído por la mentira tan perfecta, pura y legítima" de Antoine, "un chico que necesitaba salir de la cárcel en la que se había convertido su vida".

Miseria, sexo y represión

Éste es el trasfondo real a partir del cual Gerard Quintana ha levantado La pureza del engaño, que arranca con un viaje a Cuba de un director de cine, Claudi Careta, y la chica que le acompaña, Lena, musa de las películas del cineasta y algo más. "Un padre ausente merece una hija indecente", dice Lena a Claudi cuando todavía están en el avión. En ese viaje descubren la cara más oscura del régimen cubano: la miseria, el turismo sexual, las drogas y la represión. "Claudi es un voyeur y ella una exhibicionista –adelanta–. La novela se adentra en la tragedia de ambos". La pureza del engaño es la novela de Quintana en la que el sexo tiene una presencia más destacada y también las sombras de los personajes. "Actualmente, hay muchas novelas ejemplares, en las que los protagonistas sirven de guía al lector. Yo he querido elegir uno que no es ejemplar en nada". El autor adelanta que uno de los temas que más ha explorado literariamente es "dinamitar a la familia". "A Entre el cielo y la tierra había dos hermanos que acababan siendo pareja –recuerda–. En El hombre que vivió dos veces, el protagonista soñaba que se encamaba con la madre. En La pureza del engaño el incesto también tiene un papel".

Otro aspecto esencial en la novela es la educación sexual defectuosa de buena parte de los hombres. "Muchos hombres de mi generación descubrieron el sexo yendo de putas con el padre. Ahora eso ya no ocurre, por suerte, pero hay otros problemas. Lo primero que ven muchos niños de diez años son vídeos porno de bukkakes". Aunque no llegó al sexo a través de la prostitución, Quintana recuerda sus primeras experiencias como "decepcionantes". "Era más fácil coger complejos que desinhibirte. Cuando logré superar la torpeza inicial empecé a vivirlo con normalidad. Aún aprendemos por separado el sexo y el amor, es un gran problema. El día que consigamos que avancen juntos el mundo será mejor".