A pie de página

La ilustradora que quería vencer a su hermana

Una ilustración del libro de Beatrice Alemagna 'Un gran día de nada'
03/11/2025
3 min

BarcelonaCuando era pequeña, la ilustradora italiana Beatrice Alemagna competía con su hermana por ver quién hacía el dibujo más bonito. Esta forma de concurso fraternal era iniciativa de su padre, que años más tarde reconoció que quizás no había sido su mejor idea. Aunque, efectivamente, pueda parecer un planteamiento cuestionable, también es verdad que fue una especie de semilla de la carrera de su hija Beatrice. Cuando ésta tenía ocho años, la familia fue a París. Mi padre eligió la Torre Eiffel: quien hiciera el mejor dibujo, se llevaría una muñeca Corolle, que me imagino como una especie de Nancy de mi época. Alemagna quería ganar, y miró la torre con gran atención. Por la noche, su padre dictaminó que la muñeca era para su hermana, y ella lloró con desesperación. Sin embargo, en ese momento se prometió que un día dibujaría una Torre Eiffel preciosa y la publicaría en un libro. No sólo lo cumplió, sino que hoy es una de las ilustradoras más reconocidas y admiradas de todo el mundo, que en catalán puede encontrar publicada, sobre todo, por Combel y A Buen Paso.

Una prueba de su éxito es la velocidad con la que se agotaron las entradas para verla en Kosmopolis. La presentó otra ilustradora italiana, Anna Castagnoli, que estuvo espléndida en su papel. Empezó explicando cómo se había fijado en la obra de Alemagna, hace ya 25 años: "Era todo lo contrario de lo que nos habían enseñado: «Ponga a los personajes de cara, que veamos bien sus sentimientos»: los de Beatrice estaban de espaldas; «Háganles los guapos y que queden claro lo que sienten». Beatrice tienen emociones complejas, no sabes si están tristes o melancólicos, son de gran finura".

Confiar en los niños

También explicó que siempre hace una especie de secundarios, que no sabes quiénes son, ni cómo son, alejados de los estereotipos. "Tiene una expresividad que ha marcado la historia de la ilustración". Enseguida, Alemagna explicó que esto tiene que ver con la relación que ha establecido con los niños. Cita al grandísimo Gianni Rodari, que decía que él se dirigía a él sin bajar a su altura, sino poniéndolos bien arriba. Dice que esta forma de hacer la iluminó, y que desde entonces siempre se ha dirigido a ellos como criaturas abiertas en el mundo, que viven sin barreras. "De las primeras cosas que tuve claras es que quería hablar como personas, seres, entidades, no como seres pequeños", dijo. No les pone las cosas fáciles, porque no es necesario: confía en ello.

Por eso, como le dice Castagnoli, en sus libros se acerca a la fealdad, al asco, al miedo o al hecho de ser malo. Incluso a temas como la depresión. Alemagna explica que un editor americano le censuró un dibujo que iba en ese sentido, y ella no lo entendió: "Para mí es importante que un niño pueda experimentar ese tipo de sentimientos antes de vivirlos en la vida. El primer lugar donde sentir miedo, o angustia, puede ser un libro, es un momento muy protegido. Por entonces pueden ir más allá, entender y". ¡Os explicaría tantas cosas más de esa conversación! La vertiente dramática a la hora de crear que le dejaron los concursos familiares, y que a veces la hacen llegar a la mesa estirándose el pelo, porque no le sale un personaje. O la forma en que observa a la gente. O, también, cómo explica que la literatura para niños no es literatura para niños, sino literatura. Punto. El artículo se hace corto para hablar de la grandísima Beatrice Alemagna. Esté atentos al CCCB, y correo a ver el vídeo cuando lo cuelguen.

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