Literatura

El laboratorio inteligente y desenfadado de Vicenç Pagès Jordà

En muchas de las páginas de los cuentos de 'En primera persona' se respira un aire de facecia sofisticada

VICENÇ PAGÈS JORDÀ: “En Catalunya no hubo Movida porque ni siquiera conocíamos bien nuestra lengua”
3 min
  • Vicenç Pagès Jordà
  • Editorial Empúries
  • 200 páginas / 18,50 euros

La mayoría de cuentos deEn primera persona fueron publicados originariamente en periódicos y revistas. Es una información que nada nos dice sobre la calidad de las treinta y seis piezas que conforman el volumen, pero quizás sí que nos dice algo sobre su intención y su naturaleza de fondo. Aunque Vicenç Pagès Jordà (1963-2022) siempre escribía con la misma meticulosidad, el mismo rigor y el mismo sentido de la aventura formal e intelectual –esto vale tanto para sus cuentos y novelas como para las reseñas literarias que publicaba en prensa –, los textos de este libro póstumo asumen más abiertamente su condición de laboratorio desenfadado –de tentativa exploradora, de probatura juguetona que no pasa nada si no acaba dando un resultado completamente redondo o culminante– que sus obras más ambiciosas y personales. ¿Quiero decir con esto que estos cuentos son impersonales? No: quiero decir que, si bien son puro Pagès Jordà (por temas, por estilo, por mirada, por tono, por variedad), lo son de una forma más deliberadamente ligera y relajada.

Un sofisticado aire de facecia: esto es lo que se respira en muchas de las páginas de este libro. Por ejemplo, en todas las historias que giran en torno a la relación entre el autor (o mejor dicho un personaje escritor que es y no es el escritor VPJ) y sus lectores. Incluso en El caso de la sexagenaria psicópata, protagonizado por la clásica figura de la lectora invasiva e inquietante, o en La mujer del cartero, que habla de un tema tan espinoso como es la violencia contra las mujeres, se nota que VPJ juega. Esto no quiere decir que sea frívolo, o que el resultado sea banal: VPJ sabe que la única forma buena de jugar es jugar en serio. El tono y la mirada de estos cuentos –también los del titulado Marcianos– son muy elocuentes: son un tono y una mirada empapados de perplejidad lúdica.

Un creador versátil, heterogéneo y personal

Una cierta ligereza festiva y amable es evidente y casi implícitamente celebrada en el cuento Un minueto en el pabellón alemán. Se explica un flirteo entre una agente literaria mexicana y un estudiante estadounidense, que es interferido o tropezado por las intromisiones de un escritor español poco oportuno. El final del cuento es de una gracilidad de bailarina. También facecioso, incluso un puntito gamberro, es Cédez le pasage, la crónica de un viaje para asistir a un encuentro literario en el País Vasco por el que desfilan escritores y editores catalanes (Joan Daniel Bezsonoff, Pep Coll, Imma Monsó, Isidor Cónsul...) con sus hábitos y sus manías. También con irreverencia y soltura –y con la seguridad de quien domina totalmente el oficio– VPJ hace relecturas y mezclas y reinterpretaciones de obras ajenas: el famoso microcuento jurásico de Monterroso, la fábula de la cigarra y la hormiga, las películas Los doce del patíbulo y Doce hombres sin piedad... Vale la pena destacar la gracia descarada con la que ata dos obras tan distintas como son la novela Viaje al centro de la Tierra de Julio Verne y la película Stromboli de Roberto Rossellini.

Como siempre ocurre con la literatura de Pagès Jordà, la variedad de formatos –estructuras, géneros– es enorme. Estos cuentos incluyen crónicas, listas, cartas, parodias, análisis, discursos académicos, narraciones ficticias puras (un mal adjetivo, lo sé), relatos de recuerdos, toques de misterio, ritmos de comedia... También la paleta de tonos y de miradas es amplia, desde la minuciosidad obsesiva y casi angustiosa de El analista hasta la majestuosidad ridícula, a la vez épica e irónica, de El Artista. Haga lo que haga, en cualquier caso, VPJ sabe poner siempre su marca: es lo que distingue al creador versátil, de obra heterogénea pero personal, del creador mimético y epigonal, de obra impersonalmente ecléctica.

El libro, menor en el conjunto de la bibliografía de VPJ, tiene también piezas memorables: En primera persona, Estimado feto, Cartas desde el Pirineo y Asuntos del corazón. Son los cuatro cuentos en los que la inteligencia analítica, la prosa precisa e imaginativa, y el humanismo irónico de VPJ se fusionan mejor y más brillan.

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