La lealtad y la memoria que dan sentido a la vida
El estadounidense Denis Johnson deja de ser inédito en catalán gracias a la publicación de la desconcertante y adictiva 'Sueños de trenes'
- Denis Johnson
- La Segunda Periferia
- Trad. Ariadna Pozos
- 144 páginas / 17,90 euros
La estructura es, con diferencia, lo que más llama la atención de la novela breve Sueños de trenes, escrita por el narrador, poeta y dramaturgo estadounidense Denis Johnson (1949–2017). Es tan imprevisible en su ordenación cronológica, tan aparentemente arbitraria, que desconcierta y al mismo tiempo atrapa. Cuando digo que la estructura es arbitraria quiero decir que, tal y como está hecho el montaje global de la historia, ciertas escenas o informaciones que aparecen en un principio podrían aparecer más hacia el tramo final o por la mitad –y viceversa: ciertas escenas o informaciones que aparecen hacia el final podrían aparecer antes– y nada sustancial cambiaría en cuanto a la textura expresiva de la novela oa su sentido último. Es una estructura, en cualquier caso, que quizás genera algo de confusión, pero que no es caótica. El autor la utiliza –la palabra "sueños" del título es un aviso– para reforzar la dimensión de realidad un punto onírica de lo que nos está contando.
Narrada en tercera persona y focalizada en todo momento en su protagonista, Sueños de trenes es, pura y simplemente, la historia de la vida de un hombre. Con esto quiero decir que, al terminar de leer la novela, sabremos cuándo y en qué circunstancias nació (a finales del siglo XIX) y cuándo y cómo murió (solo, en 1968), y de qué hizo trabajo (primero talando árboles y construyendo ferrocarriles, después de arriero), y con quien estuvo casado y cuántos hijos tuvo (la mujer se llamaba Gladys, su única hija se llamaba Kate), y qué episodios vitales le quedaron grabados en la memoria (desde los más espantosos hasta los más poéticos y extraños), y qué heridas arrastró, y cómo vivió la soledad y cómo se relacionó con la gente con la que se fue encontrando... Resumido así, todo puede sonar tópicamente familiar o incluso vulgarísimo, pero la forma en que se nos exponen estas informaciones –la estructura troceada y desordenada– y el tono con el que todo está contado, panorámico e íntimo, épico y humilde, hace que nada sea ni tópico ni vulgar.
¿Un estadounidense 'cualquiera'?
El hombre en cuestión, el protagonista, es Robert Grainier, un estadounidense cualquiera (aunque si hay una lección que nos enseña la literatura, y Denis Johnson lo tiene claro, es que, visto de cerca, nadie es cualquiera ) a quien la dureza y la desgracia le marcan la biografía y le hacen ser como es. Digo un estadounidense cualquiera y no un hombre cualquiera porque las páginas de Sueños de trenes están llenas de ecos de muchas obras y muchos autores que han definido literariamente la identidad norteamericana: los trascendentalistas, Thoreau, Mark Twain, Jack London, John Steinbeck, Ernest Hemingway...
Dos son los episodios determinantes en la vida de Robert Grainier. El primero fue su casi participación, de joven, en el linchamiento de un chino al que acusaban de haber cometido un robo. Es la escena con la que comienza la novela, y su complicidad por gregarismo en la comisión de aquel casi crimen hace que Grainier tome conciencia, o intuya, que la vida no tiene mucho sentido y que nunca nada de lo que ocurre es del todo comprensible. El segundo episodio es la muerte de su esposa y de su hija pequeña en un gran incendio, unas muertes por las que Grainier hará el luto hasta el final de sus días. Son muy emocionantes los pasajes en los que se nos explica la lealtad que Grainier muestra por el valle donde vivía en una cabaña con su familia, una cabaña que él reconstruye después del incendio y donde, solitario, sufrido y conforme, instala a vivir, a pesar de que la civilización pasa lejos y que allí sólo tiene la compañía de lobos y árboles. No se explicita, porque en los sueños las lecciones nunca son explícitas, pero parece que Denis Johnson viene a decirnos que lo único que tiene sentido en esta vida es ser leal a los lugares donde hemos estado bien y al recuerdo de las personas con las que hemos sido felices.