Literatura

La multitudinaria vida de Pere Portabella

'Impugnar las normas' reúne a una amplia selección de textos para conocer a fondo la trayectoria y el compromiso del cineasta, activista y exsenador

2 min
Pere Portabella, cineasta total
  • Pedro Portabella
  • Galaxia Gutenberg
  • 608 páginas / 34 euros

En su última reencarnación, Bob Dylan incluye una pieza inspirada en los famosos versos de Walt Whitman: “Y contain multitudes”. La descripción encajaría para Pedro Portabella (Figueres 1927), que a lo largo de su trayectoria ha combinado exitosamente –o al menos con suficiente eco– intereses, etapas y vínculos muy diversos. Esta multiplicidad de vidas ha ido en paralelo con una clara preocupación por reflexionar y preservar los distintos legados acumulados. Gracias a esta previsión ya la complicidad con el crítico y cineasta Esteve Riambau, responsable de la edición y el prólogo, surge un retrato en el que los textos del propio biografiado sirven para ilustrar los tres grandes cortes temáticos y cronológicos en los que se organiza Impugnar las normas.

Simplificando esta vida casi centenaria, podríamos decir que Cataluña –y España– afuera, Portabella es sobre todo (re)conocido por su filmografía. Aunque se estrenó como productor con una tríada difícilmente superable (El cochecito de Marco Ferreri y Los golfos de Carlos Saura –ambas en 1959– y Viridiana de Luis Buñuel en 1961 y Palma de Oro en Cannes), enseguida se puso detrás de las cámaras. En su filmografía, desde No cuente con los dedos (1969) hasta Informe General II (2015), destacan dos constantes. En primer lugar, encontramos una "búsqueda de un lenguaje para una propuesta imaginativa que conecte con nuestra realidad y convertirla en un espectáculo". En segundo lugar, una dimensión creadora siempre abierta a la confluencia de tradiciones y experimentación, ya la colaboración con gente de aquí y de fuera.

A lo largo de su trayectoria, agobia la cantidad y la calidad de grandes nombres de la cultura con quien establece complicidades (Carles Santos, Antoni Tàpies, Joan Miró, Joan Brossa...). Como escribe él mismo: “No soy experto en nada porque navego por territorios multidisciplinares. Mi sitio de residencia es un espacio de puertas y ventanas abiertas a la mezcla y la contaminación, y mis colaboradores proceden de diferentes prácticas”. Esta libertad artística se ve favorecida por la tranquilidad económica fruto del patrimonio familiar, pero sin que éste tampoco limite ni su práctica fílmica ni su compromiso político.

De la Asamblea al suquet

Precisamente, Cataluña –y España– adentro ha sido subrayada su dimensión política y su compromiso cívico, siempre en el cruce entre la voluntad de consenso y la sensibilidad progresista. Desde los años del activismo antifranquista en diversas plataformas de unidad hasta el actual liderazgo al frente de la Fundación Alternativas, pasando por su papel al regreso del presidente Tarradellas, su etapa como diputado y senador de izquierdas o icónico y transversal suquet ofrecido durante un puñado de veranos en su casa, Portabella ha mostrado una consistente preocupación por la consolidación de derechos y libertades, y por la creación de espacios de pensamiento más allá de la estricta política partidista: “L izquierda se hace preguntas apropiadas, pero las respuestas tardan en llegar”.

Pese a las inevitables reiteraciones en unos textos no pensados ​​para ir juntos, el retrato final ofrece una rica mirada sobre esta combinación "entre vanguardia artística, práctica fílmica y actividad política". Incluso en aquellas partes más pesadas –como la reproducción de las intervenciones en sede parlamentaria– se distingue un mismo bajo continuo: la conciencia de que Portabella siente que no es "nadie sin los demás".

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