La Fábrica de Creación de la Fabra i Coats acogerá este fin de semana una nueva edición del Graf, la referencia del cómic independiente y la autoedición en Cataluña y España. Por el festival pasarán autores internacionales como Aisha Franz, Teddy Goldenberg, Karla Paloma, Nine Antico y Olivier Schrauwen, así como nombres de la escena local como Nadia Hafid, Bea Lema, Robert Vázquez, Candela Sierra, Albert Monteys, Andrés Magán, Pep Brocal , Genie Espinosa y Manel Fontdevila, entre otros muchos. La programación de charlas incluye una mesa redonda sobre Martí con veteranos de El Víbora como Isa Feu y Onliyú, y entre las exposiciones destaca la del valenciano César Sebastián sobre el proceso de creación de su cómic Ronson , que acaba de ganar el premio ACDCómic al mejor autor emergente.
Olivier Schrauwen dibuja el 'Ulises' del cómic
El autor belga publica el cómic 'Domingo flamenco', que presenta en el festival Graf
BarcelonaEn su Ulises, clásico revolucionario de la literatura del siglo XX, James Joyce relataba el paso de Leopold Bloom por las calles de Dublín a lo largo de una jornada –el 16 de junio– completamente vulgar del personaje. El belga Olivier Schrauwen (Bruges, 1977) ambienta su nuevo cómic en un domingo de principios de octubre en el que su protagonista, Thibault Schrauwen (versión ficticia del primo del autor), ni siquiera abandona su apartamento. Durante cerca de 500 páginas, Domingo flamenco (Fulgencio Pimentel, 2024) sigue la anodina actividad y el torrente de divagaciones mentales del protagonista desde las 8.15 hasta las 22.45 de un domingo cualquiera en que Thibault se limita a hacer el vago, escuchar música, procrastinar y emborracharse sin interaccionar en ningún momento con nadie. Sin embargo, el resultado es una obra monumental y abrumadora que va más allá del costumbrismo para capturar el tejido mismo de la conciencia y de la vida en su vulgaridad más esplendorosa.
Schrauwen, que vive en Berlín, tuvo la idea de Domingo flamenco mientras paseaba por Alexanderplatz. "Tenía muchos pensamientos repetitivos en la cabeza y se me ocurrió que sería interesante combinar estas ideas mundanas con elementos visuales que fueran cambiando, una interacción similar a lo que yo experimentaba mientras paseaba y observaba el mundo exterior, creando todo tipo de asociaciones inesperadas" . De forma similar, los pensamientos del Thibault funcionan siempre como hilo conductor de la narración, pero los dibujos no se limitan al seguimiento exhaustivo del protagonista sino que lo alternan con acciones simultáneas de otros personajes (su pareja, un primo, los vecinos, un ratón), recuerdos desenterrados del inconsciente y fantasías de una mente progresivamente alterada por el alcohol y la hierba. Todo ello conforma un retrato muy concreto de una persona y un momento y, a la vez, tremendamente rico y complejo.
La ambición formalista de Schrauwen no impide que la lectura del cómic sea amena y accesible, incluso hilarante cuando el protagonista intenta escribir un mensaje desde la bañera o reflexiona sobre la conveniencia o no de masturbarse. La banalidad y el narcisismo del Thibault hacen de él un personaje divertido y un punto irritante que, como subraya Schrauwen, en realidad no se parece a su primo. "Al principio quería que fuera un personaje sin rasgos personales, como uno de esos psicópatas sin vida interior de las novelas de Bret Easton Ellis, pero era demasiado frío y opté por introducir aspectos de mi vida y de gente que conozco ", explica el dibujante, que no pidió permiso a su primo para ponerle el nombre al personaje. "Lo descubrió una vez que me visitó en Berlín y leyó el primer volumen que publiqué", dice con una pequeña sonrisa en los labios.
Entre Franquin y Hergé
Los cómics estuvieron presentes en la vida de Schrauwen desde pequeño a gracias a su padre, un gran aficionado que tenía "pilas y pilas" en casa. "Crecí copiando a Franquin y Hergé, que en realidad tienen un estilo totalmente diferente. Tenía libretas esquizofrénicas de esbozos: en una página una mala imitación de Franquin, y en la otra una mala imitación de Tintín". Hace poco, Daniel Clowes afirmaba en una entrevista en el ARA que Olivier Schrauwen era uno de sus autores favoritos, y la admiración es recíproca: el dibujante belga reconoce a Clowes y Chris Ware como las grandes influencias de su etapa formativa. "Si hubiera nacido diez años después, cuando ellos ya no estaban tan de moda, quizás mis cómics serían muy diferentes –dice–. A Clowes incluso le plagié una viñeta en mi cómic Arsène Schrauwen, pero fue totalmente inconsciente".
Schrauwen, que este sábado pasará por el festival Graf de cómic independiente, que se celebra en Barcelona, es considerado uno de los grandes nombres del cómic contemporáneo, especialmente en el ámbito de la vanguardia gráfica. Sin embargo, él reconoce que no puede vivir del cómic y que subsiste gracias "a vivir de manera muy austera" y a sus trabajos de animación por encargo. "Mis libros no se venden demasiado –lamenta–. El cómic experimental funciona cada vez peor; está en una espiral descendente. Funcionan mejor los cómics sobre temas, los encuentras en todas las librerías. Si a la gente le interesa el tema, se compra el cómic. Y algunos son muy buenos, como los de Joe Sacco. Pero otros son muy insípidos, el peor tipo de cómic que hay". El dibujante está trabajando en su primer proyecto personal de animación, una serie de seis episodios de la que ya ha hecho un corto para atraer a inversores. "Es una historia nueva, pero similar en estilo y temas en mis cómics –dice–. Pero los trucos que utilizo en los cómics no me sirven, porque la animación es un lenguaje nuevo y todavía lo estoy aprendiendo".