Cómic

La pequeña editorial de Gràcia que ha revolucionado el cómic de vanguardia

El Festival de Treviso dedica una retrospectiva al sello Apa Apa, premiado en el Comic Barcelona por 'Cornelius', de Marc Torices

BarcelonaEn el último Comic Barcelona, ​​un sello de Barcelona formado por sólo dos personas situó dos libros entre los nominados a mejor cómic español del año: Miedo culpa de una flor, de María Medem, y Cornelius, de Marc Torices, que se acabó llevando el premio. La editorial Apa Apa ha cultivado en los últimos años un merecido prestigio por su audacia a la hora de publicar cómics rompedores y descubrir nuevos talentos que están revitalizando el cómic experimental catalán y español. Los reconocimientos también llegan de Italia: este fin de semana, el Festival de Cómic de Treviso les dedica la muestra Apa Apa Aparty, en la que participan el editor y alma del sello, Toni Mascaró, y los autores de la editorial María Medem, Marc Torices, Ana Galvañ y Sergi Puyol, que es el otro jefe pensante de la editorial y el responsable del diseño y la maquetación desde el primer libro.

El proyecto lo puso en marcha Mascaró en el 2007 cuando trabajaba con Fani Manresa en la librería La Central del Raval, donde habían dado forma a la mejor y más selecta sección de cómics de ninguna librería de la época. “Teníamos los medios –dice simplemente Mascaró–. Trabajábamos con muchos distribuidores internacionales, y como pasaba un montón de horas en la librería, yo iba pidiendo”. Pronto la sección de cómics se convirtió en una de las más rentables de la librería, y con un producto muy arriesgado. "Vimos que había muchos títulos indie de fuera que aquí no se publicaban y nos planteamos crear una editorial para hacerlo", dice Mascaró, y así lo hicieron él, Manresa y una amiga (Gabriela Miciulevicius) con un préstamo de 25.000 euros. “Lo perdimos absolutamente todo –recuerda Mascaró–. En pocos años estábamos arruinados y Gabi y Fani se fueron. Estuvimos años pagando cada uno 300 euros al mes por pagar el préstamo”.

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Reinvención y éxito

El editor atribuye la quiebra en parte a su inexperiencia, pero también a la burbuja que se generó en poco tiempo en torno al cómic independiente. “De repente, querías comprar los derechos de un cómic superindiey te pedían 3.000 euros –recuerda–. Cuando empezamos nadie cubría nuestro nicho pero poco después había tantas editoriales que ya no tenía sentido”. La fragilidad económica llevó a Apa Apa a apostar por un formato modesto, la grapa, y por los autores que conocían y admiraban del mundo de los fanzines y la autoedición: Camille Vannier, Arnau Sanz, Marc Torices, Ana Galvañ... Así empezó el giro hacia lo que ha terminado siendo la línea editorial de Apa Apa.

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El primer gran éxito de esta línea –y el primer libro de esta etapa– llegó en el 2016 con Gran bola de helado (2016), de Conxita Herrero, nominada en 2017 al premio a autor revelación del Comic Barcelona. La racha continúa al año siguiente con Pulse entero para continuar, de Ana Galvañ, que en 2019 es nominado como mejor cómic del año de Comic Barcelona, ​​que encarga a la dibujante murciana el cartel de esa edición. Galvañ no ganó, pero sí otra autora de la editorial, la joven sevillana María Medem, que se llevó el premio a autora revelación por Cenit y también fue reconocida como mejor autora emergente por la asociación de críticos y divulgadores ACDCómic. Algo estaba cambiando en el mundo del cómic, y allí siempre estaba Apa Apa. Mascaró y Puyol también destacan el punto de inflexión que marca en 2022 la exposición del CCCB Constelación gráfica, donde cuatro de las autoras (Herrero, Galvañ, Medem y Roberta Vázquez) venían del catálogo de Apa Apa. “Fue brutal –dice Mascaró–. Gracias a la muestra nos conoció a muchísima gente”.

'Cornelius', el perro humillado

El reconocimiento más inesperado, sin embargo, fue el premio de Comic Barcelona a mejor cómic español del año para Torices, que también estaba nominado como autor revelación y no era favorito para llevarse a ninguno de los premios. El dibujante explica que la existencia de Cornelius como obra está íntimamente ligada a Apa Apa. “Si Toni no me hubiera propuesto recopilar las tiras que yo publicaba en fanzins y en Facebook, el libro seguramente no existiría”, dice el dibujante, que en el 2018 empezó a concebir la estructura ambiciosa del cómic, que finalmente fue mucho más allá de la recopilación de las historietas prevista. “El problema de las tiras es que la estructura era repetitiva –reflexiona–. El chiste siempre era que Cornelius acababa siendo humillado. Y se me ocurrió colocar estas historias en un contexto en el que el Cornelius hubiera hecho algo horrible para que, de repente, la lectura cambiara y ya no pudieras leer la tira igual”. El acontecimiento en cuestión es un giro hacia el terror de la historia que toma al lector desprevenido hacia la mitad del libro. “Me gustaba que la lectura de los chistes no fuera la misma antes y después de ese momento, que el lector se viera obligado a cambiar de bando”.

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Torices también juega de forma extraordinaria con el dibujo de las tiras, cambiando de estilo y formato de forma que el libro acaba siendo un viaje formal a través de la historia del cómic, un muestrario de las posibilidades gráficas del lenguaje de la historieta. “Se trataba de aprovechar todos los recursos que tiene el cómic –dice Torices–. Cornelius está concebido como una antología creada por autores distintos, así que cada estilo tiene su propia sintaxis. Cuando lo juntas todo se crea una cacofonía que aporta cosas”. La aproximación de Torices a la experimentación no es académica, sino esencialmente lúdica. “Es lo que tenemos en común todos los autores de Apa Apa, que nos gusta jugar –resume el dibujante–. Somos autores que ya hemos echado la toalla y no esperamos dedicarnos al cómic de manera profesional, así que sólo nos queda pasarlo bien. Y si te lo pasas bien es cuando salen cosas un poco raras”.

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Un trabajo a tiempo parcial

Cabe decir que ni siquiera Mascaró y Puyol se dedican enteramente a Apa Apa, y ambos tienen otros trabajos que les permiten no depender de la editorial, donde solo trabajan a tiempo parcial. “Quizás sí que podríamos vivir de Apa Apa si uno de los dos dejara el trabajo principal y fuéramos a todas las ferias”, dice Puyol. “Un año hice todas las ferias y acabé depresivo, paré –afirma Mascaró–. Y no quiero tener la sensación de que si un libro no funciona se va todo a la mierda. Si Apa Apa fuera mi único trabajo, hay cómics que nunca los habría publicado”.

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Pasárselo bien también es prioritario para el editor, que por eso se involucra tanto en el proceso creativo. Él y María Medem se escribían prácticamente todos los días durante la gestación de Miedo culpa de una flor: en su chat de WhatsApp constan cerca de 5.000 imágenes enviadas. “Para mí es muy importante ser amigo de los autores –dice Mascaró–. Al fin y al cabo, es una relación que se basa en la confianza”. Pero la diversión también está, aseguran Mascaró y Puyol, en el diseño del cómic como objeto físico, algo que les obsesiona desde la cubierta hasta el papel o el lomo. Y no es por esteticismo, sino por coherencia. “Ver la portada en la librería, mirar el libro y empezar a pasar las páginas es el primer nivel de lectura de un cómic. Forma parte de la experiencia y es importante”, dice Mascaró.

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Torices está trabajando desde hace un tiempo en un cortometraje animado de Cornelius, que no será exactamente una adaptación del cómic sino una degustación del personaje, de visita a una psicóloga. “De hecho, es la misma psicóloga que aparecía en Bloqueo mental, la serie que hice para el ARA”, revela Torices. “Básicamente, es una presentación del personaje de Cornelius, una escena corta sin profundidad del libro; pero si todo va bien, los productores quieren adaptar todo el libro después”. Puyol, que en 2019 publicó con éxito La sangre extraña, está dando los toques finales a un libro sobre Úrsula, un personaje que ya ha asomado por el Instagram del dibujante e incluso en las páginas del ARA. “Falta el color del 80% del libro –explica Puyol–. El concepto es similar al Wilson de Daniel Clowes, son páginas autoconclusivas, pero también hay una historia. He compartido una veintena, pero el libro tiene 140”.

Mientras tanto, Mascaró se ilusiona con la perspectiva de editar el próximo libro de la dibujante Nadia Hafid, a quien conoce y sigue desde hace muchos años: será la versión en catalán del proyecto que ganó el último Premio Finestres, Mal olor. Y coincidiendo con la reciente feria de autoedición Gutter Fest, ha editado también el nuevo cómic de Carlos G. Boy, Parque ciudad. “Es una novela gráfica de ciencia ficción alternativa con punto Black mirror”, avanza. Y de cara al próximo año volverá al catálogo de Apa Apa uno de los primeros autores internacionales que editaron: Dash Shaw, el autor deOmbligo sin fondo, que publicará en el sello barcelonés un cómic que Mascaró describe como “un Vidas cruzadas (Robert Altman, 1993) con muchos personajes que acaban encontrándose”.