Literatura

Sebastià Alzamora: "Los poderes reaccionarios tergiversan el concepto de libertad y se le hacen suyo"

Escritor. Publica la novela 'El Federal'

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El escritor Sebastià Alzamora

PalmaLa novela basada en hechos históricos es un formato conocido. Sebastià Alzamora (Llucmajor, 1972) asegura que le motiva intentar entender unos hechos y unos puntos de vista, pero también confiesa que es la puerta de un género que cierra, quizá temporalmente, con la historia que acaba de publicar. El Federal (Proa) es una inmersión en torno al Fuego de la Bisbal, el levantamiento, el 6 de octubre de 1869, de 3.000 hombres que querían poner fin a la monarquía absoluta y hacer de España una república federal. Lo que mira el escritor, en cualquier caso, es un pasado que ayuda a ver el presente.

¿Por qué se pone a trabajar en la revuelta federal de la Bisbal? ¿Cómo llego a aquellos hechos?

— Las historias las encuentras o te llegan. Y ésta me llegó a través del ingeniero Joaquim Coello, quien me dio a conocer la historia de Pere Caimó, antepasado suyo y líder de la revuelta. Debo admitir que desconocía los hechos. El Foc de la Bisbal es un episodio histórico, no olvidado, porque hay quien lo ha investigado a fondo, pero sí, como tantos hechos, se ha situado en un rincón de la Historia. Y eso, de entrada, ya le da interés. Es atractivo ver que, en el siglo XIX, como el poder hace que una revuelta fracase porque ha tenido éxito. Esa fue una victoria inútil y está bien preguntarse por qué.

¿Qué es lo que más le interesó de los hechos?

— El siglo XIX es muy atractivo en ideas porque buena parte de lo que ahora discutimos, en el XXI, empezó a discutirse entonces. Feminismo, sindicalismo, derechos individuales y colectivos, pero también la construcción del estado español y la relación con Cataluña, ya estaban allí y todavía son debates muy vivos.

Diputado, alcalde de Sant Feliu de Guíxols, líder de la revuelta de la Bisbal... ¿Cómo definiría a Pere Caimó?

— Es un personaje atractivo, interesante, que representa lo más avanzado del pensamiento político de su tiempo. Es un idealista, hijo de indianos que creció en las colonias y se reflejaba en los federalistas y antiesclavistas de Estados Unidos de América. Defendía que la forma ideal para España era ser una federación. Fue un hombre recto, de ideas y convicciones honestas ya prueba de todo tipo de chantajes y presiones. Pedro Caimón tiene ideales y es consecuente.

Ah, los ideales.

— Los ideales son necesarios para vivir. Todo lo bueno que ha hecho la humanidad nace de un ideal, de un propósito de mejora.

¿Y cuáles son los de Isabel Vilà, personaje igualmente importante en la historia?

— Si Pedro Caimón venía de una familia acomodada, Isabel Vilà era hija de obreros, venía del pueblo y fue una pionera del sindicalismo. Le llamaban “la 5 horas” porque fue una de las primeras voces en España contra la explotación infantil: pedía que los niños no hicieran más de cinco horas de trabajo para que pudieran ir a la escuela. También fue la primera en presentar en el Congreso lo que hoy sería una ILP, sólo firmada por mujeres. Toda una pionera. Vilà pasa a Caimó por la izquierda, y él la mira con admiración y cierto desconcierto. Él no deja de tener cierto punto de progresismo bienpensante. Es un revolucionario tranquilo. Vilà lo es de trinchera.

Un enfrentamiento con las tropas del Estado para reclamar libertades en España. Esto tiene un sonido muy reciente.

— Los paralelismos de la revuelta federal del XIX con el proceso en Cataluña el XXI son más que evidentes, son chocantes de tan visibles. Se discute lo mismo. Es curioso cómo Cataluña y España van repitiendo los mismos patrones de conducta a lo largo de la historia moderna. En la revuelta federal hay engaño, guerra psicológica, guerra física, poderosos que maquinan desde salones refinados y mueven hilos. Y, sobre todo, construyen un relato, lo que les interesa. La revuelta federal puede verse como precedente de la revuelta independentista del XXI.

Y, sin embargo, como apuntabais, aquella revuelta y los que la hicieron han quedado en un rincón poco visible de la Historia.

— La historia de los ideales está llena de figuras que se han sublevado, que se han puesto en peligro y que, habiendo triunfado, han sido menospreciadas, difamadas, fuertemente reprimidas y arrinconadas por la Historia.

¿El poder siempre impone su relato?

— El poder tergiversa, manipula y coloca las cosas en el sitio que más le conviene para su relato. El poder presentó la revuelta de La Bisbal como un levantamiento fracasado. El gobernador militar Romualdo Crespo fue premiado, le ascendieron. Por el contrario, Pere Caimó y Francesc Sunyer, los líderes revolucionarios, fueron condenados a muerte y distanciados. Antes y ahora, el poder es consciente de que es necesario explicar las cosas de una forma, que es necesario crear el relato que le interese, porque el relato que cree será el que quedará. Y, al final, aquellos hechos les hicieron pasar como una simple historia de buenos y malos cuando tenían una enorme complejidad.

En El Federal, el Estado incluso maquina e intenta enfrentar o, al menos, distanciar a los líderes de la revuelta, Caimón y Sunyer. Insisto, todo ha pasado antes y todo vuelve. Además, para ellos, la amnistía llegó.

— Es que, por haber coincidencias, incluso existe una amnistía, y, además, incluso no fue muy bien acogida por los amnistiados porque venía de manos de Prim. Y aunque llegaba de un gobierno que era de los suyos, le encontraban demasiado blando.

Estamos ante una novela cargada de ideología. Federalismo, feminismo, derechos laborales, derechos sociales. De todo lo que reivindicaban los protagonistas deEl Federal, ¿qué se ha conseguido y qué diría que queda pendiente?

— Se ha progresado en muchas cosas y es evidente que estamos mejor que no estábamos en el XIX, también mejor que con Franco, pero, como suele decirse, falta un camino enorme por recorrer. No existe solución para el conflicto entre Cataluña y España. Tampoco España tiene resuelto el conflicto consigo misma. El feminismo está claramente amenazado por la incursión de la extrema derecha en las instituciones. En cuanto a los derechos, muchos no acaban de estar garantizados. Todavía existen efectos de las colonias. Y todos estos conflictos que existían en la segunda mitad del XIX, atraviesan el siglo XX y explican la Segunda República, la Guerra Civil española y el franquismo. Todo esto viene de la época deEl Federal. Estudiamos la historia en fragmentos, pero es un continuum.

A lo largo de la novela, los revolucionarios dibujan su país ideal, el de una sociedad que cree en la fuerza del pueblo y no sólo en la de los poderes económicos y políticos cree en la libertad.

— Ellos insisten respecto de todo aquello en lo que creen porque deben armarse de razones para ir a la batalla. Y sí, tienen ideales. Piense que Pedro Caimón y su mujer, Isabel Batalla, hablaban siempre de “la santa causa de la libertad”. Era realmente una causa superior, para ellos: el derecho a decidir, la libertad de las mujeres, de los hombres y de los pueblos. A mí me obsesiona cómo los poderes reaccionarios tergiversan el concepto de libertad y se lo hacen suyo.

Una perversión más del poder en tiempo de tribulaciones.

— En estos tiempos de guerras y amenazas de más guerras, El Federal se puede leer también como un alegado pacifista. Al fin y al cabo, es una historia que muestra la absurdidad de la guerra y el juego de poder perverso que existe en cualquier guerra.

¿Cómo se ha encontrado al hacer novela de esta historia?

— Me he encontrado muy bien. Diría que ahora me siento como Philip Larkin cuando, al presentar un libro de poemas, le preguntaron esto. Me siento muy feliz, muy contento, como si hubiese puesto un huevo.

¿Qué le permite este formato de trabajar una novela basada en hechos históricos, como ha hecho en Milagro en Llucmajor, Dos amigos de veinte años, La Descontenta y Reyes del mundo?

— Las novelas son historias. Aquí tenía la ocasión de contar una historia de la manera más pura, de principio a fin, intentando entender esta historia. Me hacía ilusión que El Federal fuera como una película antigua, de aquellas de Kurosawa, John Ford o como El capitán Horatio Hornblower, que son lecciones de contar historias. Yo aspiraba a ese tipo de relato humilde, pero que, a su vez, es memorable. En todo caso, quiero que El Federal sea ​​de algún modo el cierre de una serie de historias sobre hechos históricos. Esto, para realizar una apertura hacia otros caminos.

También son en parte mujeres las que cuentan la historia en El Federal, como la Malcontenta contaba la del bandolero Durí, o cómo contaba Kathleen la de Joan Mascaró en Reyes del mundo.

— La mujer es el punto de vista otro por antonomasia. Es un punto de vista que a menudo ha quedado arrinconado y que siempre es interesante recuperar. La labor de un novelista es desarrollar e intentar entender un punto de vista, y el de los personajes femeninos tiene un interés singular.

Cuando habláis de abrir caminos, ¿piensais en la poesía? De La limpieza, su último libro de poemas, cumplirá seis o siete años.

— Hacía nueve años que no publicaba poesía cuando salió La limpieza. A final de año, la editorial Lleonard Muntaner reeditará Rafael, mi primer libro de poemas, que hace 30 años que se publicó. Yo nunca abandono la poesía, trabajo. Quizás este año pueda tener alguna novedad en este sentido.

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