Literatura

¿Quién ha puesto una carpa de circo allá donde antes había un cementerio?

Adam Zagajewski vuelve a poder leerse en catalán gracias a 'Elegia elèctrica', una extensa antología traducida por Xènia Dyakonova

'Elegia eléctrica'

  • Adam Zagajewski
  • Godall
  • Trad. Xenia Dyakonova
  • 270 páginas / 20 euros

Adam Zagajewski (1945-2021) me recuerda a WH Auden: parece que no quiera decir más de lo que deja dicho en sus versos, que es mucho. Sin embargo, el tratamiento formal de su poesía difiere sustancialmente respecto al del inglés: más dejado, deudor de lo que se ha llamado la forma orgánica del poema. Como Auden, el polaco también tiene la capacidad de fijarse en las cosas pequeñas que revelan otras mucho más hondas, e incluso trascendentales. Y, aún, les hermana un trasfondo político en todo lo que escriben, una semejante actitud de firmeza moral. En este sentido, algunas poesías de esta consistente antología, directas como un puñetazo, también me hacen pensar en Brecht (Monos, por ejemplo).

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En catalán, sólo disponíamos de un libro de Zagajewski, Tierra de fuego, traducido por Xavier Farré (en castellano hay varios más). La presente selección permite, pues, evaluar la trayectoria lírica del polaco (de los que son muy recomendables los libros en prosa, una especie de dietarios ensayísticos). Xenia Dyakonova ha firmado una elección muy escrupulosa, entre los diversos títulos del autor, y aún ha añadido una pieza inédita, A partir de un poema de Marianne Moore, que encarece el valor de su edición. Una composición que termina, o se interrumpe, sin el prescriptivo punto final, que sí aparece, indefectiblemente, en el resto de poesías coleccionadas: “No sabemos nada, | sabemos que sólo la alegría es pura | y la voz que alaba | y se apaga después”. El punto, se lo he puesto yo: la voz que "se apaga después", por tanto, ha permanecido no puntuada, como si insinuara más bien tres puntos, que dejen el hálito suspenso.

"Escriba sobre el amor"

Una de las poesías elegidas, Carta de un lector, sugiere que el autor escribe demasiado "sobre la muerte, sobre las sombras". Y el presunto lector aconseja al poeta: “Escriba sobre el amor”, entre otros motivos de gozo. Yo no acabo de coincidir con esta apreciación de un lector que no sabemos si es un alter ego del poeta: siempre me ha dado la impresión de que sus versos estaban llenos de vida, aunque la vida tiene lugar, tantas veces, junto al abismo, de la destrucción: “Pero quién ha puesto la carpa del circo | ¿allá donde antes había un cementerio?”. Zagajewski practica una lírica para ser leída, no cantada: “Una íntima conversación nos espera | a los versos de otro, y es fiel”. Leyéndolo, a veces he tenido la sensación de que construía sus poesías a base de acumular imágenes, a menudo imágenes pouadas en lo más gris de la realidad. De vez en cuando, alguna de estas imágenes deslumbra por su belleza, por la crudeza de la verdad revelada, pero la pieza entera no siempre me daba el peso. Echaba de menos la reducción poética que sí reconozco en los poetas que prefiero. “Un poema crece sobre una contradicción, | pero no la sobrepasa”, dice. Quizás resulta demasiado atrevido hacer un reproche como éste a un poeta de su estatura, cuya obra, por otra parte, sirve de ejemplo a que la poesía no siempre tiene suficiente, con palabras: pide –con permiso de Mallarmé– ideas.

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La de Zagajewski en vano sobrada, de ideas. Ideas de hondura filosófica, pero también ideas más modestas, que nos hurgan la conciencia. En unas escaleras mecánicas, ve “inmóviles a las estatuas | de mis congéneres desconocidos”. Esta imagen de quietud desencadena, por contraste, una reflexión sobre la conquista cumplida de la ciudad. Ideas poderosas: “Dios | es la semilla de amapola más minúscula | del mundo, y estalla de grandeza”. El tiempo de la durée de Bergson se mueve como un insecto “cautivo en una telaraña”. Ante la inevitable desaparición, la poesía quizás aspira a hacer como la lava, que “mata y perpetúa”. Una montaña de zapatos en Auschwitz proclama la altura de la tragedia humana. Sin embargo, “cuando venga la noche, nos refugiaremos en las campanas, | este globo de bronce, | carruajes ligeros”. Hermosas ideas perdurables.