Literatura

Sílvia Soler: "Si queremos que los hijos sean valientes, debemos asumir que nos harán sufrir más"

Novelista. Publica 'Corazón fuerte'

Silvia Soler, en la librería Ona
04/03/2025
4 min

BarcelonaHasta ahora Silvia Soler (Figueres, 1961) no había escrito ninguna novela que abarcara tres generaciones de una misma familia. Corazón fuerte (Universo, 2025) recorre siete décadas de la vida de su protagonista, Teresa, "tercera hija de los Fluvià dels polls", paradistas en el mercado de Arenales: a causa de un resbalón se queda embarazado y toma una decisión que le cambiará la vida.

Corazón fuerte ¿es una novela sobre cómo cambia el mundo o sobre cómo cambiamos nosotros?

— No sé si es que yo me he hecho mayor o que el mundo está dando un vuelco –quizás son las dos cosas–, pero creo que realmente podemos decir que todo un mundo está desapareciendo. La novela arranca en 1950 y Teresa se enamora en una carpa. Una de sus hijas montará guatecas cómo se hacía durante la Transición. Y la limpia ya hará fiestas como las que hacemos nosotros ahora.

Teresa es hija de paradistas, y en principio debía seguir el camino de los padres.

— Sí. Ella elige no estudiar. Es una chica sin pretensiones. En plaza tiene las amigas.

También trabaja porque "quiere tener dinero para comprarse ropa" y para "ahorrar para cuando tenga que casarse". Pero un hombre, Alfonso, rompe sus planes.

— Él le da la vuelta a sus planes de la peor manera posible. A Teresa, Alfonso la utiliza y la engaña de la manera más despreciable posible. La deja embarazada y después no quiere saber nada. El embarazo involuntario lo cambia y distorsiona todo. Le obliga a actuar con una madurez que no es propia de su edad. Tiene diecinueve años.

Cuando explica a los padres que quiere tener a la criatura, mamá le dice que tendrá que hacer el corazón fuerte.

— Es una expresión muy genuina y difícil de traducir. También define una cierta catalanidad. Cuando te dicen que hagas el corazón fuerte te piden que seas valiente, pero también existe un punto de resignación cristiana. Este tipo de consejo diría que se ha transmitido mucho entre las mujeres.

Tener a la niña, que bautiza con el nombre de Olvido, le obliga a espabilarse, y entonces decide empezar a estudiar idiomas. Teresa no quiere resignarse a ser la mujer que sólo vive puertas adentro. Pudo contar su historia desde el resentimiento, pero no lo hace.

— Es que la generación de Teresa es la de mi madre. Me la siento muy cercana. Ni ella ni otras muchas mujeres que he conocido de su edad nunca tuvieron una actitud de resentimiento, y eso me gusta explicarlo. Algunos eran conscientes de que su vida familiar les había limitado sus posibilidades, pero se adaptaron. Otros, y esa fue tanto la opción de Teresa como de mi madre, intentaron remediarla.

Además de estudiar idiomas, Teresa lee novelas de Jane Austen, Louisa May Alcott y otras autoras, siempre en castellano, hasta que descubre La plaza del Diamante de Mercè Rodoreda.

— Con Rodoreda se da cuenta de que existe una conexión diferente con el hecho de leer en la lengua propia y, sobre todo, descubre una historia que la desquicia porque un poco es la de su vida. Al igual que Colometa, Teresa también ha conocido al hombre que le cambia la vida en una carpa.

Cuando habla de cómo Rodoreda cambia la mirada de lectora de Teresa, ¿está hablando un poco de usted?

— Mi madre era profesora de literatura y estaba muy pendiente de lo que yo leía. Cuando tenía quince años todavía leía las novelas de Enid Blyton. Recuerdo que un día vino mi madre y me dijo: "Se acabó leer Enid Blyton, tienes que probar algo con cara y ojos". La plaza del Diamante me impresionó mucho, hasta el punto de pensar: "Eso es lo que yo querría hacer".

En su Teresa veo más a Teresa Valldaura, que es el palo de pajar de la familia de Espejo roto, también de Rodoreda.

— Está muy bien visto. Tenía ambas novelas en la cabeza. A mi personaje le puse Teresa por Mercè Rodoreda y porque buscaba un nombre que se pusiera hace cien años y que todavía no haya pasado de moda.

Su Teresa acaba formando parte de la burguesía sin pretenderlo.

— Cuando empieza a festejar con Miquel se siente muy desubicada. Los dos traslados de casa que realizan son trastornadores. Teresa pasa de ser la vendedora de pollos a ser una señora burguesa.

Y no tarda en ser madre de cuatro criaturas. Con Miquel tiene tres. El Olvido, la primera, es la que más le preocupa.

— Porque es la más valiente. Si queremos que los hijos sean valientes, debemos asumir que nos harán sufrir más. Es una gran contradicción que vivimos las madres —supongo que los padres también—: es cierto que queremos que los hijos sean más valientes e independientes, pero el día en que su libertad es real va más allá de lo previsto. Y esto hace sufrir.

En un determinado momento de la novela, "un hombre bueno y honesto" cede "a los impulsos del corazón" y se enamora de otra mujer. Esto duele a Teresa. Pudo cebarse contra este hombre, pero no lo hace. ¿Por qué?

— Los años te hacen entender muchas cosas, y ésta es una de las básicas: una persona buena puede no sólo ser infiel, sino que puede llegar a cometer un crimen.

En el libro esa infidelidad no destruye el matrimonio.

— Hablo de la estabilidad del matrimonio como de lo que los tratados náuticos llaman navegación por aprecio. El matrimonio de Teresa y Miquel avanza según la estimación de los cálculos que han hecho: han hecho un proyecto en común que es una familia, se aman y se respetan, pero chocan con una tormenta... y eso desvía un poco su trayecto. Aún así, acaban saliendo adelante.

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