"Quiero decirle que le quiero": el curioso fenómeno de las colas kilométricas de Sant Jordi

Las autoras de novela romántica y el 'thriller' provocan colas de dos y tres horas con fans muy fieles

Marina Moreno, la primera de la fila de Inma Rubiales, este Sant Jordi antes de las 11 de la mañana.
23/04/2025
4 min

BarcelonaA las nueve de la mañana no han comenzado las firmas, pero ya hay una cola descomunal en la FNAC. Marina Moreno se ha plantado en la plaza Catalunya a las siete y media de la mañana para ser la primera de la fila de Inma Rubiales, que empezará a firmar a las once. Más de tres horas sentada en el suelo. ¿Por qué hace cola? "Mi padre también está flipando. Dice que es muy friki. Yo lo veo muy guay, que quienes disfrutamos de la lectura nos encontramos. Vivirlo es una experiencia, y tener un libro firmado para ti, poder tener contacto con ella es especial y único", describe. Detrás suyo está Noa Díaz y dos amigas de 15 y 16 años que son lectoras de novela romántica. "Puedes conocer a la persona que te transporta a sus mundos y le puedes decir «gracias por escribir»", explica.

Dos filas más allá, las fans de Alice Kellen también se han puesto temprano. "Es mi autora preferida y sabía su fama", dice Elisabeth Romero, de 20 años, que estaba en la cola antes de las ocho. "Llevo mi monólogo pensado con lo que quiero decirle. La primera vez que la vi me puse a llorar", recuerda. A su lado, una amiga que ha hecho en la cola asiente. Consideran a la autora "una inspiración", incluso les ha "ayudado a hacer cosas" en la vida. Romero lleva Nosotros en la luna para firmar, y lo tiene apretado de post-its de colores. Mucha gente de la fila lleva los libros marcados, así que será una moda que sale de las redes. Los colores tienen un código: momentos románticos, momentos con los que te identificas, momentos tristes, referencias. "What are you waiting for?", les pide un turista que va de camino a la Boqueria.

Elisabeth Romero, con el libro el Alice Kellen marcado.
Iolanda Pardo, con los horarios y prioridades marcadas en amarillo.

Jordi Batuecas, un señor de 59 años con ademán serio, destaca en la fila entre tanta joven joven. "Es para la hija, de 15 años, que hoy está en el instituto—admite—. Le gusta mucho la novela romántica. El año de la lluvia nos quedamos al borde de la firma después de tres horas de cola, y hoy me he pedido el día de fiesta y he venido con toda la ilusión del mundo", dice sólo una hora de trabajo. Algo más atrás hacen cola dos niñas que se llaman Martina, de 13 y 14 años, con un progenitor cada una, como si estuvieran en un concierto del Palau Sant Jordi. Unos vienen de Monzón, a Aragón, porque allí es día festivo pero les gusta el día catalán. Los demás tienen previsto dedicar todo el día a hacer colas: después de Alice Kellen, toca a Alina Not. La mayoría no compra los libros, ya los trae leídos de casa.

Diez años haciendo cola

Al otro lado de la plaza Catalunya, hay otra cola kilométrica para Elísabet Benavent. La primera es Verònica Ridaura, que ha bajado de Blanes. Lleva diez años manteniendo el ritual. La autora ya la conoce. "Le pido que siga escribiendo, que no pare", dice. Se conoce con la segunda de la hilera, la manresana Iolanda Pardo. "Somos amigas de firmas", dice; hace años que se encuentran siguiendo a Benavent. "Es una manera de agradecerle el trabajo. Queremos venir a apoyarle", dice Pardo, que comparte afición por la novela romántica con la hija de 15 años, que ha ido a cazar otra autora: "Somos forofas", dice. Se han hecho un horario para abarcarlo todo y se han marcado prioridades.

La romántica tiene las colas más largas, pero a partir del mediodía son generalizadas. Para Xavier Sala i Martín, Silvia Compañó dice que hace cola porque tiene "el tiempo y la oportunidad": "No. tres mujeres de la familia Pinto se ponen en la cola cada una con un libro de Carmen Mola que quieren firmado, respectivamente, para un hijo (y limpio y sobrino) que tenía clase en el instituto. El libro de Javier Cercas también provoca colas con lectores espontáneos: hermanas Marina (26) e Irene Valera (20) se engancharon juntas al thriller y la novela policíaca, y siguen a Javier Castillo por segundo año. Harán dos horas de cola. "Le diremos que tenemos ganas de que saque otro libro", dicen. La fila serpentea por el paseo de Gràcia y se reparten números hasta un límite, en el que no garantizan que el autor tenga tiempo de quedarse. "Quiero decirle que le quiero mucho", dice Alícia Gálvez, de 20 años. "A él ya toda la familia, porque sigo a su mujer, que es influencer de moda, Verónica Díaz, y juntos son la Familia Coquetas. ¡Se puede hablar de las dos cosas!", reivindica. Lleva el penúltimo libro para firmar y, aunque no ha llegado a tiempo a coger ticket con número para la cola, se queda esperando; calcula que serán dos horas. "Y porque hace ese calor, ¡que si no me quedaría cinco!".

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