A pie de página

Una reivindicación de la bondad

Joan Lluís Lluís
09/11/2025
3 min

Barcelona"Da vergüenza, a veces, decir el nombre de lo contrario de la maldad, porque es una palabra muy... quizá demasiado usada, algo desgastada". La palabra que el escritor Joan-Lluís Lluís tenía cierto pesar en pronunciar era, por supuesto, bondad. Me hablaba de ello en una entrevista que le hice a propósito de su última novela, Una canción de lluvia (Club Editor). Es un libro conmovedor, que cuenta la historia de Ella-Calla, una orangutana que es secuestrada del bosque en el que vive, en Borneo, y que sufre una serie de "calamidades", por decirlo suave, infligidas por la especie humana. La luz de esta historia la pone una mujer mayor que el escritor explica que le permitió respirar durante la escritura; Una canción de lluvia es un libro breve, pero es el que más le ha costado escribir, seguramente porque parte de un hecho real: todo lo que le pasa a la orangutana, Luis lo leyó en una noticia. No haremos spoilers, no se puede explicar más del libro, pero sí es importante el momento en que aparece este personaje, esa vieja que da aire también a los lectores, porque representa la bondad. Luis la considera muy necesaria, me decía sobre la bondad: "Es un arma muy potente, porque realmente puede cambiar muchísimas cosas. Cuando hacemos un acto de bondad hacia alguien, arreglamos un poco el mundo, de forma humilde, pero, además, nos hacemos bien a nosotros mismos." Y, sin embargo, el pesar que citaba al inicio: "Lo he visto con esta novela, decir bondad se me hace un poco raro".

Recordé estas palabras de Joan-Lluís Lluís la noche del jueves, en conversación con la Núria Cadenes, que acababa de ganar la séptima edición del Premio Proa de Novela por Quien salva una vida. La historia parte de un tío abuelo suyo, Joan Domènech, un cura con parroquia en Puigcerdà, que durante la Segunda Guerra Mundial organizó redes de evasión que salvaron la vida a muchas personas perseguidas por los nazis. Mientras hablaba con ella, salió a la conversación otro escritor, Carlos Zanón, quien Cadenes explicó que también había sido importante para ella a la hora de ponerse a escribir esta novela: "Un día que charlábamos, dijo que es muy difícil escribir sobre personajes buenos, y no hacerlo de manera chabacana". Cadenas pensó en ello, me pareció que al principio podía estar de acuerdo, pero entonces, un impulso: ¿y por qué no? ¿Por qué, me decía, si la historia de su antepasado es una historia de gente que ha hecho cosas buenas, no debe explicarse? De hecho, la novela recoge la historia de Joan Domènech, pero también la de otras muchas personas, reales, que estaban vinculadas a ella y que también fueron valientes y ayudaron a gente que ni siquiera conocían, en unos años muy oscuros para nuestro país. "Igual que ha pasado ahora con la dana. Es la misma mano tendida de quien estiraba el brazo para intentar subir a sus balcones a gente a punto de ahogarse".

Hablar de gente bondadosa puede que no tenga buena fama y puede sonar aburrido, pero me parece que hay historias importantes de contar. También si son de ficción: el libro que más me ha emocionado y reconfortado, y que he regalado más últimamente, es Cosas pequeñas como estas, de Claire Keegan (trad. Marta Hernández Pibernat y Zahara Méndez Hernández; Minúscula). No se lo pierdan: es inquietante y precioso; no me considero una persona cursi, pero le diría que calienta el corazón. Ponemos en valor a las personas buenas, reivindicamos sin pudor. Llenamos de sentido la palabra bondad. La novela de Núria Cadenes, que está llena (¡y te gustará!), está lejos de ser chabacana; puede hacerse. Quizás ha llegado el momento de reivindicarla, y que no sea con la boca pequeña.

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