¿Cómo puede que tan poca gente sepa quién es Pere Lluís Font? Nuestra capacidad colectiva de menospreciar la sabiduría es colosal. La fama se ha convertido en un asunto volátil, frívolo i sinvergüenza. La sabiduría humanista, entendida como suma de conocimiento y valores, que no tiene una utilidad directa ni falta que hace, ha quedado arrinconada en el rincón de los malos aseos. Tanto da que te hayas pasado la vida leyendo y escribiendo, pensando y enseñando a pensar, educando la sensibilidad intelectual de miles de alumnos y lectores de la mano sobre todo del trío francés Montaigne, Descartes, Pascal, pero también de Kant, Leibniz, Kierkegaard, Bergson, de Ramon Llull y san Agustín, de los clásicos grecolatinos y de un largo etcétera.
Pere Lluís Font no ha sido un profesor histriónico ni mediático. Ha sido un maestro excepcional, riguroso, de los que dejan marca, de los que escogen con esmero cada palabra, cada idea. Un señor discreto, de corbata y americana, de formas suaves, serio y cordial, que se ha ganado poco a poco la admiración y el cariño. El cariño que él ha sentido toda la vida por el saber filosófico, por la lengua catalana –y todas las demás que habla y lee, vivas y muertas–, por la educación superior, un hombre de fe cristiana. Si lo sumamos todo, es alguien que ha vivido contra el signo de los tiempos, contra la velocidad, contra la victoria de la información sobre el conocimiento, contra los dogmatismos, contra el cientifismo, contra la cultura como fuegos artificiales. Un hombre tranquilo en un mundo caórico e histriónico.
T.S. Eliot se preguntaba un lejano 1934: "¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento? / ¿Dónde está el conocimiento que hemos perdido en la información?" Pues está todavía en personas excepcionales como Pere Lluís Font, nacido en un pueblecito del Pallars Sobirà, Pujalt, precisamente en 1934. Formado primero en Toulouse en una especie de autoexilio, y después en Barcelona –con profesores como Joaquim Carreras Artau, Francesc Gomà y Eusebi Colomer–, ha trabajado incansablemente para romper el acomplejamiento de la filosofía frente a la ciencia y para hacer dialogar el cristianismo con las razones filosóficas de la modernidad. Después de un breve paso como docente por la UB, fue profesor de la UAB desde su creación en 1968 hasta su jubilación en 2004. Con Pep Calsamiglia y Josep Ramoneda impulsó en los años 70 la colección de clásicos del pensamiento traducidos al catalán, truncada cuando llevaba 93 títulos. El espíritu de aquel fabuloso proyecto, que pasó de la editorial Laie a Edicions 62, era garantizar la transmisión crítica en catalán del patrimonio cultural universal. Los últimos veinte años de jubilado han sido fructíferos, con cimas monumentales como la traducción de los Pensamientos de Blaise Pascal al catalán, un trabajo ingente que en el 2022 le mereció el Premio Nacional de traducción del ministerio de Cultura.
Me he pasado el último fin de semana en compañía de la revista-libro monográfica que le ha dedicado Qüestions de vida cristiana, compendio de textos suyos y de discípulos como Ramoneda –lo presenta como un gran desacralizador–, Mercè Rius –se le imagina como reencarnación de Kant–, David Jou –le reprocha que haya sido demasiado riguroso consigo mismo–, Jaume Casals –admira su ingente cultura y bondad–, Josep Olesti –retrata su alter ego pascaliano–, Francesc Torralba –lo considera un homenot–, Maria Corominas –remarca su trabajo con la lengua–, Josep Maria Forné –destaca su maestría socrática no doctrinal–, Antoni Bosch-Veciana –le valora rigor, inteligencia y profundidad– e Ignasi Boada –elogia su dignidad y la tolerancia–, entre otros.
Con ellos, y con los eternos compañeros de viaje de la historia de la filosofía, Pere Lluís Font se ha dedicado a buscar respuestas a las grandes preguntas: ¿qué es ser? ¿Por qué hay algo en vez de nada? ¿Qué es conocer? ¿Qué significa ciencia? ¿Qué relación existe entre lenguaje, pensamiento y realidad? ¿Existen obligaciones incondicionales? ¿Qué es la emoción estética? ¿Qué significa ser hombre? ¿Somos libres? ¿Tenemos alma? ¿Existe un destino humano ultramundano? ¿Hay Dios? ¿De dónde viene el mal? ¿Existen realidades espirituales? ¿Hay realidades materiales? ¿Tienen conciencia los animales? ¿Qué son el espacio y el tiempo? ¿Existe teleología en la naturaleza y/o en la historia? No me digan que no es apasionante tratar de responder a todo esto. Y hacerlo de la mano de un admirable sabio.