Lluís Llach: "Me toca morir en una época en la que valores que yo amaba se van a hacer puñetas"
Músico y escritor. Publica 'El libro dorado'
BarcelonaLluís Llach (Girona, 1948) lleva décadas poniendo en práctica "el oficio de llevar la contraria". Lo ha hecho a través de canciones como La estaca y de varios desafíos al régimen franquista. Desde que dejó la música, Llach ha desplazado su iconoclastia hacia la literatura, con novelas como Las mujeres de la Principal (Empúries, 2014) y El chico del Maravillas (Empúries, 2017), al tiempo que se ha implicado a fondo en la lucha cívica y política por la independencia de Catalunya. Ha encontrado un agujero en la apretada agenda como presidente de la Assemblea Nacional Catalana, que lidera desde el pasado junio, para hablar deEl libro dorado (Universo, 2025).
Esta novela, la quinta que publica desde que debutó con Memoria de unos ojos pintados (Empúries, 2012), se lleva a los lectores hasta el siglo XIII, y está conectada con la anterior, Jaque al destino (Universo, 2020).
— Mi vida con las editoriales es una especie de gincana terrorífica. Jaque al destino salió con un año de retraso, y entre el momento de terminarla y su publicación fui preguntándome por dónde quería continuar. Durante el proceso de investigación por esa novela había encontrado un documento que me trastocó, donde se decía que la Inquisición no mataba a las brujas. Hasta entonces pensé que sí, como tanta otra gente. ¿Cómo es que una mentira así puede haberse impuesto?, me pedí.
De ahí fue estirando el hilo hasta llegar a la historia deEl libro dorado?
— Sí. La Inquisición española actuó desde finales del siglo XV. Mucho antes de ser llamadas brujas, las curanderas o hechiceras ya empezaron a ser perseguidas. Fue a mediados del siglo XIII cuando se impulsaron las primeras universidades. En ese momento, cuando se oficializó la enseñanza a través de las artes, las mujeres desaparecieron del mapa. Existe un ejemplo maravilloso que lo ilustra. En Salerno vivió en el siglo XI una mujer, Trotula de Ruggiero, hija de la familia más rica de la ciudad, que realizó el primer tratado de obstetricia que se conoce en el continente europeo. Este tratado fue propagando por todas partes... Hasta que en el siglo XIII en Trotula se la dejó de conocer por su nombre, que fue sustituido por el de Trotos o Platerio.
Trotula se había convertido misteriosamente en un hombre.
— Ha habido un racismo constante hacia la mujer desde Adán y Eva. Según la Biblia, Eva es culpable de que los hombres tengamos que trabajar y sudar para que pueda ser madre... El machismo ha sido y es el primer racismo que existe en el mundo, y no es un problema de piel, sino de sexo.
En El libro dorado abunda la presencia de curanderas y hechiceras: primero son bien consideradas, pero a medida que avanza la novela se las cuestiona.
— Mi hipótesis es que la red semántica que justificó el racismo contra las mujeres y contra las medicinales fue la universidad. A las curanderas se las perseguía por ser mujeres y también por ser libres.
Personajes como Sança, Morgana y Julia hacen un servicio a las personas, las curan de las desgracias con brebajes, ungüentos, esencias, aceites y cataplasmas... y se transmiten el conocimiento de madres a hijas.
— Este punto es importante. Genís Feiner, uno de los personajes principales de la novela, consigue que las curanderas le transmitan su saber y en paralelo entra en contacto con la medicina gracias a Abü, un médico y filósofo de Granada. No se explica cómo puede que funcionen tan bien sus propuestas... Por eso quiere que su hijo, Arnau, estudie medicina e intente integrar ambos saberes para curar a las personas.
En el siglo XIII la medicina estaba mucho más avanzada en los países musulmanes que en los cristianos.
— Mientras aquí se utilizaban las sanguijuelas para curar todo tipo de enfermedades, en Granada y en el Magreb la medicina había avanzado tanto que ya se operaban de cataratas. Hay un momento en que Abü dice que los cristianos acabarían siendo para Al-Ándalus lo que los bárbaros habían sido para el Imperio Romano.
Al igual que escritores como Amin Maalouf, le gusta desmontar las versiones oficiales de la historia.
— Me gusta desenmascarar las manipulaciones. Las de antes y las de ahora.
Desde hace unos años hablamos constantemente de noticias falsas, pero no ha impedido que partidos con propuestas autoritarias hayan ganado recientemente las elecciones.
— Llevamos dos siglos de democracia, dejando a un lado Napoleón y otras chorradas. Hasta entonces, las normas de conducta habían sido vehiculadas a través de la religión. Poco a poco, las democracias fueron creando una red de valores éticos: la libertad, la equidad, la fraternidad... El actual reaccionarismo, que arranca con el neoliberalismo de Margaret Thatcher, se propone destruir la moral cívica construida durante los dos siglos de democracia. El capitalismo desbocado necesita romper con el control que representan la moral, las normas y la ética.
Desde el inicio de su trayectoria en los sesenta no ha dejado de levantar la voz contra injusticias políticas y sociales.
— He luchado toda mi vida por construir un mundo mejor, y sin arrepentirme un poco. Ahora veo cómo retrocede la calidad convivencial entre los humanos. Me toca morir en una época en la que los valores que yo amaba se van a hacer puñetas.
Y como catalán, ¿se siente especialmente frustrado?
— Vivirlo como catalán es la pera. Los catalanes sólo seremos si queremos ser. Incluso el día en que tengamos libertad habrá que continuar nuestra lucha. Todo lo tenemos en contra. Durante los últimos diez años se intentó llegar a la libertad colectiva a través del pacifismo, de actos democráticos y siguiendo la Constitución hasta el momento de la quebradiza.
Entonces llegó la represión.
— Encontramos el fascismo.
¿Cómo estamos ahora?
— Es bastante desesperante. Pero a mí esto no me desespera: ser catalán es una maravillosa escuela de vida. Estoy muy agradecido por ser homosexual, porque esto me permitió poner en cuestión todo lo que se me decía que era verdad y mentira. Tuve que desarrollar una conciencia política, cultural y social desde muy temprano.
Se dedicó a la música desde muy joven.
— ¡Y no lo quería! Mi oficio ha sido llevar la contraria. Pero no lo hago desde la protesta, sino desde la indignación: cada vez que he profundizado en un tema me he dado cuenta de que los espacios de libertad del ser humano son pequeños y manipulables.