Literatura

La tradición oculta de escribir haikus en catalán

Yoshiko Tazawa dedica su último ensayo a explorar los orígenes del cultivo de esta forma poética japonesa en Cataluña

Barcelona"Hasta ahora, en los estudios de la difusión del haiku en España, el papel de la literatura catalana ha sido ignorado casi totalmente fuera de Cataluña", explica Yoshiko Tazawa, profesora en la Universidad de Kanzai, en Japón, que ha dedicado varios ensayos a divulgar esta forma poética, tanto en la práctica dentro de su país como en su repercusión internacional. Lo último es Como una ballesta en el aire azul (Ediciones Invisibles, 2024), en la que dedica una parte importante del volumen a explorar los orígenes del cultivo del haiku en Cataluña.

"Lo primero que lo presentó fue Josep Carner, en un artículo en La Voz de Cataluña el 15 de junio de 1906", recuerda Tazawa. Carner detalla las particularidades formales –que consta de diecisiete sílabas, repartidas en tres versos (5-7-5)– y que "es una visión exquisita y arbitraria [.. .] de las pequeñas bellezas del mundo sensible". "La finura de su percusión en el espíritu es tal, que muchos hombres chapuceros no sentirán nada", añadía el autor deLos frutos sabrosos. Sólo ocho días después, coincidiendo con la verbena de Sant Joan, Eugeni d'Ors escribió el primer haiku en catalán al final de un artículo en su Glosario, también publicado en La Voz de Cataluña. De Ors se centraba en el cohete, uno de los petardos más populares: "La Columna es bien derecha, / pero los dioses amen del Cohete / la curva -un poco escéptica...". "Una de las posibles interpretaciones del poema es que el autor ironiza sobre la curva de la trayectoria del cohete para contraponerla con el arte recto, neoclásico y masculino que propugnaba el novecentismo que él defendía", resume Yoshiko Tazawa.

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El haiku y las vanguardias

En Como una ballesta en el aire azul, la profesora y ensayista también analiza el influjo del haiku en las primeras vanguardias, a través de ejemplos como los de Josep Maria Junoy y Joan Salvat-Papasseit. "Junoy viajaba a menudo a Francia, donde el haiku ya era un género más consolidado –explica–. Él escribió en catalán, castellano y francés". Uno de ellos hace así: "Noche de luna / extendida por el mar salada / lija de sirena". Salvat-Papasseit, de quien este año se conmemora el centenario de la muerte, fue también uno de los precursores del haiku en catalán. Al igual que ocurre con Eugeni d'Ors y Josep Maria Junoy, la métrica, en vez de calcar la japonesa, varía en cada caso: prima el traslado de la emoción –urgente, imprevisible y salpicada de belleza– por encima del respeto a la forma original. "El rastro de la influencia del haiku es evidente en los poemas de Salvat-Papasseit –admite Tazawa–. Aunque él no los califique de haikus, su mirada es diferente gracias a ellos, al igual que ocurre, en España, con tres de los grandes precursores del género, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca".

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El haiku es una de las formas de poesía tradicional japonesas más divulgadas en todo el mundo. Fue en el siglo XVII cuando Matsuo Basho le popularizó en su país de origen. "En Europa, la gente que escribía poesías lo hacía dejándose inspirar por Dios o en el ser humano. La naturaleza, cuando aparecía, era naturaleza dominada por los hombres. Los poetas europeos son gente especial que se marca grandes hitos –dice Yoshiko Tazawa– En Japón es diferente, hay mucha gente normal que escribe haikus y tankes [la tanka es un poema de cinco versos planos sin rima, y ​​la estructura silábica es 5-7-5-7-7]. De hecho, todavía ahora todos los diarios importantes de Japón incluyen una página en la que se pueden leer. Tanto los haikus como las tankes son dos formas muy cercanas". Para Tazawa, uno de los méritos de los haikus es que a menudo aparecen toda clase de animales y plantas que la alta poesía mayoritariamente ha dejado de lado. "Incluso l 'escatología está presente en haikus de un autor tan apreciado como Matsuo Basho", insiste.

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Iluminar el desván

Si el lector catalán quiere adentrarse en la poesía clásica japonesa, ahora mismo puede encontrar En almohada de hierba (Proa), en la que Miquel Desclot versiona cientos de poemas escritos entre el siglo IV y el XX, donde el haiku tiene una presencia notable. Si quiere profundizar en la tradición de más de un siglo –incluso poco conocida– de escribir haikus en catalán, la puerta de entrada más exhaustiva es Luz en el desván, que D. Sam Abrams antologó y prologó para Viena en el 2019. "Es el mío best-seller, ya vamos por la tercera edición", explica el crítico literario, poeta y profesor. "El recorrido del libro arranca en 1906, con el Cohete escrito por Eugeni d'Ors, y llega hasta el 2018 –recuerda–. Hay 96 autores y 1.596 poemas. La idea inicial de Luz en el desván la tuve en 1984, cuando leí un bellísimo dietario de Tomàs Garcés, El tiempo que huye. En una de las anotaciones explica que ha estado releyendo a Matsuo Basho y acaba haciendo un haiku: «Luz en el desván. / Fuera, el pájaro. / Pero está el cristal»”.

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Aunque hasta hace poco haya sido "una tradición oculta" en Catalunya, para Abrams "el cultivo del haiku no es ninguna broma, y ​​además de poemas ha motivado libros enteros y de gran valor". El autor de Luz en el desván cita Haikús de Arinsal, de Agustí Bartra (1981); Larari, de Francesc Prat (1986); Poemario de Bosnia, de Jaume Creus (1995); Haikús del camionero, de Dolores Miquel (1999), y De oficio verdugo, de Lluís Maicas (2000). Entre los autores más jóvenes que han cultivado el haiku están Abraham Mohino, Jordi Julià, Iban L. Llop, Pau Gener, Isabel Garcia Canet, Silvia Bel Fransi, Jaume Coll Mariné y Jordi Mas López, quien “ha hecho mucho para espolear el estudio, la divulgación y la traducción del haiku japonés en Cataluña durante los últimos años”, recuerda Abrams: “Mas López ha cultivado el haiku de forma sistemática en libros como Sema (2010), Febrero (2015) y El grito y el eco (2016)”.

Una iniciativa singular en el campo del haiku en Cataluña son los premios literarios Grau Miró, que impulsó a Salvador Barrau en 2004 desde la Asociación de Vecinos Coll Vallcarca. "Es interesante destacarlos de cara a la popularización de formas breves como las del haiku y la tanka –asegura Yoshiko Tazawa–. Hay que perder el miedo a escribir". Los concursantes presentan tres poemas unidos por un tema o motivo. Entre los últimos ganadores se encuentra Bartomeu Ribes. En uno de los haikus deAcabando mayo, Ribes escribe: "No duerme la oscuridad / que por dentro nos habita / desnuda y muy negra".

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Valentí Gómez-Oliver condensa su visión del mundo en 100 haikus

El último poeta que ha dedicado un libro entero al haiku, con la singularidad de que lo presenta simultáneamente en siete lenguas, es Valentí Gómez-Oliver. El autor de Oro verde (Empúries, 1995) y Roma, paseo por la eternidad (Destino, 2012) ha ido escribiendo haikus desde hace una treintena de años. Cuando llegó al millar, que tiene repartidos en catorce libretas, decidió hacer una elección de cien. La editorial Lapislázuli los ha reunido en un volumen, 100 haikus , que incluye los originales en catalán y castellano y también las traducciones en otras cinco lenguas, entre ellas la inglesa, la alemana y la japonesa. De esta última se ha ocupado Yoshiko Tazawa. "Traducirlos no fue solo un placer, sino que ensanchó mi concepto de qué es un haiku –admite–. ¡Qué abundantes son los contenidos de los poemas de diecisiete sílabas de Valentí! Cómo explicar bueno su mundo en tan poco espacio!".

100 haikus condensa la visión personal del autor de algunos de los temas y personajes que le han preocupado a lo largo de su trayectoria. "Ser terrible, / por su odio hace el mundo / lugar aburrible", escribe en Dictador . "O todo o nada: / si ahora bien te endereces / harás el peso", asegura a Català . La mirada panorámica de Gómez-Oliver viaja hasta Zenón de Eléa, Pitágoras y Jesucristo y llega hasta Nelson Mandela, las fake news y el coronavirus: "Covid-19 / se esconde y nos tortura / un virus nuevo". Además de las traducciones, el libro incluye una ilustración del autor para cada poema. "Como se trata de un poema breve, sencillo y profundo, el haiku nos permite mostrar sin florituras lo esencial o al menos intentar insinuarlo", se puede leer en el prólogo del volumen. El autor ahora define el espíritu ("Rayo de misterio, / que atraviesa el acero, / vínculo etéreo"), defiende la inteligencia ("Lo hace la piensa: / aprender cosas nuevas / gran recompensa").