Represión franquista

Así era la comisaría de la Via Laietana donde se torturaba

Entramos en la jefatura de la Policía Nacional a través de los recuerdos de los que estuvieron encerrados y mediante la inteligencia artificial

BarcelonaNo es posible bajar al sótano donde se encontraban los calabozos de la comisaría de Via Laietana. Este diario lo ha intentado en varias ocasiones y siempre se le ha denegado su acceso. Es un lugar de funesto recuerdo para muchos hombres y mujeres que durante la dictadura y los primeros años de la democracia lucharon contra el fascismo o tenían un perfil que no encajaba con lo que el régimen consideraba un buen súbdito.

Es un espacio coto, incluso para los abogados o concejales. Tampoco hay fotografías públicas. Sin embargo, quienes estuvieron detenidos recuerdan cómo era todo, incluso los olores y los ruidos. Es a través de sus recuerdos que el ARA, en el marco de un proyecto conjunto con Domestic Data Streamers y el Centro para la Defensa de los Derechos Humanos Irídia, quiere hacer visible, con inteligencia artificial, un espacio que los que van estar detenidos quieren que sea ​​de la ciudadanía. Las imágenes que se pueden ver en este reportaje son algunos de los primeros resultados de este proyecto para recrear cómo eran los calabozos y los espacios de interrogatorio de la comisaría de la Via Laietana durante el franquismo a partir de la memoria. El objetivo es que no se olvide la represión, pero tampoco la lucha antifascista. Los testigos no olvidan las escaleras estrechas y oscuras, los barrotes, el banco de piedra donde debían dormir, los gritos, la puerta del lavabo que no se podía cerrar...

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Pere Ros, detenido en 1980

A Pere Ros, que militaba en el Partido Socialista de Liberación Nacional (PSAN), le detuvieron a finales de 1980, cuando ya hubo elecciones democráticas en España. Le acusaron de estar vinculado a ETA, y estuvo encerrado ocho días y ocho noches en la comisaría de la Via Laietana. "Allí había rejas, en la Modelo chapa y una espiera. Cuando bajé a los calabozos de Via Laietana, pité la Muixeranga de Algemesí.Si alguien la silba significa que eres de la peña, y ahí nadie la conocía. Estuve solo con los presos comunes". Ros recuerda la escalera estrecha y oscura que subía y bajaba cada vez que tenían que interrogarla en unas habitaciones, donde había archivos.

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Cuando salió de Via Laietana, el encerraron en la Modelo, donde estuvo tres meses antes de pasar a disposición de la Audiencia Nacional, que le absolvió. ir al juzgado, el juez me preguntó: «¿Torturas o maltrato?». Yo le dije que no lo sabía, que me habían dado hostias”, dice Ros. película donde se muestren torturas o dónde haya malos tratos.

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Silvia Reyes, detenida más de treinta veces

Silvia Reyes, fallecido este mes de mayo, llegó a Barcelona desde Canarias en 1972. Quería trabajar en la hostelería y ganar dinero suficiente para hacerse un tratamiento hormonal. No tuvo suerte en ninguno de los establecimientos de la Costa Brava donde se presentó. "Me decían que no querían gente como yo, que tenía que cortarme el pelo y las uñas y vestirme como un hombre", recordaba. Una noche, paseando por la Rambla, le sugirieron ejercer la prostitución, y dijo que sí, porque tenía que pagar la pensión. Después de dos meses, llegó la primera detención. secreta. Con una furgoneta, nos trasladaron a la Via Laietana", explicaba. Hubo otras muchas detenciones: "Nos cerraban el viernes y nos soltaban al lunes el mediodía, así cada dos o tres semanas. No nos daban comida y nos ofrecían muy poca agua, y dormíamos en el suelo. La misma noche que nos dejaban salir nos maquillábamos y volvíamos a la calle”. No la soltaban en el baño, cuando lo pedía. A Reyes le aplicaron la ley de peligrosidad social para ir vestida de mujer. Estuvo cuatro meses en la Modelo y después la llevaron con una furgoneta en el penal de Badajoz. "Me gustaría que el colectivo LGBTI recordara más a quienes estuvimos represaliados durante la dictadura y todo lo que sufrimos", reivindicaba cuando la entrevistamos.

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Teresa Alabèrnia, detenida en 1969

A Teresa Alabernia la detuvieron cuando acababa de casarse. "Nos habían dado cuatro orientaciones de lo que podíamos hacer cuando nos detuvieran para poder resistir. Podíamos hacer de cínica, de llorona o de sapo. Cogí la cínica, que me iba más con el carácter", explica. Estuvo tres días sola en una celda. "Primero estuve sola, pero luego entró una mujer que estaba dando el pecho y la separaron del bebé. No había catre, ni colchoneta, sólo había un pedazo de cemento alargado. Todo estaba muy oscuro, nunca sabía si era de noche o de día. Había una ventana, pero debía de dar a un patio de ratas, porque no entraba un poco de luz", recuerda Alabernia. No ha olvidado los interrogatorios. "Entró el Creix, que era famoso por su sadismo, sólo por asustarme".

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Siempre dijo que era maestra y que no sabía nada de nada. No recuerda haber comido nada. "Me daba mucho asco y sólo bebí agua. Intenté dormir en aquella mísera celda, incómoda, y descubrí que se puede dormir de pie. Cuando, por agotamiento, me dormía, me despertaban y me hacían subir otra vez a arriba". Siempre había amenazas veladas. "Pesara quien petase, tenía que seguir mi rol, pero tenía miedo. Como mujer, temía que me tocaran, porque me habían contado muchas cosas. A mí no me insultaron, pero a Nuri sí que la insultaron . Le llamaron puta". Núria es la escritora Núria Cadenes, la hija de Alabèrnia, y la detuvieron en septiembre de 1988.

Escucha los testigos de torturas en la comisaría de la Via Laietana
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Este audio, con testimonios de las víctimas que han participado en este artículo, se puede escuchar también en la exposición 'Generació TOP', en la antigua prisión Modelo de Barcelona.

Montserrat Clavé, detenida en 1962

A Montserrat Clavé la arrestaron en mayo de 1962 durante la manifestación de la Universidad de Barcelona en solidaridad con la huelga minera de Asturias. El edificio de Via Laietana siempre le ha parecido siniestro. "Estuve 78 horas y creía que saldría después del interrogatorio, porque acababa de cumplir dieciséis años, pero de allí me llevaron a la Model. Su obsesión era que diera algún nombre", recuerda. Clavé guardaba en casa una maleta con la revista Universidad, una publicación del PSUC, que debía salir ese mes. Por suerte, se lo fueron a buscar a sus compañeros y la policía no encontró nada. "El inodoro de abajo de los calabozos no tenía puerta. Y tenías que mear o lo que fuera delante de un policía. Imagínate si tenías la regla. Era una situación muy degradante", dice. Mientras estuvo encerrada no vio a ninguna otra mujer. "Sí oía voces y ruidos. En algún momento oí algún grito, pero no sé si al final lo fabulo. Estaba tan convencida de que saldría, que cuando me llevaron a la Modelo y me dejaron dentro de una celda sola, se me derrumbó el mundo", dice Clavé.

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Josep Calasanz Rizo, detenido en 1976

A Josep Calasanz Rizo le detuvieron en febrero de 1976. "El calabozo tenía la forma de un cuadro pequeño, debía medir tres metros por uno como mucho. Había un banco de cemento", relata. No recuerda si lo subieron a la primera o segunda planta, pero sí que en la habitación había dos mesas de escritorio. En una había una pistola y, en frente, una ventana abierta. "En la habitación no iban uniformados, sino de paisano, y me empezaron a pegar por todas partes. Cuando vi la pistola, pensé que me harían saltar por la ventana. Me hicieron abrir de piernas y cantar Cara el sol saltando y bailando y en cuclillas". Calasanz recuerda que entraron dos hombres jóvenes, le hicieron abrir de piernas y le dieron patadas en la entrepierna. "Me colgaron por las rodillas, por detrás, en una barra de hierro que colocaron entre las dos tablas. Me quitaron los zapatos y, con una barra de hierro, me golpearon en la planta de los pies". No recuerda haber comido nada en tres días, pero no estaba muy consciente. Le ha costado mucho poder superar todo esto. " Lo voy contando muy despacio. El edificio siempre lo he visto un poquito de lejos. Me gustaría que la policía se marchara y este edificio quedara para nosotros", asegura.

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Genoveva Munell Madriles, detenida en agosto de 1975

En la Genoveva Munell Madriles la pillaron repartiendo volantes. Consiguió escapar, pero el policía le arrancó el bolso con toda la documentación. Vivió en clandestinidad durante dos años hasta que dos agentes de la brigada político-social la localizaron y se la llevaron a Via Laietana, cuando apenas se decretó la ley antiterrorista. Estuvo encerrada diez días. "Allí dentro perdí la noción del tiempo. Recuerdo que las celdas tenían forma de U y había unas columnas en medio. Todo estaba horriblemente sucio", dice. Ella también sufrió torturas. Mientras lo interrogaban siempre había una pistola sobre la mesa. "A las mujeres nos humillaban de una manera diferente. Me vino la regla, pedí compresas y me dijeron que me lo montas como pudiera. Iba toda sucia y mi cuerpo reaccionó cortándolo todo; la regla no me volvió hasta muchos meses después". Munell no olvida el olor permanente de desinfectante porque ahí todo estaba sucio. "Me tiraban cubos de agua y me dejaban mojado y que se me secase la ropa mientras la llevaba encima. Por la noche no me daban ninguna manta y dormía allí, sobre el cemento. Los interrogatorios estaban casi siempre a horas intempestivas, me imagino que iban a los bares, porque venían medio colocados. Munell acude a las concentraciones que hay dos martes al mes frente a la comisaría para reivindicar que se convierta en un puesto de memoria. "Los policías, se joden y hacen ruido para molestar. No he fallado ninguna semana", dice.