Obituario

Muere Silvia Reyes, incansable activista trans

Pasó por la cárcel en numerosas ocasiones y nunca dejó de luchar por los derechos de los transexuales

Silvia Reyes
2 min

BarcelonaSilvia Reyes (Las Palmas de Gran Canaria, 1949), que acudió a Barcelona en 1972 con la esperanza de encontrar trabajo y más libertad que en Las Palmas, ha fallecido a los 75 años. Nunca dejó de luchar por los derechos de los transexuales y siempre fue extraordinariamente generosa a la hora de contar su historia.

Silvia Reyes llegó a Cataluña creyendo que podría trabajar en el sector de hostelería. De hecho, trabajó en un hotel de Lloret de Mar, pero después de cuatro meses le dijeron que o dejaba de depilarse las cejas y se cortaba el pelo o la echaban. “Sólo podía quedarme si me vestía de hombre, no me querían ni para fregar los platos”, explicaba en una entrevista en el ARA. Se marchó. Así era ella, nunca cedió en ese aspecto. Ni renunció a vestirse como ella quería ni en su orientación sexual. Sin trabajo, se fue quedando sin recursos y, finalmente, acabó ejerciendo la prostitución en el paseo de Gràcia. Lo hizo durante tres años y la detuvieron una treintena de veces.

Pasó unos meses en la Modelo, donde los homosexuales estaban aislados, y después en el penal de Badajoz. “Me aplicaron la ley de peligrosidad social. En prisión venía un psicólogo a examinarme y concluyó que tenía una personalidad muy femenina con brotes de esquizofrenia”, decía. Salió el 27 de noviembre de 1975, pocos días después de la muerte de Franco. En 1977 todavía estaba vigente la ley de peligrosidad y rehabilitación social, aprobada en 1970, que había sustituido la ley de vagos y maleantes, modificada por el régimen franquista en 1954 para incluir la represión a los homosexuales. La ley establecía que se les podía sancionar con multas o encerrarlos en prisiones y centros psiquiátricos por someterlos a terapia. Cuando salió de prisión, le dijeron que no podía volver a Barcelona durante dos años y se dedicó a realizar espectáculos por Francia y Suiza. A los 54 años bajó de los escenarios porque se había "cansado" de esa vida, que le permitió ayudar económicamente a la familia que le había repudiado.

Lo que más deseaba era tener el cuerpo de una mujer. Cuando vivía en una pensión en la calle Hospital, intentó conseguir hormonas: las venían de estraperlo en una farmacia del Raval. "Pete quien pete, me quería poner tetas y en pocos meses me salieron unos preciosos", recordaba. Desde el primer momento fue muy activa a la hora de luchar por los derechos de los transexuales. Participó en la primera manifestación LGTBI en el Estado: fue el 26 de junio de 1977, cuando unas 4.000 personas salieron a la Rambla de Barcelona en defensa de los derechos LGTBI. Había gays, lesbianas y transexuales, pero también feministas y sindicalistas que exhibían pancartas en las que se podía leer: “No somos peligrosos” o “La Iglesia no nos acepta, pero Dios nos ama. Por algo nos creó”. La manifestación, que terminó en Canaletes con la intervención de la policía, cargas y balas de goma, protagonizó muchas portadas de la prensa internacional.

Reyes no sólo vivió momentos muy duros durante la dictadura y la Transición. También tuvo que sufrir en democracia. La marcó muchísimo la muerte de su compañera, Sonia Rescalvo Zafra, asesinada por un grupo de neonazis miembros de los Boixos Nois en el Parque de la Ciutadella, en Barcelona, ​​en 1991.

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