"El miedo domina la vida de mucha gente"

Maria Llovet, ilustradora y autora de cómic

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La ilustradora y autora de cómic Maria Llovet, en el Raval.

BarcelonaTerror y erotismo. Maria Llovet (Barcelona, ​​1982), una de nuestras autoras de cómic con mayor proyección internacional, sabe perfectamente cómo enganchar al lector con historias que a menudo provocan miedo y excitación a partes iguales. En septiembre publicará en Estados Unidos Violento flowers, una miniserie para la editorial Image protagonizada por vampiros, los monstruos más icónicos en esta mezcla de sensualidad y maldad. “Me gustan las historias que dan mal rollopero que son estéticamente preciosas. Del erotismo, me interesa sobre todo el deseo”, reconoce la guionista y dibujante, sin esconder la influencia que han tenido en su obra los cómics japoneses, como buena lectora de manga desde pequeña. El nuevo título llegará después del éxito de Crave para el mismo sello –otra miniserie publicada aquí por Norma en castellano–, donde explica la pesadilla de un grupo de adolescentes dominados por una aplicación perversa.

Dedicarse al cómic no ha sido vocacional en el caso de Llovet. De joven sólo sabía que quería ser artista y trabajar en proyectos creativos. Por eso intentó entrar en Bellas Artes, pero no pasó la prueba de acceso. "Creo que al final tuve suerte de que me rechazaran porque entonces fui un poco de rebote a hacer diseño gráfico, que tampoco terminé, pero que me ha sido muy útil a mi profesión".

Portada original del primer número de 'Crave', de Maria Llovet.

Pese a tener una carrera consolidada, todavía siente una sensación de extrañeza cuando entra en una tienda y ve a sus cómics a la venta. “Yo me dedico a esto y no soy muy consciente de que mis cosas se publican y llegan a mucha gente. No me lo creo, todavía. Me parece raro, pero estoy contenta porque es lo que quiero hacer”, dice Llovet, una autora que tuvo claro desde sus inicios que con el limitado mercado catalán y español no se puede vivir del noveno arte: “Desde el principio decidí que quería salir fuera, especialmente en el mercado en lengua inglesa, porque al final es lo que llega a todo el mundo. En nuestra casa tenemos tiendas especializadas, buenas editoriales y eventos como el Salón del Cómic de Barcelona o el del Manga, pero el público es muy limitado. Aquí no puedo vivir del cómic”.

Curiosamente, pese a ser experta en poner los pelos de punta a los lectores, no era consciente de que escribía cómics de terror. “A pesar de considerarlas perturbadoras, nunca pensé que hacía historias de miedo. Fue mi pareja, que también se dedica al cómic, quien me dijo un día que lo que yo hacía eran historias de terror. Sea como fuere, para mí lo importante es hacer pensar al lector”, explica Llovet, que confiesa también que sabe de qué habla en sus cómics porque ella misma experimenta muchos miedos: “El miedo domina la vida de mucha gente, en realidad la de todos. Y no hablo del miedo a monstruos ficticios o animales repulsivos, sino de miedos cotidianos. Yo lucho constantemente con esto, soy una persona tímida y con ansiedad social. Algo tan sencillo como salir a la calle puede ser un espanto”.

Llovet es consciente de que algunas de sus historias –como Insecto, donde se explicaba la relación incestuosa entre dos hermanos y que fue rechazada por una editorial francesa– pueden incomodar a ciertos lectores, pero asume el riesgo y rehuye la autocensura. “No quiero provocar ni ser enfant terrible, pero en el fondo debe ser valiente para hacer cualquier cosa. Por responsabilidad artística, hago lo que me da la gana”, subraya. Una dedicación, además, con pocas pausas porque en su caso verano no es sinónimo de vacaciones: “Trabajo todo el año. Hace poco que he empezado a dejarme libre algún fin de semana. A veces cojo unos días para descansar entre proyectos, pero el trabajo es prioritario. No me importa trabajar tanto, porque me gusta mi profesión”.

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