Muere Jean-Luc Godard, el gran revolucionario del cine
El cineasta francosuizo, el último gran superviviente de la Nouvelle Vague, ha recurrido al suicidio asistido
BarcelonaJean-Luc Godard, el último superviviente de la Nouvelle Vague, ha muerto este martes a los 91 años, según ha avanzado el diario Libération, que también confirma que el deceso ha sido un suicidio asistido, práctica legal en Suiza. “No estaba enfermo, simplemente agotado. Era su decisión y para él era importante que se supiera”, ha confirmado un familiar al diario francés. Godard fue el más revolucionario de la generación del cine francés que cambió por siempre jamás la manera de entender el cine de autor, tanto en Francia como en el resto del mundo. Hay un antes y un después de Godard, uno de los autores que junto con Eisenstein o Griffith hizo avanzar de manera determinante el lenguaje cinematográfico, expandiendo sus posibilidades con películas como La chinoise (1967), Pierrot el loco (1965) o Vivir su vida (1962). También fue uno de los grandes pensadores del cine, y lo demostró primero desde las páginas de Cahiers du Cinema y, después, desde su propia obra fílmica.
Godard sufrió un ataque de corazón en 2015, pero volvió tres años después con El libro de las imágenes, un ensayo cinematográfico de valor casi testamentario que ganó una Palma de Oro especial del Festival de Cannes. Era el punto final de una filmografía trascendental para la historia del cine que deja un legado inmenso de transgresión, belleza y radicalidad. Godard es sinónimo de cinefilia, un cineasta de cineastas que jugaba en una liga superior desde su primera película, Al final de la escapada (1960), uno de los debuts más impresionantes por su inteligencia, iconicidad y atrevimiento. Entre su primer film y el último pasan casi seis décadas, pero Godard consiguió mantenerse siempre moderno, polémico y transgresor. Si el cine tiene 127 años, él es el cineasta más influyente de la segunda mitad de su historia.
Nouvelle Vague y 'Al final de la escapada'
Nacido en una familia burguesa de médicos y banqueros suizos, Godard empezó a cambiar el cine antes de hacer películas, escribiendo críticas en revistas como La Gazette du Cinema o Cahiers du Cinema, donde colaboraban también otras críticos como André Bazin y los futuros directores François Truffaut, Claude Chabrol y Éric Rohmer. Godard entró en contacto con el grupo a raíz de frecuentar la Cinemateca Francesa, más atractiva para Godard que las clases de etnología de la Sorbona en que estaba matriculado.
Después de realizar algunos cortos y un documental, Godard consigue un gran éxito con Al final de la escapada, que más que un thriller rompedor es un film que marca un punto de inflexión en la historia el cine. Hace de la limitación de recursos una filosofía estética y reinventa el montaje con la fragmentación de sus ya míticos saltos (jump cuts) o la manera de filmar a los actores, Jean-Paul Belmondo y Jean Seberg, más icónicos imposible.
El impacto social y comercial de Al final de la escapada, con su reivindicación de un cine fresco, espontáneo, que sale a la calle y lo filma con espíritu documental, abre el periodo majestuoso de la filmografía de Godard: Una mujer es una mujer (1961), Vivir su vida, El desprecio (1963, con Brigitte Bardot), Banda aparte (1964), Alphaville, (1965), Pierrot el loco (de nuevo con Belmondo), Week-end (1967)... Cualquiera de estas películas, la mayoría protagonizadas por su pareja de la época, Anna Karina, serían suficientes para garantizar a su autor un lugar en la historia del cine, por su capacidad de subvertir géneros como el drama, el musical, la comedia o la ciencia-ficción. Todas juntas forman un monumento a la creatividad y el talento, llenas de soluciones y de ideas que otros cineastas han utilizado constantemente durante las décadas siguientes.
Godard, cineasta político
"No tenemos que hacer cine político, sino hacer cine políticamente", decía Godard, en referencia a la importancia de ser progresista no solo en cuanto al contenido de las películas sino a su forma. La política empieza a tomar el protagonismo en la obra de Godard a finales de los sesenta, a raíz de las revueltas de Mayo del 68 y, sobre todo, cuando a partir de la magnífica La chinoise (1967) empieza a flirtear con el maoísmo, movimiento al que se acabará adhiriendo.
Godard no solo incluye discursos políticos en sus obras –como el de los Panteras Negras en el singularísimo documental sobre los Rolling Stones Simpathy for the devil (1968)–, sino que reinventa radicalmente la manera de hacer el cine a través del llamado Grupo Dziga Vértov, un experimento fundado en 1968 por Godard y el filósofo Jean-Pierre Gorin en el que la autoría del director se disolvía siguiendo los principios revolucionarios soviéticos. El ejercicio de radicalidad y militancia marxista se tradujo en una serie de películas-ensayo que lo alejaron del público hasta que el director puso fin a la experiencia en 1972.
Godard, historia del cine
Con el tiempo, Godard renegaría de su etapa maoísta. En un movimiento de péndulo, en los 80 vuelve a la ficción con películas más convencionales, como Pasión (1982, con Isabelle Huppert y Michel Piccoli) o Yo te saludo, María (1985, con una joven Juliette Binoche en el reparto). Uno de los films más extraños de este periodo fue King Lear, aproximación muy libre y elíptica a la obra de Shakespeare que protagoniza, entre otros, Woody Allen.
Pero a finales de la década vuelve el Godard más experimental y radical con una de las obras más importantes de su carrera: las Histoire(s) du cinéma, una serie de ensayos fílmicos con los que el director reflexiona sobre la historia del cine de una manera no cronológica ni convencional, creando una especie de mosaico de imágenes, citas, fragmentos de películas, textos y músicas. Como siempre en Godard, hay coherencia entre el discurso y la forma, hasta el punto de que el discurso es la misma forma de las Histoire(s), que el director fue realizando del 1988 al 1998.
El Godard del siglo XXI no aflojó su búsqueda constante de nuevas formas con películas de insobornable libertad como Elogio del amor (2001), Nuestra música (2004), Film Socialismo (2010) o la incursiónen el 3D Adiós al lenguaje (2014), títulos cada vez más centrados en reflexionar sobre la naturaleza de las imágenes a través de un discurso ensayístico lúcido y provocador. Alejado de los festivales y de la promoción, sus apariciones públicas eran escasas, pero siempre jugosas, como cuando ofreció una rueda de prensa en el Festival de Cannes a través de videollamada y dijo la célebre frase: "El cine, como Catalunya, tiene dificultades para existir". Rey del aforismo cinéfilo, uno de los más célebres que tiene es: "Lo único que se necesita para hacer una película es una chica y una pistola". Para explicar qué significa ser moderno en el cine, lo único que hace falta es Jean-Luc Godard.