Música

"Las canciones de Gato Pérez están tan bien escritas que traspasan generaciones"

El Festival Mas y Mas Festival homenajea al músico en el Jamboree en el marco de la celebración del 50 aniversario de la Sala Zeleste

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Un concierto del Gato Pérez en 1981 en el Studio 54 del Paral·lel de Barcelona.

BarcelonaCuando Víctor Jou (1939-2023) levantó las persianas de la Sala Zeleste en 1973, hace cincuenta años, seguramente no imaginaba que aquellas paredes testimoniarían un bullicio creativo tan intenso. “Fue el caldo de cultivo de muchos estilos musicales, como el jazz de Tete Montoliu, la música clásica moderna de Jordi Sabatés, la música latina de la Orquestra Plateria y la canción de autor de Jaume Sisa. Y también la rumba catalana”, dice el saxofonista Alejandro Delgado, uno de los programadores del Jamboree.

Javier Patricio Pérez, Gato Pérez (1951-1990), fue uno de los músicos imprescindibles de aquella escena articulada en torno a la sala Zeleste de la calle Argenteria de Barcelona, primero como bajista del grupo de jazz-rock Secta Sònica y más adelante como renovador de la rumba catalana. "Fue él quien bautizó con el nombre de Ona Laietana todo este movimiento musical en torno a la Zeleste", explica Delgado. Por eso, cuando el Festival Mas i Mas decidió dedicar la edición de este año al quincuagésimo aniversario de la sala barcelonesa, el nombre del Gato Pérez apareció enseguida en la lista de homenajes pendientes, justo cuando ya no están ni Gato, ni Víctor Jou (muerto el pasado mes de abril), ni músicos como los hermanos Riqui y Jordi Sabatés (muertos en los años 2021 y 2022, respectivamente), ni tantos otros que fueron protagonistas de aquella excitante Barcelona de finales de los setenta. "El Gato no podía faltar", dice Delgado, que se ha encargado de una parte de la programación del Festival Mas y Mas.

El concierto de homenaje al Gato, que se celebrará el sábado 26 de agosto en el Jamboree (22.30 h), irá a cargo de Set de Rumba —el trío formado por David Torras, Oriol Pidelaserra y Nico Ramírez—, el cantante Dani Txarnego y el percusionista Quino Bejár, que tocó en los primeros discos del Gato. “Queremos recrear lo que pudo ser una fiesta Zeleste”, dice Delgado. Salvo Béjar, que participó activamente en la Ona Laietana, los demás músicos forman parte de generaciones posteriores, que de jóvenes tenían al Gato como referente inevitable y más adelante le tomaron el relevo con grupos de rumba como Ai Ai Ai, Sabor de Gràcia y Derrumband.

“Hace unos treinta años, en Gràcia, me junté con los gitanos del barrio –recuerda el cantante y guitarrista David Torras–. Con el Gato coincidí un par de veces. En 1987 di un concierto con Cathy Claret en la Sala Bikini y el Gato subió al escenario a tocar dos canciones con nosotros. Después, cuando entré en el grupo Ai Ai Ai, conocí a muchos de los músicos que le acompañaban hacia los ochenta, durante sus últimos años de vida”. Torras y los otros dos integrantes de Set de Rumba han continuado el trabajo de Derrumband, que en 2017 versionó Flarios de Barceluña (1982), del Gato. "Nos hemos convertido un poco en un grupo de culto suyo", dice el guitarrista.

Gato Pérez aportó a la rumba catalana un particular bagaje estilístico, desde los acordes de la milonga de su Argentina natal hasta los conocimientos del jazz, el rock y el pop. Pero uno de los aspectos que más ha perdurado en su música son las letras de las canciones. Gato es “el rumbero más lírico, noctámbulo y existencial que ha dado nunca este género”, dice el escritor Marcos Ordóñez, que le dedicó una biografía. “Era el poeta de la rumba. Sus canciones están tan bien escritas que han traspasado a generaciones –asegura Torras–. De hecho, se pasó a la rumba porque le pareció un medio de expresión cojonudo, un invento que le permitía decir lo que quería decir”. Gato no sólo bautizó a Ona Laietana, sino que también se inventó el nombre de ventilador para designar la forma de rascar la guitarra típica de la rumba. “Le gustaba poner etiquetas. A su modo, era un intelectual”, dice Torras. Y su legado incluye algunas de las canciones más bellas ambientadas en Barcelona, como La curva del Morrot o Rumba de Barcelona, que, además de describir el origen de la rumba–, incluye algunas estrofas escritas sólo con nombres de barrios de la ciudad, como "Somorrostro, Bon Pastor, / Hostafrancs, la Guineueta, / Sants, Carmelo, Guinardó, / Poble-sec, Barceloneta". Empoderando los barrios, que se diría ahora.

El homenaje al Gato Pérez dentro del Mas y Mas Festival coincide con la polémica entre el ministerio de Cultura y la Plataforma por la Defensa de la Rumba Catalana, que está preparando una candidatura para convertir este estilo musical en Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. En el concierto en el Jamboree, sobre todo se interpretarán canciones del Gato, como El ventilador, Gitanitos y morenos, Rumba de Barcelona y La curva del Morrot, pero también temas de Ai Ai Ai y clásicos de la rumba como Volare. “Y, después, lo que surja –dice Torras–. Los conciertos de rumba ya lo tienen, eso: nunca sabes cómo acabarán”.

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