Depeche Mode vampiriza el Palau Sant Jordi
El grupo británico triunfa de nuevo en Barcelona un año después de tocar en el Primavera Sound
BarcelonaSólo le faltaban los colmillos. El cantante británico Dave Gahan apareció este sábado por la noche en el Palau Sant Jordi con un chaleco de crupier, una camisa de cuello alto y de mangas anchas, unos zapatos puntiagudos y un pelo gris minuciosamente engominado. Parecía sacado de cualquier película de vampiros. Entre imágenes de ángeles, calaveras y mimos grotescos, el grupo británico Depeche Mode presentó por segunda vez en Barcelona el disco Memento mori (2023), después de un concierto en el Primavera Sound 2023 marcado por la muerte del teclista del grupo, Andy Fletcher (1961-2022).
Aunque conservan intacto el espíritu lúdico de aquellos chicos de los 80, el universo en blanco y negro de Depeche Mode es más fúnebre que nunca, pero siempre escrupulosamente elegante, sin caer en efectismos gratuitos. En el escenario, solo una pasarela y una letra M, imponente, que sitúa a la muerte como divisa. Es curioso que hable de la muerte un grupo que se resiste a morir, que después de cuarenta años de trayectoria aún logra reunir miles seguidores (en este caso, unas 17.000 personas en un sold out indiscutible). Sobre todo seguidores fieles, que se disfrazan con unas alas de ángel que imitan la portada de Memento muera y mustran pancartas con frases como "Fans desde 1981".
El concierto de Depeche Mode, un grupo que ha sabido evolucionar con mucha solidez, tuvo una tónica generacional innegable, y no faltaron temas clásicos como Never let me down again, Policy of truth, It's no good, Precious i Personal Jesus. Pero Gahan y Martin Gore no se dejaron despistar por la nostalgia y ofrecieron un show arraigado en el presente, alternando los grandes himnos con piezas recientes My cosmos is mine, Wagging tongue y Ghosts again. Si bien hubo momentos rockeros, con guitarras memorables como las de Walking in my shoes y I feel you, se impuso el carácter discotequero, con sintetizadores futuristas y luces de neón a todo trapo.
El contrapunto acústico corrió a cargo de Gore, que durante la mayor parte de la noche quedó en un segundo plano, pero que a medio concierto, acompañado de un piano meloso, cantó Strangelove y Somebody con una voz que Gahan catalogó de "angelical". Behind the wheel, dedicada a Andy Fletcher, también mereció aplausos de emoción. Y Condemnation, una balada de aire gospeliano, generó una hermandad sorprendente entre miles de personas.
Si algo quedó claro, es que Gahan y Gore todavía tienen ganas de ocupar las pistas de baile y las fiestas más desenfrenadas. No solo por los movimientos de cadera y las contorsiones acrobáticas de Gahan (que tiene 61 años y arquea la espalda con una flexibilidad digna del limbo), sino por la amplitud sonora de canciones como Enjoy the silence, Just can't get enough y Never let me down again, que todavía hacen saltar incluso a los más descreídos.