Crítica de ópera

'Don Juan no existe' no acaba de convencer

La ópera de Helena Cánovas se estrena la Festival Castell de Peralada

2 min
Natalia Labourdette representante 'Don Juan no existe' en el Festival de Peralada
  • Dirección artística: Jhoanna Sierralta
  • Soprano: Natalia Labourdette; tenor: Pablo García-López; barítono: David Oller;
  • Cosmos Cuarteto: Bernat y Oriol Prat, Lara Fernández y Helena Satué
  • Helena Otero (saxo), Miquel Vich (percusión) y Helena Cánovas (música electrónica)
  • Castillo de Peralada. 8 de agosto

Don Juan no existe, de Helena Cánovas, estrenada este jueves en el Festival de Peralada, no acabó de convencer. Con libreto en castellano de Alberto Iglesias, la ópera quiere homenajear a las escritoras borradas de la historia por el hecho de ser mujeres, a la vez que plantea un alegato contra el machismo imperante en el mito de don Juan. La protagonista, Carmen Díaz de Mendoza, condesa de San Luis, reflexiona sobre ser mujer y escritora mientras reniega de su personaje, Don Juan; en la segunda parte, es Cánovas quien reflexiona sobre la existencia del personaje hasta sucumbir.

Musicalmente, la compositora de Osona despliega armonías ricas de una gran variedad tímbrica y tensión dramática que el Cosmos Quartet, la saxofonista Helena Otero y el percusionista Miquel Vich, dirigidos por Jhoanna Sierralta, defendieron de forma excelente, incluidos algunos solos en los que dialogan con la soprano. En la parte vocal, Cánovas derriba todo el peso de la obra sobre la soprano, con algunos diálogos con barítono y tenor (David Oller y Pablo García-López respectivamente). Natalia Labourdette, de dicción perfecta, sobresalió en un auténtico tour de fuerza durante hora y media, defendiendo una partitura vocal nada amable ni para la cantante, que se mantiene en registros agudos bastante rato, ni para el público, por su carácter casi monódico. Sí estuvo muy bien la parte electrónica con la que jugó la misma compositora, alargando y superponiendo voces y sonidos instrumentales, con un final reminiscente del canto gregoriano realizado con la sola voz de Labourdette.

Tampoco ayudaron a animar la acción ni el texto, reiterativo, ni la puesta en escena minimalista de Bárbara Lluch, que pese a ser muy estética y con un buen juego de luces, resultó demasiado estática.

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