Crítica de música

Empezamos con Beethoven y una excelente prestación del Orfeó Català

Ovación en L'Auditori al final del concierto inaugural de la 40a temporada de Ibercamera

La Orquesta Nacional de Lyon y el Orfeó Català interpretando la 'Novena' de Beethoven en L'Auditori.
2 min
  • Programa: 'Sonata para violín y piano núm. 5 Primavera' y 'Sinfonía núm. 9 Coral', de Beethoven

Ibercamera ha abierto la 40a temporada con un concierto extraño. Sobre todo por el contraste abismal entre el Beethoven más íntimo de la Sonata nº 5 (Primavera) y el majestuoso de la última sinfonía, la celebérrima Novena. Programa, sin embargo, interesante, aunque no fue de los mejores que nos ha ofrecido la prestigiosa entidad musical, capitaneada con la tozudez y la excelencia de Josep Maria Prat, que en un breve discurso inicial quiso dedicar la velada al recientemente desaparecido mecenas Antoni Vila Casas.

En la primera parte, el entendimiento entre Pinchas Zukerman y la pianista Olga Sitkovetsky (sustituta de la inicialmente prevista Maria João Pires, indispuesta a última hora) sacó jugo a la famosa sonata, aunque se echó de menos mayor emoción en el discurso. Indudablemente, el trabajo virtuosístico estaba ahí, pero en el caso de Zukerman –ya me dispensarán– siempre he tenido la sensación de tener ante un violinista impecable técnicamente, pero frío en la narrativa desplegada.

Pinchas Zukerman y Olga Sitkovetsky en L'Auditori, en el concierto inaugural la 40ª templada de Ibercamera.

En la segunda parte, la Novena sinfonía contó con la Orquesta Nacional de Lyon y con el Orfeó Català, además de cuatro solistas de rendimiento desigual (Miah Persson, Virginie Verrez, Dovlet Nurgeldiyev y Gábor Bretz). Todo ello bajo la dirección de Nikolaj Szeps-Znaider. De nuevo, la extrañeza y la paradoja se adueñaron de una interpretación muy desigual. Inicios desgarbados como los del primer y cuarto movimientos eran perfectamente contrastables con momentos brillantes como la aparición del tema de la alegría a cargo de la cuerda grave, en un pianísimo al unísono ciertamente maravilloso y volátil. El gesto de Szeps-Znaider era claro y el rendimiento de la orquesta suficiente. Pero lo mejor fue la prestación del Orfeó Català, con una de las mejores Novenas que le recordamos. Secciones bien engrasadas, precisión rítmica y afinación impecable al servicio de la parte coral de la sinfonía, cantada además de memoria. Está claro que nuestra primera formación coral conoce a la perfección la obra beethoveniana, pero aun así nunca dejará de ser una página larga y exigente. Y la prueba de que la prestación orfeocatalana fue lo mejor de la velada fue la ovación cerrada que se le tributó al final.

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