Música

Júlia Colom: "Mallorca ya es como un posparaíso"

Música. Publica el disco 'Paradís'

BarcelonaCualquiera que lo haya oído en directo ya sabe lo impactante que es la musicalidad de Júlia Colom (Valldemossa, 1997). El disco Miramar (2023) mostró una artista que reivindicaba las raíces familiares y las tonadas mallorquinas con una naturalidad viva, nada arqueológicas. También añadía una perspectiva de pop contemporáneo. Ahora, con una sonoridad más cohesionada que liga el laúd omnipresente con la electrónica (magnífica producción con Martin Leiton y Òscar Garrobe), publica el álbum Paraíso (La Castaña, 2025). Lo presentará en directo en la sala 3 de L'Auditori de Barcelona el 11 de diciembre.

¿Dónde vives ahora?

— Entre Mallorca y Barcelona. En ambos sitios. Podría estar viviendo siempre en Barcelona y sólo ir a Mallorca en Navidad o una semana en verano, pero soy yo quien he querido estirar la situación para poder ir más a Mallorca.

¿También por una cuestión artística?

— Sí, porque todo lo artístico parte de una base muy personal. Después de vivir muchos años en Barcelona, ​​me he dado cuenta de que estoy mejor si puedo ir más a menudo a Mallorca. El precio a pagar es estar más en el aeropuerto y vivir sin terminar de organizarme a medio o largo plazo, pero puedo estar en Valldemossa, que es lo mejor que puede pasarme para poder recargar pilas y volver a la ciudad.

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De la experiencia de hacer el disco Miramar, qué es lo que has aplicado a Paraíso?

— Con Miramar no tenía una experiencia discográfica previa. Y de no tener ninguna a tener una hay una diferencia abismal. Si charlamos de música puramente, en Miramar hice un disco bastante ecléctico que tenía canciones de recuperación de raíz y canciones mías, y sonoridades distintas. Era difícil hacerme entender con tantos ingredientes en un mismo disco. En Paraíso decidí poner muchas limitaciones en cuanto a opciones de producción, sonoridad y timbre para que todo viniera del mismo sitio, que quien le escuche sienta que está todo el tiempo dentro de un mismo sonido, que fuera fácil de entender. Quería que fueran todo canciones mías, aunque hay una con las Tarta Relena que no lo es, Su madona.

También explicabas que Miramar era un disco con una función, porque la lógica de funcionamiento de la industria musical te pedía un disco.

— Ah, sí. Es que lo de los discos... Me gusta mucho el concepto de hacer canciones con la idea de un disco. Hacer singles solo no me parece un punto de partida bastante interesante. Pero, sin embargo, no puedo evitar cuestionarme. ¿Necesito sacar un disco? ¿La gente necesita que Julia Colón saque un disco? Nadie me ha dicho "me tiraré a las vías del tren si no sacas el disco". Si fuera el caso, yo sí que le sacaría encantada. Pero es que me he sentido en una posición algo rara. Empecé a dar conciertos hace muchos años, y no he parado. Y ha sido increíble. Siempre he querido que sea un trabajo. Entiendo que las normas del juego son unas, pero a mí ya me iba bien no tener disco.

Una de las grandes diferencias entre Miramar y Paraíso es precisamente el material. Prácticamente todas las canciones son composiciones propias.

— Este disco empezó a realizarse en la presentación de Miramar. Lo presenté en Barcelona en el Primavera Sound de 2023, y nos pedían tres cuartos de hora de actuación. Con el material de Miramar no llegaba en directo ni a la media hora, en caso de que me aplaudieran mucho, mucho. Necesitaba hacer otras cuatro o cinco canciones para llenar el cuarto de hora que me faltaba. De éstas, hubo una que sobrevivió a todo el proceso de Paraíso: Celosías. Diría que fue la canción semilla de todo el proyecto que vino después.

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Celosías tiene uno de los versos más potentes de todo el disco: "Te haré creer que estoy celosa y así te creerás que eres el hombre mío".

— Me hacía gracia tener una canción que imitara la estructura de los romances mallorquines. Esta canción es una hermana deEnvidia, del primer disco. Me sirvió mucho hacer una canción sobre la envidia. En mi etapa de persona adulta, que es relativamente poco, descubrí que las personas adultas sentían o recibían la envidia, que no era algo de criaturas que se quitan los juguetes. Me pasaron unas circunstancias que dije: no puedo creerlo. Y gente más cercana me dijo que esto es envidia. Bueno, yo también he oído a veces, no me estoy dejando fuera de la ecuación. Me gustaba reflexionar sobre el tema. Y por eso Celosías es una hermana de esa canción. Porque sí, son emociones que no gusta demasiado reconocerlas como propias o sentirlas de los demás, pero cuando las canto en los conciertos todo el mundo se reconoce un poco o hace las paces un poco con una misma.

Celosías y Juntas dentro del agua son las dos canciones del disco en las que sí marcas el género de los protagonistas, pero en otras canciones no existe un género marcado. ¿Lo haces de forma consciente?

— Es que no me acaba de resultar cómodo ponerle género, porque si se concreta mucho se queda fuera media película. En las letras de este disco he querido evocar más sensaciones y las he dejado muy abiertas para que cada uno pueda entenderlas a su manera sin necesidad de tener que contar tanto y concretar tanto.

Sí concretas la sonoridad. Diría que sólo Juntas dentro del agua y Su madona se salen algo de ese sonido más cohesionado.

— Sí, sí, talmente. Fue un reto, la cohesión. Cuando te pones a producir, hay tantas opciones que lo difícil es limitarse. Su madona es una canción que me ha acompañado desde que la descubrí con 14 años. Hice un proyecto de música de raíz en el que participaba Biel Majoral y le oí cantar a él. Yo no la conocía de antes. Más o menos, todas las tonadas y canciones que yo canto son de mi contexto familiar, pero ésta no. Y me acuerdo de escucharla por primera vez y que me atrapara la melodía y lo que explica la letra. Quería darle un espacio importante a Su madona. De hecho, no la puse en Miramar porque me faltaba más espacio para que esta canción estuviera allí y tuviera un espacio importante.

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Pero sí que la tocabas en directo.

— Es una de las canciones que más me gusta cantar. Y en Paraíso, que todas las canciones fueran propias menos ésta me permite poder charlar más de Su madona.

¿Es un caso muy curioso, verdad?

— Sí. De las canciones y tonadas que canto en Mallorca siempre hay gente que me dice "esta me la cantaba la madrina", "esta la madre", "esta la canto yo". Pero con Su madona, de momento sólo he conocido a una persona que la supiera: Biel Majoral. Empiezo a pensar que el último testigo vive que la sabe es él. Es una canción que apenas sobrevive. La letra exagera muchísimo. "Tan grande lo será este lugar como Mallorca nueve veces", dice. La madona es lo que en Catalunya llama la masovera, la campesina que está en una posesión. No es la señora, sino la campesina que lleva el manejo de todo. Y en esta canción hace una enumeración de todo lo que tiene: 1.500 cuarteras de trigo, 2.000 ovejas, 400 perros de buey... Y se estira tanto la realidad que parece casi surrealista. Me recuerda un poco el género de las canciones de cantar mentiras.

Cómo las canciones de los disparates que canta Maria del Mar Bonet?

— Maria del Mar Bonet canta canciones de las transformaciones, que también son romances que se van transformando y pasan de una cosa a otra, que juegan con lo real pero también con lo surrealista. Me gusta pensar que Su madona es de ese grupo de canciones donde la fantasía se mete en la canción para explicar una realidad. Me encanta.

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Mallorca es omnipresente en todo el disco, aunque no la cites explícitamente. En Una isla por ti y por yo reclamas que en Mallorca todavía se puede ir, que es "una manzana con una cama" para los demás.

— Este verso es puñetero para yo, porque la canción es como una invitación superabierta y superpasional de venir a Mallorca, pero realmente la isla es una metáfora: quiero que vengas hacia mí, que entiendas quién soy y por qué soy como soy, que entiendas mis colores, mis sonidos, mi infancia. Y por eso tienes que venir a mi isla. Pero no iba tanto en el sentido literal de zoco mallorquina, ven a mi isla. Aún no la he cantado mucho, pero cuando la canto es algo que cuento, porque realmente estamos tan colapsados ​​que no es algo que me apetezca... Las personas que me escuchan y que tienen interés por mi música son superrespetuosas y yo les digo: vosotros no sois el problema. Pero la realidad es que vivir en Mallorca es difícil de soportar, y yo concretamente somos de un pueblo que por definición es el más turístico de Mallorca.

En las entrevistas sobre Miramar decías que no se puede contar Mallorca sólo con lo bueno.

— Es que uno de los motivos por los que el disco se llama Paraíso por eso el precio a pagar del paraíso es altísimo. Creo que ya es como un posparaíso. ¿Qué le ha pasado a un paraíso después de haberlo sido? Porque, no sé, nos quedamos con el concepto de paraíso anclado allí, pero vivirlo desde dentro te hace replantear muchas cosas.

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Publicas el disco poco antes del regreso discográfico de Rosalía. ¿Cómo crees que ha influido en las artistas de tu generación?

— Ha hecho un favor muy grande en la música de este país.

Tú misma, en el disco, tienes las colaboraciones de Tarta Relena y Ouineta, que son posibles también gracias al marco artístico que abrió Rosalía.

— Sí, y cuentan dos partes de yo. También ha abierto muchas puertas al público para entender una realidad más amplia de la que hasta ahora los artistas habían propuesto. Y como cantante, agradeces que alguien que no eres tú ya haya domesticado un poco a la gente.

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Tarta Relena, pese al material tan sensible con el que trabajan, no lo hacen con solemnidad, sino que aportan un elemento lúdico y divertido.

— Me encanta cómo lo hacen las Tarta. De lo que hay en Catalunya, diría que es lo que más me gusta. Hacen que algo que tiene un peso y una trascendencia, y la musicalidad es superprofunda, pero hacen que la conversación con ellas como público sea ligera. Llegar a este punto es muy difícil, y ellas lo logran.

Tú vas por ese camino, ¿verdad?

— Me gustaría llegar a quitarle peso a todos estos conceptos de música de raíz y las teorizaciones que se hacen al respecto... Quitarle peso y que sea más fácil. Qué fácil no significa que sea más malo.

¿Cuál es el mejor recuerdo que tienes relacionado con la música? ¿Y cuál te gustaría olvidar?

— Bien, empezaremos por el recuerdo más agradable. Cuando tenía seis o siete años, mi abuelo, que era muy cantador, intuyó que de las limpias y nietos que tenía, yo podía ser la que aprendiera El canto de la Sibila, que de muchas generaciones atrás se ha ido transmitiendo oralmente dentro de mi familia paterna. Recuerdo estar en el comedor de su casa y que tenía su letra impresa, porque El canto de la Sibila es muy largo y muy melismático. Y recuerdo la primera sensación de tener que concentrarme para cantar, de entender que esto requiere un foco. Me acuerdo muy bien del placer que yo sentía estando concentrada y cantando. Me gusta mucho sentir que debo estar calmada y concentrada, porque si no sale bien. Me conecté con esto y hasta hoy, que sigo conectada.

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¿Y una mala experiencia?

— He vivido tantas que no sabría decirte. Vas a Francia, Alemania, Canadá o México y hay un respeto. Tienen muy claro que la música vale la pena. Y ahí no es tan así. Si eres consagrado, todo el mundo te respeta, pero a mí me ha pasado de cantar en una plaza y que venga uno que me quite el micro y diga: "¿Quién es que ha aparcado en doble fila?". Yo tengo mucho respeto y mucha admiración por la gente que tiene toda una carrera vital haciendo conciertos callejeros, que no son de escenario con foco. Admiro a la gente que se dedica a esto y que tiene la fuerza para mantenerse en pie y seguir amando la música.