Muere a los 59 años el disc-jockey Josep Maria Castells, el rey del 'megamix'
Creador de una decena de álbumes de la serie 'Max Mix', en 1998 le secuestraron por error cuando le confundieron con Ricardo Campoy
BarcelonaJosep Maria Castells, uno de los disc-jockeys y productores de música de baile más popular de los años 80 y 90, ha muerto a los 59 años a consecuencia de un cáncer que le detectaron en mayo. Junto a Toni Peret, con quien formó equipo muchos años, creó los álbumes del 3 al 12 de la serie Max Mix, que revolucionaron la música dance en España con un estilo de remezcla muy efectista y atractivo que conquistó el público.
Castells afirmaba que había participado en más de 160 megamixs que habían vendido 32 millones de discos. Su éxito contribuyó a normalizar en Cataluña y España la figura del disc-jockey estrella como reclamo por encima de la música que pinchaba. Castells es uno de los protagonistas de la serie documental Megamix brutal, que relata el fenómeno de los álbumes de remix y las rivalidades entre sellos, que derivaron en un intento de secuestro al disc-jockey, al que unos sicarios confundieron con el propietario de la compañía Vale Music, Ricardo Campoy.
Nacido en Barcelona en 1965, Josep Maria Castells Lloberas empezó a pinchar música en discotecas cuando todavía era adolescente. A raíz de participar en el concurso de disc-jockeys de la discográfica Max Music conoció a Campoy, uno de sus directores, que lo fichó junto a Toni Peret para sustituir a Mike Platinas como disc-jockeys responsables de la serie Max Mix a partir del tercer volumen. Peret y Castells, que nunca habían trabajado juntos, formaron un tándem triunfal que arrasó en las listas de éxitos. Tanto, que se creó una lista paralela de álbumes de remix para que no hicieran sombra a los grandes lanzamientos de los sellos internacionales.
Max Mix es sólo una de las sagas de álbumes de remezclas que Peret y Castells crearon durante la época dorada del megamix: Máquina total, Lo más duro, Caribe mix, Ibiza mix y Bombazo mix también causaron furor durante los años 80 y 90, y todos llevaban el sello de los disc-jockeys, que en 1995 se unieron al otro discjockey estrella del momento, Quique Tejada, formando el Dream Team Megamix. Tejada y Peret han lamentado la muerte de Castells en un comunicado. "Hoy es un día triste para el mundo de la música", dicen los disc-jockeys, que señalan que Castells fue "una figura clave en la industria musical [...] que revolucionó el panorama musical con su concepto de mezclas sin interrupciones". El discjockey y locutor de radio Tony Aguilar también ha recordado a Castells en un tuit: "Siempre fuiste amable y cariñoso. Desde que iba a Sonimag a veros pinchar en la época de vuestros inolvidables Max Mix".
En 1997 Castells abandonó Max Music junto a Peret, Tejada y Campoy para fundar la discográfica Vale Music, donde Castells seguiría produciendo sus álbumes de remix, pero también los discos del nuevo talent show musical Operación Triunfo, que fueron un inesperado éxito de ventas. En 2002, de hecho, Castells se fue a Brasil para dirigir la primera edición brasileña deOperación Triunfo con el título de Fama. Como productor musical trabajó con artistas como David Bisbal, Paco Pil, Viceversa, Rebeca, Gisela, Georgie Dann, Camela, Coyote Dax y King África, entre otros muchos.
En una carrera de muchos éxitos y satisfacciones, el momento más difícil de Josep Maria Castells fue, sin duda, el intento de secuestro del cual fue víctima en 1998, cuando unos sicarios le asaltaron al salir del trabajo: lo apalearon, lo introdujeron por la fuerza y atado en una furgoneta y le llevaron a un bosque. En un descuido de los secuestradores, Castells reventó la puerta de la furgoneta de una patada y se escapó corriendo. La parte más retorcida del asunto es que el disc-jockey ni siquiera era el objetivo del secuestro: simplemente le confundieron con Ricardo Campoy, el verdadero objetivo de los sicarios, a los que había contratado Miguel Degà, el otro fundador de Max Music. Rememorando la experiencia, años después afirmaría que no había sido "una cuestión de drogas o alcohol, sino de vanidad", y que Degà "había visto demasiadas veces El padrino".