Crítica de serie

'Megamix brutal': la historia más salvaje de la industria musical catalana

La miniserie de 3Cat y TVE nos adentra en un episodio con intentos de secuestro, millones a raudales y éxitos musicales

3 min
Una imagen de la serie 'Megamix brutal'.
  • Dirigida por Rafael de los Arcos
  • En emisión a 3Cat

¿Todo vale para alcanzar el éxito? Ricardo Campoy, uno de los protagonistas de Megamix brutal, lanza la pregunta en el primer episodio de esta miniserie que recorre la historia de cómo se forjó el formato max mix, aquellos discos que remezclaban canciones de éxito en las discotecas del país y que acabaron vendiendo más copias que Julio Iglesias. Lo que podría parecer una mera curiosidad nostálgica sobre la música popular de los ochenta y noventa ocurre, tal y como la presenta el anfitrión de la serie, Fernandisco, posiblemente la historia más salvaje de la industria musical catalana.

A principios de los ochenta, Campoy era un loco de las discotecas que empieza a trabajar para Blanco y Negro, la primera discográfica del país que se especializa en música de baile. Joven y ambicioso, el protagonista no tarda en fundar su propia compañía, Max Music, con el mejor amigo de su infancia. Aquí arranca un relato lleno de fricciones, competencia y juego sucio para alcanzar el número uno de las listas de venta en un panorama mutante en lo que se refiere a las prácticas y los gustos musicales.

Tras el micro de un estudio radiofónico, Fernandisco ejerce de narrador que nos sitúa con claridad en la cronología de la historia a la vez que explica los aspectos menos evidentes sobre la música de baile. Se agradece que los responsables de Megamix brutal se tomen en serio la música de la que hablan, muy a menudo menospreciada por los medios y la crítica, sin que esto obvie poner en evidencia cómo las prácticas de Max Music no iban precisamente destinadas a generar productos de gran calidad. Megamix brutal nos adentra en la edad de oro del italodisco y la máquina a través de algunos de sus principales representantes, los DJ Toni Peret, Josep Maria Castells, Mike Platinas y Quique Tejada, mientras se van destapando las prácticas mafiosas de parto de la industria que impulsaba ese éxito. "Nosotros, a la hora de pagar, éramos bastante complicados. Mi socio tenía una habilidad, la de intentar pagar menos y cuanto más tarde mejor", admite Campoy cuando explica los inicios de Max Music. Y eso apenas es el comienzo...

Estamos ante el relato de cómo se espabila una empresa al margen de las grandes multinacionales a partir de depredar logros ajenos, identificar las modas y driblar la legislación sobre los derechos de autor. Pero no sólo. machismo (la Rebeca de Duro de pelar deja claro cuál era el panorama en este sentido), y unas tácticas propias de gángsters que a partir de la expansión de Max Music en Miami adoptan un perfil cada vez más peligroso. A lo largo de los tres episodios de Megamix brutal, se va construyendo un malvado carismático que no aparece en escena, el socio de Campoy, Miquel Degà, que se define a través de los testigos como un mafioso sin escrúpulos, pero al mismo tiempo como el artífice en parte del triunfo de la compañía precisamente por ésta razón. En el tercer episodio, la serie deriva hacia la crónica negra cuando Josep Maria Castells es víctima de un intento de secuestro urdido por Decano cuyo objetivo era Ricardo Campoy.

Este es uno de los puntos fuertes de la serie, la muy inteligente hibridación entre dos géneros del audiovisual contemporáneo, el true crime y el documental musical, culminada por un espléndido trabajo de montaje en sintonía con cuyo formato musical se habla, que encontró en la edición, la remezcla y el reciclaje las claves de su éxito. Coproducida por 3Cat, en Megamix brutal todos los protagonistas, excepto policías y empresarios, hablan en catalán.

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