Nietzsche declara la guerra al cristianismo
El actor Pol López recita 'El Anticristo' de Friedrich Nietzsche en el marco del Temporada Alta
El Anticristo de Friederich Nietzsche
- Temporada Alta y Festival Clásicos.
- Sala La Planeta, 7 de diciembre de 2023.
Cambio radical de paradigma en la lectura de textos filosóficos que programa el Temporada Alta de Gerona, en colaboración con el Festival Clàssics de Barcelona. Dos meses después de la lección de Míriam Iscla sobre el pensamiento místico y poético de Simone Weil en la catedral gerundense, Pol López hace la réplica con el decálogo de acusaciones durísimas contra el cristianismo de El Anticristo de Friedrich Nietzsche en la sala La Planeta.
La obra, escrita en 1888, es una crítica sin paliativos, con mala baba y rigor argumentativo, que desmonta punto por punto los cimientos de la religión cristiana, a la que el autor atribuye la responsabilidad primera de todos los malos endémicos de la sociedad occidental. La difamación es tan fulminante que, en su libro, Nietzsche no dedica espacio a desarrollar su paradigma alternativo, con conceptos complejos —y también polémicos—, como el de superhombre o voluntad de poder. Por eso, las sesenta y dos sentencias anticlericales de El Anticristo, por su tono belicista y visceral, no son excesivamente arduas y la lectura dramatizada se hace amena y comprensible. López declama con pasión e intensidad, como si encarnase a un profesor apasionado ante los alumnos, o quizá el propio Nietzsche lanzando proclamas a sus seguidores. El público sigue el hilo con atención, mirada cómplice y alguna carcajada para descomprimir la contundencia del discurso.
Nietzsche, en la voz de López, argumenta que la fe judeocristiana es una falacia impuesta que atenta contra el principio mismo de realidad. Defiende que el cristianismo ha inventado e impuesto una moral perversa con el objetivo de favorecer a los débiles y derrotar a los fuertes. Venerando el sacrificio de Jesús en la cruz, papas y cardenales reniegan de la vida sexual, los cuerpos ufanos, la libertad, la vida expansiva, la creatividad, la fuerza y todos los instintos naturales que tengan que ver con la tierra y el impulso . Todo ello en beneficio de la moderación, la impotencia, el ascetismo o la humildad, abogando por una vida anodina y miserable, que se sostiene por la promesa inconsistente de una verdad sagrada y el paraíso después de la muerte. "La Iglesia cristiana no dejó nada libre de su corrupción; de todo valor hizo un no valor, de toda verdad una mentira, de toda probidad una bajeza de alma", concluye el libro.
El filósofo, pues , maldice al cristianismo y lo señala como terrible culpable de la decadencia de la sociedad contemporánea. Así, dirigiendo al blanco contra cuidados y sacerdotes, Nietzsche, en el fondo, ataca cualquier discurso nihilista que, aunque no lleve colgada ninguna cruz, se fundamente en un más allá abstracto o haga pasar conceptos vacíos como únicas verdades. Y es ahí donde radica la fuerza de su crítica.