Literatura

Las oscuras perversidades de la Suecia del siglo XVIII

El escritor Niklas Natt och Dag pone fin a su trilogía de crímenes con la novela '1795'

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Niklas Natt och Dag

Estocolm"Una noche, cuando volvía andando del Midsommer [una de las fiestas más importantes y alocadas de Suecia], subí por el andamio de la torre de la Iglesia alemana, son unos 86 metros, y cuando escribo imagino el Estocolmo que vi en aquel momento", dice el sueco Niklas Natt och Dag (1979) que, con 1795. La hermandad (Proa/ Salamandra) cierra su trilogía sobre un Estocolmo de finales del siglo XVIII donde poderosos hombres de mentes perversas y apetitos macabros hacen lo que quieren mientras los más pobres se afanan en sobrevivir en medio de lagos de aguas putrefactas.

El Estocolmo actual poca cosa tiene que ver con lo que describe este escritor de familia aristócrata. Afortunadamente, ahora hay alcantarillado y las mujeres convictas no tienen que recoger los restos fecales que en el siglo XVIII los ciudadanos estaban obligados a colocar en barriles y lanzar al lago de Fatburen, porque después supuestamente se tenían que utilizar para hacer adobo. Las casas hoy, en el centro histórico, son de color ocre: "Después del incendio del siglo XVIII, en el que se quemaron más de 300 casas de madera, se hizo todo de piedra y se pintaron de este color ocre que algunos decían que era como la orina y otros dorado", explica con sonrisa socarrona Niklas Natt och Dag.

Por este Estocolmo de hace 300 años con muchos problemas de alcoholismo y en el que había mil tabernas para una población de 7.000 habitantes, circulan Tycho Ceton, que en la anterior novela ya hacía cosas macabras como traficar con esclavos; Emil Winge, dispuesto a enfrentarse al poder; su compañero, físicamente bastante castigado, Mickel Cardell, y Anna Stina Knapp, desaparecida desde la muerte de sus hijos en el incendio de un orfanato. Mientras se pasea con un grupo de periodistas por donde antiguamente estaban los burdeles, Natt och Dag explica que un viejo marinero compró un antiguo monasterio porque estaba seguro de que había un tesoro enterrado, pero al no encontrarlo decidió abrir un prostíbulo.

En la tercera novela de la trilogía hay menos sangre y violencia, pero porque hay una escena tan terrible que no podía tener rivales. "Fue la primera que pensé cuando empecé a escribir el libro y necesitaba que se aguantara sola, no tan solo porque es un acto terrible, sino también porque los dos chicos que la protagonizan se quieren de verdad", dice. La inspiración le vino a través de la religión, que está más presente en este libro que en los anteriores. "Leí una monografía sobre un movimiento religioso que en aquel momento tenía muchos seguidores: les fascinaban mucho las heridas de Cristo, sobre todo la que le hicieron bajo las costillas, los erotizaba". Esta escena que no podemos revelar la reescribió y reescribió: "Trabajé durante dos años hasta tener el resultado que quería". La escena tiene como espectadores a los poderosos miembros de una hermandad que disfrutan con la perversidad.

Como en las anteriores novelas, el escritor sueco pone el foco en los más vulnerables y más pobres e incide en aquello que los motiva: "Intento no cometer el error tan frecuente en la novela negra nórdica de confundir virtud con pobreza, no porque seas pobre tienes que ser la buena persona de la novela, es absurdo, los pobres también se explotan y abusan los unos de los otros, y después están los que buscan el poder y que casi nunca lo hacen por razones altruistas". Natt och Dag se ha documentado a fondo para describir este Estocolmo oscuro y frío donde los niños sufren violencia y abusos sin que nada ni nadie los proteja. Asegura que lo que explican los archivos es todavía más terrible que lo que él describe en las novelas. A sus protagonistas les pasan un montón de atrocidades, pero se levantan una y otra vez: "He leído muchos diarios médicos y hay cosas horribles. Había una mujer pescadora con un caso grave de sífilis y un médico empezó a hacer experimentos con ella que no funcionaron para curarla –detalla el autor–. Pasaron los años y ella persistía a pesar de que su rostro era como una inmensa herida abierta". El escritor no tiene mucha fe en la sociedad y, de hecho, a menudo sus personajes encuentran la felicidad cuando pueden escaparse y vivir en los márgenes.

Antepasados homicidas

Natt och Dag dice que seguramente añorará a estos personajes que lo han acompañado durante ocho años. "Hacen cosas dentro de mi cabeza, incluso tienen conversaciones que después no salen en los libros, pero como ya estoy haciendo el siguiente libro, tengo nuevos amigos". Estos nuevos amigos son sus ancestros. El autor sueco trabaja en un libro sobre el asesinato que cometió uno de sus familiares, en el siglo XIV, con un hacha. "Mi antepasado tenía 16 años y mató al líder de una rebelión contra la corona; en aquel momento Suecia, Noruega y Dinamarca tenían un rey danés. Lo más curioso es que ambos formaban parte del mismo bando y la novela explica qué motivó aquel asesinato, tengo mis sospechas, pero evidentemente no está documentado", dice. La familia de Natt och Dag es de las más antiguas de Suecia y estuvieron a punto de conseguir, en diferentes momentos de la historia, la corona. De todo aquel poder y propiedades, sin embargo, no queda nada por culpa de un antepasado que lo dilapidó todo.

"La neutralidad sueca es en realidad cobardía"

"La neutralidad sueca es en realidad cobardía", dice el escritor sueco. "Cuando Dinamarca y Noruega fueron ocupadas durante la Segunda Guerra Mundial, nosotros nos acomodamos a los deseos de Hitler, sus tropas pudieron pasar por Suecia para ir a Noruega y utilizar nuestras comunicaciones", añade. Al mismo tiempo que facilitaban las cosas a los nazis, los suecos, defiende el autor, estaban del lado, emocionalmente hablando, de los aliados. "Eso fue la neutralidad sueca, jugar en los dos bandos y, por lo tanto, cuando acabó la Segunda Guerra Mundial nada había sido destruido, la economía estaba intacta y llegó la época dorada de la socialdemocracia sueca", asegura. Pero aquella imagen de la gran nación donde todo el mundo es feliz y vive en bienestar "se está derrumbando", opina Niklas Natt och Dag. "Entrar en la OTAN ha sido un tema controvertido durante épocas, pero la cuestión es que no nos podemos defender, abolimos las fuerzas armadas –detalla–. No tenemos refugios y el gran hospital que acabamos de construir es todo de vidrio, si Rusia nos quisiera invadir no tardaría ni tres días en hacerlo". El escritor no cree que los suecos salieran a defender su país: "Lo que se dice ahora es que, si hay guerra, la gente se marchará a su segunda residencia, por ejemplo, en España".

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