Cinco claves para entender la polémica interminable del Museu del Disseny
La futura remodelación de la colección permanente enciende un debate entre patrimonialistas y renovadores
BarcelonaLa remodelación de la colección del Museu del Disseny planteada por su director, José Luis de Vicente, ha suscitado una fuerte polémica entre quienes creen que quiere relegar los fondos a los almacenes y los partidarios de una renovación en clave contemporánea. Una quincena de instituciones académicas y fundaciones de Catalunya incluso han presentado un manifiesto que se opone al cambio,En defensa del Museo del Diseño. La respuesta del concejal de Cultura de Barcelona, Xavier Marcé, fue contundente: "El encargo que ha recibido el director es modernizar el discurso, pero el punto de partida siempre serán las colecciones. No van a desaparecer", sentenció, por calmar los ánimos. Y mientras tanto, el sector lo mira entre estupefacto y dispuesto.
"José Luis de Vicente es un profesional reconocido que ha ganado un concurso y debe poder desplegar su proyecto, que sin duda debe reinterpretar y proponer nuevos relatos exponiendo y utilizando las colecciones", afirma el director del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), Pepe Serra. "El diseño es cambio, y si tenemos miedo al cambio, tenemos un problema", dice el presidente del FAD, Salvi Plaja. El FAD es una de las entidades que, como el Museo del Diseño, están instaladas en el Disseny Hub (Dhub), el edificio conocido como la Grapadora de las Glòries. Desgranamos las cinco claves para entender el caso.
Dos visiones antagónicas sobre qué es un museo
La polémica actual es una nueva muestra de una vieja disputa sobre el papel del museo: ¿debe ser un lugar donde los objetos están expuestos "suspendidos en el tiempo" o estos objetos deben servir como "unas fuentes de inspiración para pensar el hoy", plantea Carlos Mínguez, el comisario jefe del ArkDes, el Centro Sueco de Arquitectura y Diseño. Para él, "debe haber un equilibrio para presentar las piezas con un rigor y un contexto histórico". "Esto quiere decir que se presenten tal y como se hicieron y que se estudien desde esta perspectiva, pero también debe haber espacio para tener una mirada crítica sobre las piezas y crear espacios de debate sobre cómo nos ayudan a pensar el mundo de hoy", explica Mínguez.
Los museos de todos los ámbitos se encuentran en un momento de grandes transformaciones. "No tiene sentido que las colecciones de los museos se queden es un estado de inmovilismo, porque los museos deben servir a la sociedad", advierte la arquitecta, investigadora y profesora Marina Otero. Durante ocho años, Otero fue la directora de investigación del Het Nieuwe Instituut (el Museo Nacional de Arquitectura, Diseño y Cultura Digital de los Países Bajos) y actualmente asesora a instituciones como el Museo Reina Sofía. "Cuando se transforma la mirada de la sociedad –explica Otero–, las instituciones deben participar de estos discursos, y debe entenderse que es erróneo que una colección sólo pueda tener una única mirada". Las nuevas direcciones de los museos y los retos actuales están haciendo que los museos de arte y también de artes decorativas de todo el mundo estén revisando sus colecciones y cómo las exponen. “Los museos y archivos están llamados a ponerse en diálogo con hechos y conversaciones contemporáneas. No se trata de deshacer lo que está hecho, sino de poner las piezas en valor de otra forma para que los museos no sean como un mausoleo”, subraya. Para Otero, si un museo no acometiera esta renovación, que implica abordar cuestiones como la descolonización, el género y el afán por incluir voces hasta ahora ignoradas, sería una señal de que no es una institución "relevante".
"Una visión no estropea la otra", remacha Pepe Serra. "La museología es un lenguaje autónomo que cambia según cada período histórico. Si queremos hacer museos del siglo XIX en pleno siglo XXI es lícito, pero yo no estoy de acuerdo", subraya Marta Montmany, ex directora del Museo de las Artes Decorativas y Diseño, y miembro del jurado que eligió a José Luis de Vicente. Para el sector más conservador, el peso de la cultura digital en el Museu del Disseny es una amenaza. En cambio, ya es algo habitual que un software o una página web sea una pieza de museo.
La historia política del Diseño Hub ha sido compleja. Desde que abre en 2014 hasta este año, el complejo del Dhub dependía de la concejalía de Turismo e Industrias Creatives, y el Museo del Diseño de la concejalía de Cultura (en concreto, del Instituto de Cultura de Barcelona, el ICUB). En diciembre de 2022, José Luis de Vicente ganó el concurso por ser el director del Museo del Diseño. Este febrero, el concejal de Cultura, Xavier Marcé, anunció la creación en el ICUB de la nueva dirección de Industrias Culturales, que está encabezada por Mireia Escobar, que era la directora del Dhub. En ese momento, Escobar continuó como directora ejecutiva del centro y De Vicente asumió su dirección artística para sacar adelante una programación coherente entre el Museo del Diseño y el Dhub. Quedó en el tintero un punto primordial: que De Vicente pudiera explicar su programa con profundidad para saber cómo ha imaginado la futura exposición de las colecciones. Fuentes del ICUB, que no han concedido al ARA una entrevista a José Luis de Vicente, tampoco avanzan cuántas piezas tendrá, ni la cronología, ni cuántas piezas serán de la colección: "Actualmente se encuentra en proceso de diseño , y esto hace que no se pueda aventurar una cifra cerrada".
Los detractores de la remodelación de la colección del Museu del Disseny critican que la denominación de Disseny Hub haya sustituido a la de Museu del Disseny. Desde el ICUB tampoco aclaran si realizarán alguna acción para que la identidad del equipamiento se consolide entre el gran público. "El Dhub es el paraguas que engloba, entre otras cosas, al Museu del Disseny, que tiene su propia marca", explican. El ICUB tampoco quiere precisar el presupuesto del Museo del Diseño dentro del conjunto del Dhub: "El presupuesto global es de 6,5 millones de euros”.
El recorrido del Museu del Disseny está organizado en cuatro grandes exposiciones permanentes, una por planta, dedicadas al diseño gráfico, el diseño industrial, la moda y las artes decorativas. Esta última planta es la primera que han cerrado para remodelarla y es la que ha puesto en alerta al sector, porque han retirado 1.100 piezas. ¿Cuántas se expondrán de nuevo y cuántas quedarán en la reserva? Ésta es la cuestión. El museo expone en estos momentos, en el conjunto, 1.035 piezas. De las cuatro colecciones que lo componen, las más relevantes son la de cerámica y la de indumentaria, incluso a nivel europeo, porque superan el carácter más local de las otras dos, la colección gráfica y la de diseño industrial (que está formada por unas dos mil piezas, entre muebles, luces, vehículos, recipientes e instrumentos).
En diciembre, la planta de las artes decorativas abrirá con una nueva exposición comisariada por la arquitecta e investigadora Olga Subirós titulada Matter matters. Estará compuesta por más de 300 piezas, entre obras de la colección y del siglo XXI, abordando la relación entre el mundo y la materia. Subirós ganó el premio FAD por el pabellón catalán en la Bienal de Arquitectura de Venecia 2021, está en cartel en el Bòlit de Girona y ha comisariado muestras como Big Bang fecha en el CCCB. Las otras tres plantas continuarán abiertas como hasta ahora. Puede que se reformase una de estas exposiciones cada año hasta el 2027. "El replanteamiento y la renovación de las permanentes pide un gran esfuerzo en términos económicos y humanos. La voluntad es que al final del mandato se hayan podido renovar dos o tres", afirman del ICUB.
Todos los museos suelen exponer una proporción mínima de sus fondos. Para intentar solucionarlo y también para captar más recursos, en los últimos años grandes museos como Louvre y Guggenheim incluso han abierto sucursales en países del Golfo Pérsico. Ahora muchos otros museos están tomando una medida más sostenible: abren las reservas al público o las sitúan en edificios tan icónicos como los propios museos. Fue pionero el Museo aan de Stroom en el puerto de Amberes, y ahora tienen proyectos otras grandes instituciones, como el Centro Georges Pompidou, el V&A y la Fundación La Caixa.
Desde la Real Academia de Bellas Artes de Sant Jordi critican la fragmentación de las colecciones de los museos de Barcelona que dependían de la Generalitat, que se produjo durante el franquismo. También que las colecciones de artes decorativas no se integraran en el MNAC en el momento de su fundación y que se quedaran en el Ayuntamiento de Barcelona. "Nos encontramos en esta situación por el error histórico de no pensar a los museos de Barcelona como una unidad", afirma el catedrático de la UAB y académico Bonaventura Bassegoda. "Al parecer, estas colecciones no son dignas de ser protegidas bajo el paraguas del museo nacional", critica el historiador y académico Francesc Fontbona. Sin embargo, el director del MNAC, Pepe Serra, siempre ha defendido que la exposición y estudio de las piezas es más importante que la titularidad de las obras: "Para mí, el criterio es más operativo: hay unas colecciones públicas que los museos utilizan según su relato, y en este contexto, desde antes de la polémica, creo que la colección de cerámica es tan grande que la pueden utilizar tanto el Museo del Diseño como el MNAC", explica Serra.
Réquiem por cuatro museos desaparecidos
La remodelación planteada por De Vicente ha tenido el efecto retroactivo de reabrir la herida, nunca curada por completo para una parte del sector, que supuso el cierre del Museo de las Artes Decorativas, el Museo Textil y de Indumentaria, el Museo de Cerámica y el Gabinete de las Artes Gráficas para integrarlos en el Museu del Disseny, lo que supuso reducir las obras expuestas de cada uno. Un manifiesto intentó impedirlo en el 2008: "Reclamábamos que si el Museo del Diseño debía ser sólo de diseño, las colecciones históricas debían ir al MNAC", explica Bonaventura Bassegoda, uno de sus impulsores.
El proyecto inicial del Dhub era del arquitecto Ramon Prat. En su propuesta, la presentación de las colecciones era flexible, en el grueso de actividades del museo. Aquella idea quedó en el cajón con el cambio de color político en el ayuntamiento. Xavier Trias nombró a Pilar Vélez como directora, que ejecutó un proyecto de carácter más patrimonialista.
"Todo esto viene de cuándo se decidió desmontar una serie de museos pequeños que estaban bien. Lo único que se tenía que hacer era darles algo de presupuesto, porque estaban estrangulados, y, en cambio, van decidir crear el Museo del Diseño", dice el historiador y director de la Fundación Antoni de Montpalau, Josep Casamartina, que fue uno de los instigadores de otro manifiesto que defendía mantener los cuatro museos y crear un Centro del Diseño que, entre otras actividades, habría expuesto piezas como un "escaparate". “En el Museu del Disseny los cuatro museos siempre estuvieron mal expuestos. ¡Extraordinarias! parecía una casa de subastas y la cerámica estaba muy minimizada", critica. El anticuario Artur Ramon coincide con Casamartina: "Las cosas que estaban bien era mejor no tocarlas". Ramon cree que estas cuatro colecciones habrían podido brillar en un museo incluido en la nonada Explanada de los Museos de Montjuïc: “Todo esto responde a la falta de una política global de museos en Cataluña. El sector cultural está secuestrado por los políticos", lamenta.