Torturas en Via Laietana

"La policía me hacía mirar por la ventana y ver cómo pegaban a mi hermana"

Los hermanos Ferrándiz se querellan contra los policías que les torturaron en Via Laietana

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Pepus y Maribel Ferrándiz

Barcelona"Me amenazaban con pegar a mi hermana si no hablaba y me hacían mirar por una ventanilla y ver cómo le pegaban. Yo sabía que ella era más dura que yo y que no hablaría. Estuvimos encerrados 32 días en Via Laietana", explica Pepus Ferrándiz. Pepus y Maribel son hermanos gemelos y tenían tan sólo 17 años cuando los detuvieron. Los torturaron de todas formas posibles y, después de 32 días en los calabozos de Via Laietana, los enviaron a la cárcel. Pepus estuvo en la Modelo durante 13 meses, los mismos que Maribel pasó a la cárcel de mujeres de la Trinidad, donde las monjas de la Cruzada Evangélica la sometieron a un nuevo calvario de adoctrinamiento moral y castigos. Ahora, más de 50 años después, los hermanos tienen la oportunidad de querellarse contra los policías que les torturaron: Vicente Juan Creix, Rafael Núñez Valverde, Genuino Nicolás Navales y Atilano del Valle.

Cuando hablamos con Pepus, acaba de regresar de la manifestación en defensa de Palestina. Tanto él como su hermana son muy activos, tanto en la calle, participando en manifestaciones y protestas, como dentro de las aulas, dando charlas. Pepus recuerda muy bien el día que la policía franquista fue a su casa. "A las dos de la madrugada se presentaron cuatro agentes de la Brigada Político-Social con el sereno, que era quien podía abrir las puertas. Así no podíamos escapar y, además, hacía de testigo durante el registro. Arrinconaron la madre y lo revolvieron todo buscando propaganda, libretas, información... No encontraron nada", explica. Maribel era del Frente Obrero de Cataluña (FOC) y Pepus se había afiliado con 14 años a la Joven Guardia Roja del Partido Comunista. "Nos habían delatado. En Via Laietana sabías cuando entrabas, pero no cuando salías. El calabozo estaba oscuro, sin luz y húmedo. Para dormir tenía un pedazo de gomaespuma de 50 centímetros y una manta muy sucia y maloliente", recuerda. Pepus.

"En ese momento había el décimo estado de excepción y, por tanto, se habían suspendido los pocos derechos que tenían las personas detenidas. Ya no existía el límite de 72 horas para las detenciones", remarca Sònia Olivella , la abogada de la Asociación Irídia, que ha presentado la querella. "El estado español está obligado a investigar estos crímenes, no prescriben y no son amnistiables", recuerda la abogada.

Lo peor, el sufrimiento de los padres

Poco después de entrar en la jefatura empezaron las torturas: "Me hicieron la rueda, me esposaron por la espalda y empezaron a entrar policías que me daban puñetazos en el esternón. Fueron 30 o 40 golpes ", recuerda Ferrándiz. Sufrió también "la cigüeña": "Me esposaron con las muñecas por detrás de las rodillas flexionadas en cuclillas y me hacían andar, pero caía y entonces me pegaban. También me hicieron aguantar un papel con la frente clavada en la pared durante horas y horas, y cada vez que caía me apaleaban", relata Pepus. "Estaba fuerte, porque hacía excursionismo, pero al bajar y subir las escaleras las rodillas no me respondían", explica. En la Modelo, primero le encerraron en una celda de aislamiento y después le enviaron a la sexta galería, porque era menor de edad, con otros 300 presos comunes. Él era el único preso político. Cuando hablamos, lo que más duele a Pepus no es el recuerdo de las palizas, sino el dolor de sus padres: "Lo peor fue su angustia, eso todavía me duele mucho", lamenta.

A Maribel la encerraron en otra celda muy pequeña, con alfombras sucias de orina y vómito. Tenía que pedir permiso a la policía para ir al baño y utilizarlo con la puerta entreabierta y con agentes cerca. Ambos hermanos no podían hablar, pero lograron hacerse llegar mensajes gracias a los detenidos a los que, por su orientación sexual, les obligaban a limpiar las celdas. A ambos les torturaban e interrogaban a cualquier hora del día o de la noche. La angustia de tener al hermano encerrado les afectó mucho a los dos. A Maribel, en una ocasión, le pareció oír los gritos de Pepus. Ella también sufrió agresiones. En la prisión de mujeres el trato también fue terrible: como presa política no podía salir al patio central y el resto tenían prohibido hablar con ella. Allí una de las monjas le dijo a una presa: "Espero que la próxima vez, cuando vuelvas, vuelvas por puta y no por política". Aquel abril de 1971, la policía detuvo a otras 20 personas con los hermanos Ferrándiz y se les acusó de asociación ilícita y propaganda ilegal. Pepus, cuando salió de la cárcel, no pudo continuar con sus estudios en la Escuela Técnica del Clot, porque estaba en las listas negras.

La lucha para que Via Laietana sea un espacio de memoria

En Catalunya es la segunda querella de lesa humanidad que llega a los juzgados desde que se aprobó la nueva ley de memoria democrática española. En noviembre del año pasado, Carlos Vallejo, con el colectivo Irídia y Òmnium Cultural, presentó una contra los policías que le torturaron en Via Laietana en diciembre de 1970. Sin embargo, la juez del juzgado de instrucción número 18 de Barcelona, Carmen García Martínez, decidió no admitirla a trámite. La Fiscalía de Barcelona, junto con Memoria Democrática del gobierno español y la Fiscalía General del Estado, había pedido explícitamente la admisión de la querella de Vallejo, pero la jueza hizo caso omiso. Tanto la Generalitat como Irídia han apelado a la decisión de la juez. "Tanto con Vallejo como con los hermanos Ferrándiz la querella es por lo mismo, lesa humanidad. Pero si se abren investigaciones, en el caso de los Ferrándiz, se valorará que eran menores de edad cuando fueron detenidos y acusados. Su juventud y su activismo a lo largo de más de 50 años también son un valor. Se han hartado de dar su testimonio a escuelas y universidades para animar a las personas más jóvenes a luchar por sus ideales", destaca Olivella.

Pepus no se rinde. Ni ante los juzgados ni en las aulas. "Es importante recuperar la memoria y que los jóvenes sepan que la democracia no se nos dio de forma gratuita. En la calle hubo mucha lucha y mucha gente sufrimos. La Transición no fue ni pacífica ni modélica: hubo muchos muertos, y esto se desconoce. Por eso es importante que Via Laietana sea un espacio de memoria", recalca Pepus. Una demanda de muchas entidades y muchas víctimas que, dos martes de cada mes, se plantan ante la comisaría para hacerla oír. Desde la publicación de la ley de memoria española se han presentado un centenar de querellas, únicamente se ha admitido una en Madrid, la de Julio Pacheco.

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