¿Hasta cuándo seremos humanos?

BarcelonaLos enamoramientos, hoy, florecen en el difícil campo del consumismo, hasta el punto en que uno de los grandes predictores de matrimonio es la afinidad en las actividades de ocio. Los celos y la posesión, propias de las relaciones patriarcales, son intentos de privatización del corazón. Todo esto lo sabíamos. Pero la tendencia se está acelerando. La mercantilización de las relaciones humanas, su transformación bajo el influjo del capitalismo, está cogiendo un nuevo impulso, la del viaje vertiginoso de la vida personal hacia el mundo digital, hacia las apps, en un proceso que recuerda a fenómenos económicos como la externalización o la deslocalización. Y de todo surge una inquietud: ¿quedará algo realmente nuestro? ¿Habrá algo que resulte demasiado humano para que sea tragado por la maquinaria del big data o por el paradigma del consumo y de la propiedad?

“Tinder está naturalizando, y quizás institucionalizando, que las personas se autodefinan e interactúen en función de su perfil como consumidores. Esta autodefinición es, para mí, la principal vía de mercantilización actual”. Son palabras que la socióloga Eva Illouz, autora de The end of love (2019), pronuncia en Més connectats, menys enamorats? El futur de les relacions humanes (¿Más conectados, menos enamorados? El futuro de las relaciones humanas), el diálogo onlineentre ella y el filósofo croata Srecko Horvat moderado por el jefe de Media del ARA Àlex Gutiérrez que se podrá visualizar en Ara.cat a partir de lunes. “Cada vez nos comportamos más como consumidores”, admite Horvat. “También en política: ya no votamos a un candidato por lo que hará, sino por sus características personales, como si fuera un producto. Es una práctica clave en el camino hacia el fascismo, y así es como tuvimos a Trump”.

En transformación

El diálogo entre Illouz y Horvat, un nuevo capítulo del ciclo En trànsit. Debats per a un canvi d’època (En trànsit. Debates para un cambio de época) con el que el ARA aborda los grandes retos que enfrenta la humanidad, es una invitación a entender todas las implicaciones del hecho que la economía libidinal y el conjunto de las relaciones humanas estén migrando hacia las plataformas digitales. Porque esto no solo comporta la explotación económica de unos datos personales o incluso íntimas, sino que también supone, según Horvat, una alteración en nuestra misma condición. “Me puedo ver a mí mismo, ahora, mientras hablamos”, apunta en un momento de la charla. “He aquí la aceleración de la distopía: estamos en un espejo constante, una psicopatología que aumenta nuestro narcisismo sin cesar y que nos hace perder los vínculos sociales”. Pero ¿perder los vínculos? ¿No habíamos quedado que la digitalización de las relaciones nos salvó durante el confinamiento? “Dentro de Zoom no hay encuentro espontáneo”, advierte Horvat. “Nos movemos en un entorno preprogramado, remoto. Estamos perdiendo la misma esencia del enamoramiento y de la vida: que siempre hay algo impredecible”. Illouz, una voz de referencia en el campo de los efectos del capitalismo y los medios de comunicación en las emociones, también alerta de una desnaturalización, de un empobrecimiento, pero lo hace desde un punto de vista diferente: “Las apps de citas plantean tantas opciones que es imposible saber qué significa qué, qué quiere cada uno o una –explica–. Generan confusión cognitiva y emocional”.

La socióloga franco-israelí y el filósofo croata, autor de Radicality of love (2015), coinciden en señalar que la hiperconexión digital también está corrompiendo tanto el ámbito público como el privado. “Creo que ya no estamos en la esfera pública –afirma Illouz–, porque ya no es una ágora donde se puede defender el bien común, sino un lugar donde cada uno lucha por su visibilidad”. Por otro lado, Horvat apunta que el covid ha acelerado la extracción de datos y la ingeniería de los comportamientos, o, en una palabra, la vigilancia, también en el entorno laboral. Y concluye: “Si la esfera privada está siendo vigilada, quiere decir que está desapareciendo”. 

Imaginar el futuro

Así mismo, tanto Illouz como Horvat abren puertas a la esperanza. Para ella, a pesar del reforzamiento del capitalismo tecnológico, hay “un aprendizaje colectivo” de la pandemia que puede ser un nuevo punto de partida para el progreso. Para Horvat, hace falta que la izquierda transmita un mensaje que vaya más allá de la apelación a la ciencia como razón última de las emergencias climática y sanitaria, un mensaje que anime precisamente en “el plan libidinal”, relacional, creativo. 

La oportunidad y el reto que supone imaginar el futuro son, de hecho, la cuestión central de otro de los diálogos online del ciclo En trànsit: se trata de Podem imaginar el demà? Els relats que construeixen el futur (¿Podemos imaginar el mañana? Los relatos que construyen el futuro), entre Siri Huvstedt y Carlo Ginzburg, con moderación de Daniel Gamper. Completan el ciclo Com hem de viure? Límits d’un món en transformació (o en extinció) (¿Cómo tenemos que vivir? Límites de un mundo en transformación (o en extinción)), entre Saskia Sassen y David Wallace-Wells, con moderación de Antoni Bassas, y Repensar el treball. Economia, robotització i precarietat (Repensar el trabajo. Economía, robotización y precariedad), entre Andreu Mas-Colell y Philippe van Parijs, moderados por Elena Costas. Los cuatro diálogos continúan disponibles en Ara.cat.

Ciclo de diálogos En trànsit. Debats per a un canvi d’època. Comisariado por ARA, Arcadia y Daniel Gamper. Consigue las entradas aquí. Las sesiones son en inglés con traducción al catalán y al castellano con intérprete.