Teatro

"El barco de 'Mar i cel' no lo destruiremos"

Joan Lluís Bozzo, Anna Rosa Cisquella y Miquel Periel se despiden de Dagoll Dagom con un concierto en el Festival Grec

Joan Lluís Bozzo, Anna Rosa Cisquella y Miquel Periel, los tres socios de Dagoll Dagom, en la oficina de la compañía.
06/07/2024
5 min

BarcelonaPocas compañías de teatro se han ganado al público con tanta unanimidad como Dagoll Dagom. Con títulos como Antaviana, Flor de noche y Los piratas, los tres socios de la compañía, Anna Rosa Cisquella, Joan Lluís Bozzo y Miquel Periel, han logrado la confianza ciega de muchos espectadores. Este año, después de medio siglo al pie del cañón, pliegan velas y se despiden definitivamente de los escenarios. "Ya tenemos una edad –dice Periel–. Dagoll Dagom tiene 50 años, pero nosotros tenemos más de 70". A modo de despedida, en septiembre estrenarán en el Teatre Victòria una cuarta versión de Mar y cielo, su espectáculo más emblemático. Y del 11 al 13 de julio, dentro del Festival Grec, presentarán La gran noche de Dagoll Dagom, un concierto dirigido por Daniel Anglès que reunirá a más de un centenar de actores y músicos. "Da un poco de vértigo, porque reencontraremos a gente de todas las épocas", dice Periel.

El legado de Dagoll Dagom es impresionante: más de treinta espectáculos y cinco series de televisión que forman parte del imaginario cultural de muchos catalanes. "Sin ninguna pretensión, estoy seguro de que hemos entrado en la memoria musical del país", dice Bozzo. "Y no sólo aquí, también en Madrid", añade Periel. Uno de los grandes hitos de Dagoll Dagom es, sin duda, haber creado escuela y haber dado primeras oportunidades a diferentes generaciones de actores. "A muchos actores conocidos se les despertó la vocación a raíz de un espectáculo nuestro –explica Bozzo–. Nos lo han dicho a menudo, incluso actores que posteriormente no han transitado un camino nada parecido al de Dagoll Dagom". "El año pasado, al final de una función de La alegría que ocurre, se nos acercó una chica muy joven temblando y nos dijo que esa noche había descubierto que quería dedicarse al teatro", dice Cisquella.

Lo que les hace sentir más orgullosos, sin embargo, es haber conseguido "llevar escuelas enteras en el teatro". "Para crear nuevos públicos, lo único que hace falta es que las escuelas vayan al teatro y los niños y niñas salgan contentos", explica Cisquella. "Si los niños salen del teatro hastiados de aburrimiento, ya hemos perdido a unos posibles espectadores –añade Bozzo–. En cambio, si se lo pasan bien, de mayores arrastrarán a los padres, después llevarán a la pareja y, finalmente, a los hijos".

También les hace contentos pensar que, con sus espectáculos, han alegrado un poco la vida de la gente. "Cuando fuimos a hacer Maremar en la cárcel de Lledoners, un preso nos dijo: «Gracias, porque durante este tiempo me he olvidado que estoy en la cárcel». Me hizo emocionar", recuerda Cisquella. Sin embargo, sacan hierro a la popularidad, alegando que "el olvido es muy rápido". "El otro día fui a la exposición sobre Carles Santos y había mucha gente que nunca había oído hablar de ello", explica Cisquella. "Hay jóvenes que ya no saben quién era Pepe Rubianes", añade Bozzo.

"Nunca hemos querido ganar público a cualquier precio"

¿Cuál es el secreto de Dagoll Dagom? ¿Cómo lo han hecho para sostener durante tantos años un proyecto de tal calado? "No hay ninguna fórmula", contestan los tres a la vez. "Hemos tenido mucha suerte y hemos trabajado mucho", dice Cisquella. "Y también nos hemos jodido unas pocas hostias", añade Bozzo. Lo que siempre han tenido claro es que querían "llegar a todo el mundo, también a las clases medias que quizás no tienen tanta preparación intelectual", dice Cisquella. "Buscábamos la rentabilidad de los espectáculos, nunca nos hemos escondido", admite Bozzo, quien lamenta que, "sobre todo al principio", ir en busca del gran público les costó "el menosprecio de las minorías más selectas".

Según Bozzo, una de sus máximas es que "hacer espectáculos para el gran público no implica renunciar a una calidad literaria, musical y plástica". "Nunca hemos querido ganar público a cualquier precio –explica Bozzo–. La primera condición ha sido siempre que los espectáculos nos gustaran a nosotros". "A nosotros tres –añade Periel, con media carcajada–. Aunque casi siempre hemos estado de acuerdo en todo, el tres es un muy buen número para desempatar".

"Yo creo que, si hemos durado tanto, es porque hemos hecho cosas heterogéneas –dice Cisquella–. Cuando terminamos ¡Glups!, que era un musical bastante moderno, pasamos a hacer una opereta, El mikado. Los retos nos han dado vida". Bozzo habla de la importancia de la "transversalidad": "Un espectáculo debe tener varios niveles de lectura. Debe contener elementos atractivos para un niño de diez años, que se fijará en los efectos especiales o las pistolas de los bandoleros, pero también debe tener una lectura interesante para su padre, que verá la tragedia de los moriscos expulsados, y también para algún joven que gozará, por encima de todo, con la historia de amor de los protagonistas". "Mar y cielo tiene todas esas capas", añade Periel.

Joan Lluís Bozzo, Anna Rosa Cisquella y Miquel Periel, los tres socios de Dagoll Dagom, en la oficina de la compañía, en Barcelona.

"Para que una compañía funcione, tienes que ligarte de por vida"

Desde que anunciaron que juntaban, los tres socios no paran de recibir mensajes de amigos y conocidos que no quieren que Dagoll Dagom acabe. Sin embargo, han decidido que no van a traspasar la compañía. "No tiene sentido, alargarlo sería raro –dice Bozzo–. Que vengan otros y hagan su propio Dagoll Dagom, eso es lo que toca". "Además, la compañía podría deteriorarse –añade Cisquella–. Somos una empresa con una estructura difícil de mantener. Para que una compañía funcione, tienes que ligarte de por vida, y ahora ya nadie quiere ligar sólo a un proyecto . Los actores quieren tener una compañía, pero también hacer tele, tener otros proyectos... De hecho, grandes compañías de este país han muerto por ello”.

Sin embargo, a los tres socios les entusiasma pensar que, más adelante, quizás alguna compañía coja sus espectáculos y los vuelva a llevar a escena. "Tenemos una treintena de textos que quedarán en repertorio, como cualquier obra del patrimonio –explica Bozzo–. Si alguna vez alguien quiere hacer una nueva versión, tendremos que hablar de ello, pero estaremos encantados de la vida". "Si todavía estamos vivos, nos haría mucha ilusión ver un espectáculo nuestro hecho por otro", dice Periel. En el caso de Mar y cielo, están "tratando de conservar lo que sería propiamente el espectáculo para que se pueda ir repitiendo", según Cisquella. "El barco de Mar y cielo no lo destruiremos", añade Periel.

Ahora que pliegan, ¿cómo les gustaría ser recordados? "Espero haber descubierto a la gente alguna cosita que les hizo un poco de chup-chup", dice Bozzo. "Y que se' lo hayan pasado bien con nosotros –añade Cisquella–. Parece que divertirse sea algo menor, pero es importantísimo". Parafraseando una canción del espectáculo Scaramouche, Periel concluye "Pero esto no es una despedida, eh. ¡Sólo un final de comedia!"

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