Buscando a un músico perdido en los años noventa
Marco de la Varga dirige en la Sala Flyhard 'Me llamo José', una propuesta de interés y bien agradecida
- Autoría y dirección: Marc de la Varga
- Intérpretes: Mont Plans, Daniel Higiénico y Pau Vinyals
Bajo la forma de presunto documental de investigación, Marc de la Varga se ha inventado un relato de presunta autoficción en el que nada es lo que parece. Una historia heredera, sin duda, de la anterior creación del dramaturgo, El niño de la tele, estrenada en la misma Flyhard hace ocho años, en la que retrataba la vivencia de Rubén Ramírez, un niño que a los doce años conquistó el éxito en las televisiones de los años noventa con sus imitaciones. Un éxito que desapareció con la misma rapidez que había aparecido.
Y de ese espectáculo documental el autor salta a otro personaje documentable. Se trata de un tal Camil Clot, brillante músico de la escena independiente de la Barcelona de finales de los noventa que desaparece de un día para otro sin que nadie supiera el porqué. Marco de la Varga decide investigarle buscando a sus familiares. Encontrará a su madre (Mont Plans) y al presunto hermano del Camil (el tal Josep interpretado por el dinámico Daniel Higiénico) y él mismo se convierte en coprotagonista ausente de la historia, al que da vida Pau Vinyals. Es una investigación bien conducida con toques de humor que mantiene el interés de la propuesta, pero a nuestro entender un poco lastrada por un exceso de información sobre el autor y sus circunstancias; esto funciona como ruptura entre lo que es narración y lo que es teatralización de los encuentros.
Buena dirección y buena interpretación de una Mont Plans a la que no hay papel al que no saque jugo y un Pau Vinyals muy atento a dar el punto de naturalidad necesario. Otra cosa es el caso de Daniel Higiénico, un músico, cantautor y perfomer escénico con más de treinta años a sus espaldas y unos 2.500 conciertos de todo tipo y estilo a pesar de que sea para mí y para muchos de ustedes tan desconocido como el Camil Clot de la búsqueda. Daniel es sin duda una bestia escénica. Sin sutilezas pero clavando el texto con contundencia y, claro, con las cualidades vocales necesarias (sin excederse) para asumir las canciones de un espectáculo bastante musical. Una propuesta de interés y bien agradecida.