La carta de amor de Jordi Bosch en el teatro
Se estrena en el Teatro Romea 'Muerte de un comediante', de Guillem Clua, una tragicomedia sobre el poder de la ficción


Barcelona"El teatro es el lugar donde la humanidad se enfrenta a sí misma", sentencia, solemne, Jordi Bosch. No lo sabremos al momento, pero se trata de una de las citas más famosas de Arthur Miller y una de las frases que pronuncia el protagonista de Muerte de un comediante, el espectáculo de Guillem Clua que se estrena en el Teatro Romea de Barcelona, donde se podrá ver del 21 de marzo al 1 de julio. Clue cambia Muerte de un viajante, el título más famoso del dramaturgo estadounidense, en un espectáculo que es "una carta de amor al teatro", afirma, porque celebra el poder de la ficción teatral en nuestras vidas y también porque el texto está recosido con frases, escenas, autores y obras que han marcado su trayectoria y la historia del teatro universal. Un juego dramatúrgico que da galones a la pieza y la convierte, de paso, en un Trivial que entusiasmará a los espectadores, a los más expertos y los más profanos; quien no quiera perderse ninguna referencia, las encontrará detalladas en la edición publicada por Arola.
Como pasaba en La golondrina, un exitazo que Emma Vilarasau interpretó en el 2022, Muerte de un comediante parte de una premisa muy concreta y va creciendo a partir de giros argumentales inesperados que el equipo de la obra se niega a desvelar. La obra plantea "cómo somos de comediantes todos juntos a la hora de vivir nuestro día a día, qué papeles decidimos interpretar por los demás y por nosotros mismos para salir adelante", apunta el autor. El pretexto es una sobrina (Mercè Pons) que ficha a un cuidador (Francesc Marginet) para su tío, un gran actor de teatro jubilado, con un encargo muy insólito porque no se trata de un hombre con ninguna enfermedad degenerativa, sino que tiene la particularidad que se comunica a través de los personajes que ha interpretado a lo largo de la carrera. "¿Por qué? ¿Qué consecuencias tendrá todo esto? ¿Qué secreto esconde Muerte de un viajante ¿de Arthur Miller?", pregunta retóricamente Clua.
Llevarse el trabajo a casa
El espectador se sumergirá en la historia del teatro a través de ese actor incapaz de separarse de los personajes. "El teatro me ha hecho ser la persona que soy porque haces inmersiones muy fuertes en vidas que, si no, no habría ni olfateado", dice el director Josep Maria Mestre. Jordi Bosch también afirma: "No sería quien soy si no hubiera elegido este trabajo", pero de inmediato defiende que puede "separar tranquilamente" su vida y su obra. "Uy, esa gente que se lleva el trabajo a casa y vive en un globo! A mí me gusta ir al mercado, darme la comida e ir a dar una vuelta; cada cosa en su sitio", explica.
Bosch, que se encuentra a la raya de los 70 años y tiene una carrera de 45 años a sus espaldas, se define como "un intérprete que ha aprendido a destilar textos maravillosos para que lleguen las emociones a los espectadores". "Hace años un director me dijo: «Un actor debe ser un atleta de los sentimientos y las emociones». Tienes que estar preparado para hacer reír, hacer llorar, hacer ironía, cabrear, sacar la parte más fea del mundo y eso pam-pam-pam [dice sacarle los dedos] sin tener mucho tiempo.- Tienes que tenerlo. manda ser generoso", sentencia.
Josep Maria Mestres afirma que la obra saca provecho de la reconocida vis cómica de Jordi Bosch, pero también tiene dosis de tragedia. Como ya se veía en La golondrina, "Clua no tiene mal olor emocional para ir a lugares bestias, que conmuevan, es un autor que no es frío ni cerebral", avisa el director. "La ficción puede hacernos crecer personalmente, nos da armas para luchar contra la vida, que a veces puede ser rica ya veces puede ser dolorosa. El teatro nos ayuda a vivirla de manera transformadora, tiene un poder sanador. Por eso a veces por la noche llego a casa y digo: «Necesito un poco de ficción»".