Teatro

Flotats vuelve al Romea: "Es excepcional que yo esté aquí"

El actor interpreta al filósofo Voltaire, que mantiene un enfrentamiento ideológico con Rousseau en 'La disputa'

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Josep Maria Flotats, esta mañana en el Teatre Romea.

BarcelonaCada vez que Josep Maria Flotats pone un pie –o en su caso, podríamos decir que mete la nariz de Cyrano– en un teatro catalán, los productores, la prensa y el público lo viven como un evento. Es cierto que el actor ha vuelto en otras ocasiones, desde que en el 2013 el gobierno de Artur Mas le organizó un homenaje de reparación, dieciséis años después de la "repentina, traumática, dolorosa y brutal" destitución del Teatre Nacional de Catalunya. Pero sus visitas no son nada frecuentes; la última, en 2015 en el Teatre Lliure con Serlo o no. "Habría regreso si alguna vez hubiera dicho que me voy", dice, haciendo una finta. Pero añade: "Hubiera hecho teatro aquí más a menudo si lo hubiera tenido fácil. No me llamaba nadie, y si alguna vez llamé no hubo respuesta. Fuera me llamaban", suelta.

Esta vez fue Josep Maria Pou, el director del Teatro Romea, amigo íntimo y compañero en miles de funciones, quien le presionó para que actuara en su teatro, después de décadas buscando infructuosamente una obra para interpretar ambos juntos: " Ven de una puñetera vez", le mandó. Y Flotats se ha plantado en el Teatre Romea para protagonizar hasta el 1 de abril y en catalán una obra que en Madrid estrenó en el 2018, La disputa. Voltaire / Rousseau, ahora junto a Pep Planas, un actor al que hizo debutar justamente en su mítico Cyrano de Bergerac en 1985.

"Es un hecho excepcional que yo esté aquí", sentencia un Flotats emocionado, en el vestíbulo del teatro. "No soy actor por nada –dice–. Tengo una sensibilidad exacerbada y controlo mal mis sentimientos fuera del escenario. Espero poder controlarme". Cinco días de enfermedad, que le habían dejado del todo afónico, obligaron a cancelar las tres primeras funciones de la obra, y ahora dice sentirse "resucitado". "Saber que se estaban devolviendo las entradas me ponía aún más enfermo", asegura. La enciclopedia Josep Maria Pou recuerda que fue en enero de 1959 que el actor debutó en el Teatre Romea con Tú y la hipócrita de Maria Aurèlia Capmany, dirigido por Ricard Salvat. Flotats, que tenía 20 años, llevaba dos trabajando de actor. 65 años después regresa al Romea. "En mi entorno, el entorno de familias que perdieron la guerra, ir al teatro era ir al Romea", recuerda. De ahí, también, la emoción de un Flotados generoso en anécdotas. "¿Verdad que era otra época?", pregunta retóricamente después de una deliciosa batallita francesa.

Teatro de arte para todos

La disputa reúne en un espacio a dos de los filósofos más importantes del siglo XVIII, Voltaire (Flotats) y Rousseau (Planas), dos personajes "antagonistas y complementarios", ambos enterrados en el Panteón de París como Padres de la República, como explica el autor del texto, Jean-François Prévand. Uno decía que la cultura era la solución y el otro que "no cualquier cultura". "Rousseau quería hacer mesa zanja de todo, de tanta mediocridad", explica Planas. La obra es "un enfrentamiento culto, inteligente, brillante y divertido" con dos personajes "que ya decían lo que hoy todavía no está resuelto", observa.

Josep Maria Flotats no piensa en la jubilación, ni tampoco en escribir unas memorias: "No consigo que me interese el pasado. No tengo nostalgia. Tengo un cariño indefectible a la gente que he amado, pero no me afectan tanto los recuerdos como el compromiso inmediato", justifica. Y acto seguido le toma una frase a Núria Espert y comenta con socarronería: "No tengo la vida interior que tiene la mayoría de gente para quedarme en casa". Quizá sea porque puede "desahogar la angustia de ciudadano en el escenario", dice. "Me da tranquilidad, paz y la sensación de estar cumpliendo mi deber", afirma. Flotats esquiva las preguntas incómodas (sobre el Me Too, sobre Lluís Pasqual), pero le gusta hablar del teatro de hoy, de la calidad actoral de los jóvenes o del alud de espectáculos que presentan los teatros públicos "en nombre de la inmediatez, el consumo y la publicidad". Incluso comenta la última noticia sobre la ley de servicios digitales de la Unión Europea. "Me siento orgulloso de todavía poder hacer mi oficio y defender no sólo el teatro que me ha formado, el Teatro de Arte con mayúsculas, sino un teatro de reflexión indispensable en la sociedad que vivimos", sentencia Flotats, injertado del su personaje. Y exclama con aquel deje inconfundible: "¡Voltaire, sálvanos! Vuelve y sálvanos!"

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