Teatro musical

"Los frikis también deben tener referentes"

La compañía Arsénikes estrena 'Rocky horror (rave) show' en el Centro Cívico Can Clariana Cultural de Barcelona

Barcelona"Si nosotros nos plantamos en cualquier teatro y hacemos nuestras mierdas, la otra gente también debe poder hacerlo. Los frikis también deben tener referentes". Éste es el mensaje que quieren transmitir Roc Gussinyer, Carla Marchegiano y Emma Miró. Se conocieron hace seis años en una extraescolar de teatro musical y, aunque entonces tenían sólo 15 años, decidieron montar su propia compañía, Arsénicas. "En las escuelas de teatro todo es muy normativo –dice Gussinyer–. Siempre hace de protagonista la misma chica, el chico hetero se queda todos los papeles principales… A nosotros nos daban los papeles de la chica mala y del chico graciosillo, y eso no nos gustaba nada".

Pese a que se definen como actores amateurs, han sacado adelante cinco espectáculos musicales de una gran ambición escénica, sobre todo teniendo en cuenta que son una compañía autogestionada y trabajan sin la ayuda de ningún adulto. Ahora, a sus 21 años, presentan su último montaje, Rocky horror (rave) show, que se podrá ver del 17 al 20 de julio en el Centro Cívico Can Clariana Cultural, que les ha acogido estos meses como artistas residentes. "Más que una compañía, somos un grupo de amigos", dice Marchegiano, quien explica que en un principio eran cinco actores ya lo largo de los años han ido incorporando a más gente "a la familia".

Cargando
No hay anuncios

"No nos planteamos profesionalizarnos –explica Miró–. A veces nos preguntan: «¿Pero no cubréis?» Y yo siempre contesto: «¡No pago!» Los jóvenes tenemos pocas actividades no profesionales que sean completamente por amor al arte, sin tener que pagar nada. "Qué lástima que haya gente que paga por hacer teatro", añade Gussinyer, quien explica que la compañía funciona por taquilla inversa, pero sólo para "cubrir los gastos propios de cada espectáculo".

Cargando
No hay anuncios

"Nuestra lucha 'queer' es existir"

Como compañía, tienen claro que quieren realizar "teatro de jóvenes para jóvenes y en catalán". "Nos gusta que las bromas hagan referencia a todo este micromundo que hemos creado la generación Z", dice Miró, que cree que "quizás no es necesario que la gente de cierta edad lo entienda todo". "Bienvenidas sean, las abuelas, pero los referentes del espectáculo son de nuestra generación", añade Gussinyer. Por eso tienen la costumbre de coger títulos de los años 70 y 80, como Heathers y Beetlejuice, y llevarlos a su terreno. Esta vez han elegido The Rocky horror show,el musical de Richard O'Brien que más adelante Jim Sharman llevó al cine. "Es una película de culto, que fue un antes y un después en la cultura pop", explica Gussinyer.

Cargando
No hay anuncios

En vez de ambientar la historia del doctor Frank N. Furter en un cabaret, sin embargo, la han trasladado a una rábano, que, según Miró, "vendría a ser la contracultura actual". Brad y Janet, los protagonistas del musical, son "como una Barbie y un Ken que, por culpa de un accidente de coche, van a parar en un castillo lleno de travestis, donde se celebra una convención de transilvanos", recuerda Cuchiñero. "Son unos heteros que hacen todo el palo del mundo, pero a la vez son unos matados –dice Miró–. Ellos, que son lo más normativo que existe, se encuentran de repente en un lugar en el que son la contranorma. Y por presión social se acaban travestindo, porque, si no, se les comen vivos.

Aunque sea un espectáculo que da voz a la comunidad LGTBIQ, los actores no quieren "reivindicar nada". "Nos cagamos en el género, en las orientaciones sexuales… en todo, pero porque nos la suda –dice Gussinyer–. Si este musical es un referente para la comunidad LGTBIQ, es porque, aunque son protagonistas queer, el espectáculo no va de eso, sino que es la historia de un doctor loco que fabrica un monstruo". "Nuestra lucha queer es existir, simplemente", explica Miró. "Lo llevamos todo en el extremo, tanto el heterismo como el LGTBIQ-ismo", añade Marchegiano. En cualquier caso, consideran importante que la cultura represente la no normatividad de una manera más amplia: "Estamos cansados ​​de la parejita gay que no sale de la norma. Por mucho que sean dos hombres, no nos representa", dice Miró. "No haríamos un musical de Heartstopper", concluye Gussinyer.