Crítica teatral

Demasiado frío para emocionar

Tiago Rodrigues explora con distancia las experiencias de cooperantes en 'Dans la mesura de lo imposible'

Una escena de 'Dans la mida de lo imposible'
2 min
  • Traducción: Thomas Resendes
  • Intérpretes: Adama Diop, Beatriz Brás, Baptiste Coustenoble, Natacha Koutchoumov y Gabriel Ferrandini
  • Teatro Municipal de Girona Temporada Alta
  • 20 de octubre de 2024

El mundo sería diferente para los más desafortunados sin las organizaciones humanitarias que asisten a las poblaciones afectadas por guerras y desastres naturales. ¿Cómo viven personalmente los trabajadores de estas organizaciones la confrontación con los dramas a los que se enfrentan en los lugares de destino? Para saberlo, el director Tiago Rodrigues entrevistó a una serie de miembros de estas entidades con la idea de volcar sus historias y vivencias en Dans la medida de lo imposible. El espectáculo se estrenó en el 2022 en una producción de la Comedia de Ginebra, poco antes de que Rodrigues fuera nombrado director del Festival de Aviñón.

Sin embargo, hay una diferencia notable entre lo que vivieron y el cómo lo vivieron. Una cosa son los hechos y situaciones a las que se enfrentan, y la otra, cómo las enfrentan. Sobre todo, cómo afecta personalmente y su entorno el viaje entre lo que el director llama lo posible (el entorno geográfico y humano del confortable norte, de donde provienen la mayoría de los cooperantes) y lo imposible (el mundo real al que se desplazan para ayudar). El objetivo declarado de Rodríguez era profundizar en los cooperantes, justamente para conocer mejor el qué y el porqué de su compromiso. Pero me parece que la propuesta gravita básicamente en un encadenado de relatos de situaciones comprometidas a lo largo de dos horas en las voces de dos actrices y dos actores. Unos relatos que, al fin, no nos dejan ver gran cosa de quiénes son esos hombres y esas mujeres que se vuelcan para ayudar a los desfavorecidos de países lejanos.

Son relatos ciertamente sobrecogedores en su contenido pero menos en el recitado, que se hace desde el frío distanciamiento que manda en el teatro europeo de última hornada, huyendo de las emociones o destilándolas. Obviamente, la propuesta se sirve muy bien envuelta: un espacio escénico que evoca una gran tienda de campaña que los intérpretes van levantando, un luminoso diseño de luces atmosférica y la sonora contribución de un excelente batería en directo para puntuar los clímaxs ( Gabriel Ferrandini). Muy diferente, pues, de aquél Mitleid (Compasión) que Milo Rau presentó en Temporada Alta en 2016 con el estremecedor testigo de una miembro de una ONG que trabajaba en Burundi.

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