Teatro

"Hay una invasión de ficción anglosajona, parece que sólo sepamos mirar hacia Londres"

Jordi Prat i Coll dirige una adaptación de 'Los criminales' de Ferdinand Bruckner en el TNC

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El equipo de "Los criminales" en el Teatre Nacional de Catalunya.

BarcelonaPocos días antes de que se proclamara la Segunda República Española, la compañía de la actriz Maria Vila estrenó una adaptación deLos criminales del austríaco Ferdinand Bruckner (1891-1958) en el Teatro Romea de Barcelona. "Es una obra libre, valiente, fuerte, intensa. Teatro de verdad, y no de nata y pasta de roscón como el que, a indicaciones de los empresarios, nos sirven nuestros autores", decía una crítica anónima publicada en La Esquella de la Torratxa el 10 de abril de 1931. El director y dramaturgo Jordi Prat i Coll (Girona, 1975) la recupera ahora convencido de que el teatro de Bruckner "hace resonar algunos momentos de nuestra historia del siglo XX" e "ilumina el presente sin que sea evidente". Del 18 de abril al 26 de mayo dirigirá una nueva versión en la Sala Grande del Teatro Nacional de Cataluña (TNC) con música de Dani Espasa y un reparto coral que incluye a Joan Carreras, Cristina Plazas, Luis Soler, Maria Rodríguez y Kathy Sey, entre otros.

Tomando un bloque de pisos como elemento unificador, Los criminales sigue la historia de una serie de vecinos que se encuentran inmersos en problemas con la justicia, encarnada sobre todo por Lluís Soler, que interpreta "un juez obsedido con las leyes". "Bruckner inventa una especie de Rue del Percebe, un edificio donde ocurren cosas", dice Prat. "Cuesta mucho encontrar una obra en la que tanta gente pueda lucir; todos los personajes tienen momentos para brillar y conseguir que el público empatice, y mira que hacen cosas que no deben hacerse", añade. Como Los Juegos Florales de Canprosa y La Rambla de las floristas, Prat ha priorizado que sea "una obra entretenida" y con muchas escenas musicales, encabezadas por el pianista Jordi Cornudella, el saxofonista Jordi Santanach y el contrabajista Dick Them. "Cantaremos La canción violeta de Mischa Spoliansky, que se considera el primer himno gay de la historia, y convertiremos el escenario en un cabaret", dice el dramaturgo. Al mismo tiempo, advierte que no se trata de una comedia: "La tesis de Bruckner es que todo el mundo puede ser criminal si se dan ciertas circunstancias. Reír, pero es una obra terrible. Aunque sea cómico, el final es muy poco esperanzador, porque es como yo estoy en ese momento. Debemos hablar alto y claro, las medias tintas no funcionan".

'Los criminales' en el TNC.

"Decir 'democracia' no quiere decir que exista una democracia"

"Cuando el expresionismo alemán llegó al clímax, Bruckner planteó un nuevo movimiento teatral, la nueva objetividad, que pretendía llevar a escena lo que estaba ocurriendo en la calle, retratar a una sociedad berlinesa que vivía un momento de euforia colectiva – dice Prat–. Habiendo pasado la Primera Guerra Mundial, la gente se dio cuenta de que la vida era muy corta y empezaron a disfrutar de la sexualidad, los cabarets y el nudismo Las mujeres empezaron a cortarse el pelo y acortarlo. se las faldas". La República de Weimar, que estuvo vigente desde el fin de la Primera Guerra Mundial hasta que Adolf Hitler llegó al poder en 1933, fue "una época de mucha libertad creativa", según Prat. Ahora bien, el retrato que hace Bruckner en Los criminales no es precisamente complaciente. "Se llamaba «república», pero el nombre no hace la cosa –explica–. Es una obra que demuestra que decir «ley» no hace que las leyes funcionen, que decir «justicia» no quiere decir que la justicia funcione, y que decir "democracia" no quiere decir que exista una democracia".

Según el director, la República de Weimar tiene ciertas equivalencias con la Segunda República Española: "Durante aquellos años hubo una eclosión de libertad; se intentó culturizar un pueblo analfabeto, se hizo llegar el teatro a todas partes , se abrieron nuevas bibliotecas, las mujeres empezaron a participar de manera activa en todos los ámbitos de la sociedad... Pero eso ponía nerviosa a toda una clase social, que se inventó la manera de que esto no fuera más allá" . En este sentido, Prat también encuentra conexiones con la Transición española: "Que en una transición el tercer poder continúe en el poder quiere decir que algo chirría".

Aunque, de forma implícita, esta nueva versión deLos criminales evidencia algunas carencias de nuestro sistema cultural: "Cuando pensamos en teatro alemán, sólo nos viene a la cabeza Bertolt Brecht –dice Prat–. Hay una invasión de ficción anglosajona, parece que sólo sepamos mirar hacia Londres. ¿Cuál es el peligro? ¿ Ellos nos deben decir cómo debemos amar, cómo debemos odiar, ¿a qué debemos dar valor?, ¿Donald Trump nos debe decir qué es justicia y qué no? que son países más cercanos a la vieja idea de Europa, que tiene cosas buenas y malas, pero al final es mi casa".

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