Isabelle Huppert nublada por el 'sfumato''
Tres monólogos son suficientes, sin embargo, para rendirse ante la potencia escénica y la expresividad vocal de la actriz en 'Bérénice'
- Autoría: Jean Racine
- Dramaturgia y dirección.
- Intérprete: Isabelle Huppert
Poco queda de Jean Racine (1639-1699) a la propuesta del italiano Romeo Castellucci sobre Bérénice. Pero no es raro. Castellucci no es de los directores que esconde su trabajo propiciando la excelencia del texto, sino todo lo contrario: pasa por encima con su mirada radical, como la de un escultor que pone una sábana sobre la Piedad de Miguel Ángel por crear una forma nueva sobre las antiguas. El resultado es sorprendente y abrumador justamente por su plasticidad y, en este caso, por la presencia hipnótica de Isabelle Huppert. A la actriz se opone una textura visual vaporosa que invade el escenario y difumina su figura y, cómo no, el rostro. Una textura trabajada con la gasa de un telón de boca transparente, el humo y el diseño de luces que, mucho me parece, quiere seguir de forma radical la técnica delsfumato popularizada por los maestros del Renacimiento. Leonardo da Vinci la utilizaba para crear representaciones atmosféricas y casi de ensueño, y él mismo la definió como "sin líneas ni bordes, como humo o más allá del plan de enfoque". De las sombras y arrastrando a un radiador (licencia del director) emerge la princesa Bérénice para averiguar si su amante, el emperador Tito, cumplirá la promesa de casarse u obedecerá al dictamen del Senado, que no ve con buenos ojos a una extranjera en el trono de Roma.
Y todo ello sobre una dramaturgia que reduce el texto de Racine a tres monólogos separados por escenas silentes de figurantes que evocan el contexto del dolor de la princesa Bérénice. Tres monólogos son suficientes, sin embargo, para rendirse ante la potencia escénica y la expresividad vocal de una Huppert a la que finalmente vemos el rostro de forma más clara cuando la princesa marcha hacia su Palestina y nos dice: " Deje de mirarme". Telón. Fuertes aplausos y parte del público derecho. Y la voz de un espectador quejándose de que los sobretítulos fueran en castellano y no en catalán. Otro aplauso.