Crítica de teatro

'Macbeth' en el Lliure: un cuento de terror lleno de oscuridad y ruido

Pau Carrió dirige un lujoso y correcto reparto, encabezado por Laia Marull y Ernest Villegas

2 min
'Macbeth'.
  • Autoría: William Shakespeare
  • Dirección y adaptación: Pau Carrió
  • Con Moha Amazian, Juan Amargós, Pepo Blasco, Pep Cruz, Pol López, Carlos Martínez, Laia Marull, Alba Pujol, Javier Ricart, Marc Rodriguez, Marc Soler, Julia Truyol, Mar Ulldemolins y Ernest Villegas.

Ya fuera por gusto, por responsabilidad institucional o por ambas cosas, Julio Manrique aplaudía con entusiasmo la oscuridad y para mí anticuada mirada de Pau Carrió sobre el gran clásico inglés del que dicen que es mejor no decir el nombre. Manrique presidía el estreno y saldaba con un “pronto, pronto” la cuestión de la presentación del programa con el que ganó la dirección del Teatre Lliure, después de que a principios de mes se produjera un extraño aplazamiento por problemas de agenda de alguno de los miembros de la junta de gobierno. Ojalá encuentre mecánicos para arreglar la agenda en breve.

Diría que Pau Carrió ha imaginado la tragedia de Shakespeare como un cuento de terror lleno de ruido y de oscuridad, evocando la frase que pronuncia Macbeth en el tramo final de la función . Contribuye, lógicamente, la intensa oscuridad de los pocos elementos escenográficos (Sebastià Brosa): desde el árbol con calaveras a la escena de las tres brujas vestidas de monjas hasta los árboles secos del bosque de Birnam o las camas de internado o campamento militar. Hay mucha oscuridad en esta lectura. Incluso la sangre es negra. Hay mucho ruido (Rafel Plana). Desde el inicio, cuando resuenan las bombas de la guerra mientras el general Macbeth vuelve triunfante, hasta los impactos sonoros (¡tachan!) para subrayar determinados momentos. Carrió divide la escena vacía en dos partes. En el proscenio, frente al telón, juega con los primeros planos y los monólogos, mientras que detrás del telón, rodeado de humo y penumbras que impiden ver la cara de los intérpretes, se encuentran las escenas más corales. La austeridad escenográfica se llena con la luz (Raimon Rius) en un brillante ejercicio de aires expresionistas al modo del cine de Murnau.

El director ha cuidado mucho la concepción de la puesta en escena por encima de la dirección de un lujoso y correcto reparto, encabezado por una Laia Marull que no logra transmitir la perniciosa ambición de Lady Macbeth y la maligna influencia sobre su marido , y un Ernest Villegas que tampoco nos transmite la ansiedad, el miedo y la crueldad del general más allá de las palabras. Las palabras están ahí. Y están bien dichos. Pero a pesar de la ampulosa oscuridad, falta clímax y sobra grito. Todo es correcto. Sólo correcto.

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