'Refugi': cuatro personajes en busca de una familia
Una propuesta muy recomendable dirigida por Mònica Molins Duran en la Biblioteca de Catalunya
- Autoría: Jessica Goldberg
- Traducción: Carlota Subirós
- Dirección: Mònica Molins Duran
- Intérpretes: Lua Amat, Joan Esteve, Daniel Mallorquín y Laura Roig
La Biblioteca de Catalunya es un bastión teatral comandado por Oriol Broggi, un director que de vez en cuando abre la puerta a otros creadores, como ha ocurrido con éste Refugio, que él mismo dirigió en la Sala Beckett de Gràcia en el 2003 y que ahora vuelve en manos de unos jóvenes intérpretes y de una jovencísima directora que exhiben talento y oficio en una propuesta muy recomendable.
Es cierto que la obra de la estadounidense Jessica Goldberg es tan actual ahora como hace veinte años y probablemente lo será dentro de veinte años más, porque a su buena escritura se suma un tema imperecedero: la familia como espacio de cariño. Goldberg imagina una familia desestructurada en la que los padres se marcharon a Florida y abandonaron las dos hijas y el hijo. La hermana mayor, Amy, se ha hecho cargo de la casa y del cuidado de la hermana pequeña (Becca) y de un hermano enfermo y muy dependiente (Nat) que lamenta que nunca encontrará a una chica que se enamore de él por su estado. Un panorama poco estimulante al que una noche de juerga llega Sam, un chico sin techo que se enamora de Amy. Cuatro personajes poco afortunados con carencias afectivas que disimulan como pueden, con un presente complicado y un futuro negro buscan seguridad y sienten a la familia como un refugio de las adversidades. ¿Lo será?
En un espacio escénico bastante realista, el primer acierto de la directora, Mònica Molins Duran, es el casting. Y, el segundo, la magnífica dirección de las actrices y el actor. Amy de Laura Roig es un nudo de energía, angustia y decisión. Tiene ángel. Lua Amat clava el perfil de Becca, esta buena chica anodizada por el baile que coquetea con las drogas. El Nat de Daniel Mallorquín tiene la virtud de no pasarse (los personajes de enfermos y borrachos tienen ese peligro, en el teatro), de estar en el punto justo entre la enfermedad y la lucidez. Y Sam de Joan Esteve camina muy bien por el hilo de lo que puede ocurrir, ya que desde su llegada se convierte con el motor de la casa. Bravo!