Demasiada reiteración para que estas brujas puedan volar

Jan Vilanova ha investigado el origen y desarrollo de una parte de la brujería en Cataluña siguiendo, imaginamos, los pasos de otros investigadores como Carmen Espada Giner y Jaume Oliver Bruy, que publicaron en 1999 Las brujas en el Pallars: procesos de inquisición en la varvasoría de Toralla (s. XVI), los estudios del historiador Pau Castell y seguramente visitando la exposición permanente sobre el tema en el ecomuseo de Esterri d'Àneu y la del Centro de Interpretación de la Bruixeria de Sant Feliu Sasserra. Una investigación que ha querido volcar en el teatro sirviéndose de la documentación existente sobre los procesos judiciales y ejecuciones que hubo sobre todo en el Pirineo en los siglos XV y XVI que, seguro, entraría en las coordenadas editoriales de revistas como Historia y Vida.

Es un interesante trabajo de historia que teatralmente es víctima de las limitaciones documentales sobre las que se levanta. Una documentación muy reiterativa y muy focalizada en un espacio concreto para ilustrar la serie de expedientes de brujería que, además, deja fuera elementos importantes como los cazadores de brujas (que siempre eran hombres) y no incide lo suficiente en que los procesos los seguían jueces comunes presionados por la propia ciudadanía. Una reiteración que se pone de manifiesto sobre todo en el primer acto de la propuesta, en la que se nos presenta un grupo de seis investigadoras en un laboratorio explicando el contenido de los documentos, pero que lamentablemente se mantiene casi hasta el final a través de los testigos, acusaciones, el tormento y las ejecuciones. Buena parte de la función tiene un toque de reportaje periodístico para ser leído, y no es hasta el final que vislumbramos una cierta dramatización con las confesiones de las acusadas y las sentencias condenatorias.

Sobre la aridez del texto, las seis actrices se esfuerzan por llenar de sentimientos la función, y es por ellas, en todo caso, que la propuesta puede recomendarse, junto con una buena dirección de Alícia Gorina y una interesante dramatización del vestuario.