Crítica de teatro

Variaciones sobre la memoria, con un magnífico Sergi Torrecilla

El actor protagoniza 'Retrato del artista muerto', de Davide Carnevali, en el Lliure de Gràcia

Sergi Torrecilla en el espectáculo 'Retrato del artista muerto'.
2 min
  • Autoría y dirección: Davide Carnevali
  • Intérprete: Sergi Torrecilla

El silencio de los muertos es mucho menos doloroso que el silencio de los desaparecidos, dice el italiano Davide Carnevali en esta propuesta de engañoso teatro documental. Sin embargo, habría que añadir que el silencio más insoportable a la vez que culpable es el de los vivos. El silencio de aquellos que no quieren hablar, de aquellos que han preferido olvidar antes que asumir la responsabilidad individual o colectiva de las tragedias políticas como la que sufrió Argentina entre 1976 y 1983 bajo el poder de la dictadura militar o la España desde el fin de la Guerra Civil hasta el nacimiento de la democracia.

De hecho, la obra de Carnevali quiere religar ambas dictaduras, pero es la argentina la que domina de arriba abajo la función. Del franquismo, algo más que la anécdota. Éste Retrato del artista muerto es un intento de autoficción del propio Carnevali, aunque sea un magnífico Sergi Torrecilla el que conduce durante noventa minutos una investigación entre criminal y musical que arranca con una carta del gobierno argentino sobre la restitución de un apartamento en Buenos Aires arrebatado a un músico durante la dictadura argentina, que trata de religarse con los antecedentes reales de la familia valenciana del actor durante el franquismo.

Es un planteamiento interesante sobre la memoria y la identidad mediante una propuesta a la que, sin embargo, le cuesta arrancar por causa de una estructura dramática dispersa, que se muestra incapaz de responder a las múltiples preguntas que genera y de alcanzar el objetivo a pesar del efectista final. Nos queda, pues, una mirada sobre el horror con el silencio de los vivos como protagonista y un trabajo sobre la voz de los espacios, lo que susurran de quienes los han habitado. De ahí la espléndida escenografía que reproduce el apartamento y que es lo único que se mantiene en las distintas versiones que esta coproducción del Piccolo de Milán ha tenido en Italia o Francia, ya que el autor busca siempre la forma de encontrar lazos con el drama argentino a partir de la vivencia personal de los intérpretes de cada país.

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