Crónica de Navidad

En el año y medio de Defensor del Lector del ARA, he conectado con todos los lectores cuyos comentarios han salido al diario; todavía me quedan unos cuantos por responder en abierto. Y siempre que he podido, he atendido a los que me han telefoneado por algún problema técnico en la suscripción, sobre todo en fines de semana, que los teléfonos corporativos están en modo suite inglesa –una de Bach sería una buena música de espera; cuando Jaume Badia, del Consejo Editorial del ARA, y yo manábamos un poco en el Palau de la Generalitat, pusimos el aria de las Variaciones Goldberg, porque le gustaba mucho al presidente Maragall–. Ahora he querido dar un paso adelante y conocer personalmente a un lector, y explicarles quién está en abierto. Y espero hacer algún encuentro con lectores, poder atender a aquellos a los que no he llegado más allá de la respuesta automática del correo, y cambiar impresiones en el cara a cara, que ahora la pedantería víctima de la informática llama "presencial", aunque antes sólo se estaba de cuerpo presente cuando la diñabas.

He elegido democráticamente a Andreu Suriol, el lector que más veces se me ha dirigido (diez correos que constan en las actas de mi Excel) y siempre con quejas justas y comentarios cuerdos, eso sí, sin ahorrar una ironía más mediterránea que inglesa, quizás porque el lector, además de los francés más de los idiomas, habla y de vez en cuando suelta alguna palabra de aquellas que dicen mejor que la lengua propia algo. Me elogió el Pare máquinas, de Àlex Gutiérrez, una sección muy útil para mi labor, me ha presentado cuestiones lingüísticas, ha alertado de que cuando hablamos de vinos cuenta que también estamos hablando de alcohol –aquí emerge el farmacéutico– y ha enaltecido el comercio de proximidad ante la invasión de la compra telemática.

Cargando
No hay anuncios

Andreu Suriol firmaba el correo más reciente con el genitivo "de l'Arboç, villa modernista", un buen punto, pues, para situarlo en su contexto; además, resulta que tres lectores, Pere Galimany, Ignasi Forcada y Joan Jesús Rovira, me enviaron quejas a cuento de una comarca, el Penedès, que, como otras, son sólo relativamente atendidas por el diario, que, con honrosas excepciones como el suplemento de Tarragona y las Terres de l'Ebre, que ha celebrado el desde capitales, por una cuestión también lógica de espacios productores de noticias. Bien, pues, empezamos por L'Arboç, donde Andreu Suriol nació el año de las dos bombas atómicas, como lo escribe en un libro autobiográfico, porque él, aunque es farmacéutico, escribe magníficamente, fue gran amigo de Marsé y se escribió con Antonio Tabucchi.

A cuento de su relación con Tabucchi, escribió un excelente relato de no ficción, "El camino de un poema", que espero que le publiquen. También es autor de un epistolario de su suegro póstumo, Las cartas vienen de París, que, a partir de algunas de las misivas, concluye con otro exitoso relato sobre un vicario del Arboç que, hace cien años, tenía el mote del Torero por las aventuras amorosas. Una terminó tan trágicamente como con un aborto y todo fue tapado por la jerarquía eclesiástica. El Torero tuvo otras denuncias por otros asuntos turbios y acabó fuera de la villa, pero destinado a una parroquia de Barcelona. Lardoso protocolo as usual.

Cargando
No hay anuncios

Todo ello hace que el plusmarquista de cartas al Defensor haga afortunadamente el buen leer.

Lo primero que ves de L'Arboç, vayas en tren o por carretera, es la Giralda. Cuando la clisses por primera vez, puede parecer que tienes una alucinación o que un viaje astral te ha plantado en Sevilla mientras estabas metido entre dos camiones de la AP-7. Pero no. La Giralda de l'Arboç es una reproducción muy exacta y precisas medidas: hace la mitad del original. Dentro, un mundo sensorial diverso y el espectacular contraste de mirar por un ventanal árabe y, junto a un esgrafiado que dice "Alá el mayor, el misericordioso", divisas el Montseny al fondo y Montserrat en primera línea; está claro que Montserrat te lo encuentras también en la casa solariega del abad Escarré y una estatua que le homenajea. El abad es uno de los hijos ilustres del pueblo, con Josep Gener y Batet, que hizo fortuna en Cuba con el tabaco –sus excelentes marcas son aún de las más codiciadas– y construyó en L'Arboç un pedazo de palacio que da treinta vueltas a Downtown Abbey. Gracias a Gener, L'Arboç tiene también una estatua de Colón del mismo escultor de la de Barcelona, ​​Rafael Atché, que parece que originalmente fue una maqueta de lo que encumbra la Rambla con el dedo haciendo de aguja náutica. El otro personaje ilustre de L'Arboç es Salvador Sadurní, uno de los porteros legendarios de la historia del Barça. La casa solariega de Suriol, en la calle Mayor junto a la iglesia, también es una belleza modernista, allí está su farmacia y un laboratorio de fórmulas magistrales que abastece las apotecas de la demarcación de Tarragona, donde él fue presidente del Colegio de Farmacéuticos.

Cargando
No hay anuncios

Me dejo muchas cosas en el tintero, porque el patrimonio arquitectónico de L'Arboç, de vestigios romanos al pie de la Vía Augusta y de la edad media hasta el matrimonio de conveniencia entre modernismo y novecentismo, es abundante, y agradezco las explicaciones a Eduard Jané, que lo tiene todo en la cabeza porque hace de guía y lo deberían. Ahora bien, el último interés informativo que ha concitado L'Arboç no es todo esto sino porque la realidad espectáculo televisada puso el objetivo en una casa surrealista que tiene dos balcones con las puertas tapiadas y otros dos con las puertas como Dios manda pero sin que se pueda salir porque no hay tierra. Esto nos vuelve a llevar a un periodismo que pobres de nosotros y trabajo para los ombuds.

En Navidad, este Defensor se acoge a las tradiciones de los últimos de los mohicanos y hace una crónica en la que prime el humanismo, ciertamente muy presente en la fiesta de los 15 años del ARA, como resaltó Antoni Bassas en su columna del pasado 29 de noviembre, ya denotativamente titulada "Un baño de humanidad". Y hasta el próximo año, que es el mes entrante. Felices fiestas a los lectores, les desea el Defensor, como en aquellas antiguas estampas de pareados no te fijes, y sepan que aquí les espero si tienen algo para criticarnos, rectificarnos y/o mejorarnos, porque esta página es "mi casa es vuestra casa si es que hay casas de alguien", como dice una Poble-sec, que también describió los siete cielos a bordo de los barcos del Dante, de Florencia.

Cargando
No hay anuncios

Y el deseo solsticial/providencial de un periodismo de las personas y la proximidad y de extender lo máximo posible la atención informativa hasta donde la lengua nos hace comunidad, independiente de los metros cuadrados del término municipal y del número de habitantes.

El Defensor del Lector presta atención a las dudas, sugerencias, críticas y quejas sobre los contenidos del diario en sus ediciones digital y en papel, y cuida de que el tratamiento de las informaciones sea conforme a los códigos deontológicos.

Cargando
No hay anuncios

Por contactar con el Defensor del Lector puede enviar un correo electrónico a eldefensor@ara.cat o grabar un mensaje de no más de un minuto al número de WhatsApp 653784787. En todos los casos, es necesaria identificación con nombre, apellidos y número de DNI.