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El Barça resbala en el peor momento y deja escapar el liderato (1-2)

El Granada levanta el partido en la segunda parte y el equipo de Koeman ya no depende de sí mismo

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Messi, en una jugada del partido

BarcelonaJusto cuando tocaba dar el último paso para ensartarse por fin a la cumbre, el Barça sufrió un resbalón tan doloroso como poco esperado. En el peor momento, cuando nadie se lo esperaba. Ni un Koeman que acabó expulsado, ni los jugadores, ni unos aficionados que daban por hecho que contra el Granada, los tres puntos se quedarían en casa. Pero si en la Copa fue el Barça quien dejó con un palmo de narices al equipo andaluz con aquella remontada que fue celebrada como un título, en la liga el equipo de Diego Martínez se ha encargado de cobrarse las facturas pendientes levantando el partido en la segunda parte. Si en la primera parte Messi había marcado el gol que permitía por fin al Barça empezar a mirar por retrovisor a sus rivales, en la segunda la gasolina se acabó. Y con golpes bajos, el Granada saqueó el Camp Nou. Quitándole la comida del plato al Barça cuando el equipo de Koeman ya estaba listo para disfrutar de un buen festín. Mangándole la cartera cuando salía del banco con un buen fajo de billetes dentro.

La desgracia del Barça encendió el corazón de los hinchas del Sevilla, que de repente se ven a solo tres puntos del liderato en esta liga con cuatro aspirantes. Y permitió lamerse las heridas tanto a un Atlético mustio desde el cabezazo de Íñigo Martínez en Bilbao, como a un Madrid que no ha vuelto a ganar desde que ganó el clásico. De hecho, la derrota contra el Granada corta el ritmo a un Barça que aspiraba a ganar 60 de los últimos 69 puntos. Ahora, en cambio, ha ganado apenas tres de los últimos nueve en una liga que se iba tiñendo poco a poco de azulgrana. Ahora todo está por decidir, de nuevo. Con cuatro aspirantes que se miran medio sorprendidos, pues todos sufren tropiezos cuando nadie se lo espera.

No podía ser tan fácil, de hecho. Esta era la temporada de las siete plagas bíblicas en el Camp Nou. Aquella de las deudas, de la mala gestión, los escándalos en las redes sociales y los tribunales, unas elecciones kafkianas, burofaxes y una plantilla sin refuerzos en el mercado. La temporada en la que por instantes, el barcelonismo encaraba la temporada con mentalidad de los años 80, pensando en sobrevivir e ir tirando como se pueda. Y si se podía ganar la Copa, bienvenida fuera, pues después de caer en Cádiz, el Barça estaba a 12 puntos de un Atlético de Madrid que entonces, parecía imbatible. Pero una remontada nunca antes vista había permitido al equipo de Koeman recibir al Granada sabiendo que en caso de ganar, al liga estaría en sus manos. Sabiendo que todos los rivales le tendrían que mirar la nuca. Koeman, consciente que en Villarreal se había sufrido demasiado, dio descanso a Pedri y Lenglet. El joven canario, quien durante buena parte de la temporada era luz en la oscuridad, ya no podía decir ni haba después de tantos minutos en las piernas. En cambio, Ilaix Moriba es todo energía, así que siguió adquiriendo experiencia en un centro del campo donde Sergio Busquets ha convertido la temporada donde parecía destinado a ser suplente, en aquella donde ha reinvidicado que algunos futbolistas pueden ser como el vino. Con el paso de los años, mejoran. Koeman, pensando en cuidar a Lenglet o quizás porque es supersticioso, también decidió hacer jugar a Umtiti en el centro de la defensa de tres. Curioso caso, el del ex jugador del Lyon, pues ha tenido muy pocos partidos para sudar, pero siempre lo ha hecho contra el Granada. Tanto los dos de la liga, como aquel de la Copa.

Con un calendario sin pausa, donde hay que vestirse de corto dos veces por semana, el Barça sabía que le tocaría picar piedra contra el Granada, uno de aquellos equipos que ha conseguido aquello que tanto cuesta en el fútbol: tener personalidad, compitiendo siempre. El equipo de Diego Martínez no quiso interpretar el papel de invitado en una fiesta azulgrana. El resultado fue un partido por instantes duro, donde el Barça casi siempre sabía cortar las piernas de los andaluces cuando querían salir a la contra. En ataque, en cambio, le costaba, al equipo de Koeman. Pero allá donde se se reúnen genios, siempre acaban surgiendo ideas. Y para superar un muro, Griezmann y Messi se inventaron una pared. El movimiento del francés fue de videojuego, girando sobre si mismo alrededor de la pelota, ofreciendo en bandeja el primer gol al argentino.

El partido, sin embargo, se fue haciendo largo para el Barça a pesar de la exhibición de un Busquets omnipresente, con este estilo de juego donde parecía que se pasea medio despistado, para llegar siempre donde está la pelota. Griezmann y De Jong desaprovecharon dos ocasiones para hacer el segundo, y en casi la primera ocasión visitante, Umtiti estuvo lento, Mingueza no acertó al cortar una pelota y Sergi Roberto fue más lento que Darwin Machis, quién dejó tan en fuera de juego al Barça que Koeman perdió los papeles, haciéndose expulsar. Quedaba media hora para poner orden al partido, pero si Diego Martínez acertó con los cambios, Koeman, ya desde la grada no. Y en lugar de encontrar el camino del gol del liderato, fue el veterano Jorge Molina quien remató de cabeza a solas para dejar con cara de tonto a un Barça que ya daba por hecho que la liga dependería de sí mismo. 

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