David Popovici, el fenómeno que el deporte mundial estaba esperando
El joven nadador rumano ya bate récords mundiales con 17 años, y presenta candidatura a reinar la próxima década
BarcelonaCuando David Popovici (Bucarest, 2004) tenía 9 años ya se pasaba más de cinco horas cada día en una piscina entrenándose. Y los días en los que su entrenador, Adrian Radulescu, lo dejaba descansar por las mañanas porque pudiera estudiar, era su padre quien le ponía en YouTube vídeos de carreras ganadas por Michael Phelps. “Recuerdo cómo ponía cara de experto. Se ponía serio y me preguntaba si me había fijado en cuántas patadas hacía en cada largo”, recordaba el joven nadador hace poco en una entrevista después de los campeonatos nacionales rumanos. El pequeño David, sin embargo, no disfrutaba con aquellos entrenamientos en los que los adultos parecían tan serios. Así que empezó a inventarse dolores de estómago. Otras veces Radulescu se daba cuenta de que el chaval no le escuchaba, jugando con sus gafas de nadar con la mirada perdida. En algunos momentos Radulescu tuvo miedo que Popovici abandonara la natación. No fue así.
Con 17 años, Popovici ya es historia de la natación, después de hacer añicos el sábado el récord del mundo de los 100 metros libres en la final del Campeonato de Europa, que se celebra en Roma. Un nadador menor de edad no había conseguido nunca batir este récord mundial, pero Popovici superó con un tiempo de 46.86 segundos la marca del brasileño César Cielo, que en 2009 había volado en la piscina con un tiempo de 46.91. “Este chico es especial. Es normal que ahora lo comparemos con los campeones del pasado, pero da la sensación de que pronto ya hablaremos de él sin tener que compararlo con nadie”, decía el mismo Cielo a los medios de comunicación brasileños cuando le preguntaron por el récord perdido.
Popovici ha pasado en los últimos años de ser un secreto que conocían los expertos en natación a ser la cara más buscada en los torneos. “Después de la retirada de Phelps, este chico podría ser la noticia más emocionante que le ha pasado a la natación”, admite Cielo. Y no solo a la natación. El deporte en general llevaba unos años buscando alguien que pudiera ser tan especial como Usain Bolt en el atletismo o el mismo Phelps –el deportista con más medallas olímpicas de todos los tiempos– en las piscinas. Y el joven rumano encaja. Su cuerpo, como le pasaba a Phelps, no es como los otros. Es delgado pero fuerte, con unos brazos muy largos y unas piernas cortas. Casi sin caderas, como si en vez de ser parido lo hubieran diseñado para volar dentro del agua.
Su padre, un comercial, y su madre, una psicóloga, lo llevaron a una piscina por primera vez con una idea en la cabeza: si nadaba, se cansaría y dejaría de ser aquel niño hiperactivo que les dejaba baldados. Además, el chaval sufría escoliosis, una desviación de la espalda, y los médicos aconsejaban que hiciera natación. Fue así como Radulescu descubrió a este chico tan especial, que en un santiamén se ha convertido en uno de los rumanos más famosos del momento. Para aislarse de la presión, casi no ofrece entrevistas e intenta encontrar el equilibrio entre su carrera y los estudios de psicología, que quiere acabar. Facilidades encontrará, puesto que ahora todas las puertas se abren a su paso. En cambio, no hace tanto sus padres veían como las marcas comerciales a las cuales pedían si querían patrocinarlo les decían que no. Más de una de estas marcas debe estar tirándose de los pelos ahora.
Alimentar el cerebro
Popovici, con tanto hambre por ganar, se ha convertido en el nadador del momento y ha conseguido que ya no se hable norteño-americano Caeleb Dressel, que con 25 años ya tiene siete títulos olímpicos. En los últimos Mundiales de Budapest, Dressel ganó dos oros antes de retirarse en las semifinales de los 100 m libre, sin enfrentarse a un Popovici que se proclamaría campeón mundial de aquella prueba. El rumano ganaría dos medallas de oro en Budapest, la capital de una de las naciones donde la natación más se cuida, Hungría, la gran rival de Rumanía.
Los rumanos, a diferencia de los húngaros, nunca han tenido un campeón olímpico en una piscina. Ahora amenazan con tener el joven que puede reescribir este deporte en los próximos años. Después de convertirse en el nadador más joven en los últimos 15 años en ser campeón mundial a los 100 m libre, Popovici decidió salir a andar solo por las calles de Budapest, tapado con una gorra. Como si tuviera claro que le quedan pocos momentos para sentirse anónimo. “A veces tienes que alimentar el cerebro”, explicaría él mismo en una conversación con la televisión rumana de vuelta en casa.
Sus padres y Radulescu tuvieron claro enseguida que Popovici sería un campeón. Él tardó en darse cuenta. Ahora ya lo sabe. “Tengo que entrenar el cuello, que lo cargaré de medallas”, bromeaba un joven que con 10 años almorzaba cada día en la cama, medio adormilado, a las cuatro y media de la mañana, puesto que era la hora ideal para comer antes de saltar a la piscina dos horas después. Cuando ganaba una carrera el premio era ir a un Ikea para comerse las galletas suecas que tanto le gustaban. Cuando en 2013 se supo que los Juegos Olímpicos del 2020 serían en Tokyo, sus padres celebraron el aniversario en el que cumplía 10 años con un pastel y una camiseta donde se leía “Tokyo 2020”. Dicho y hecho. En 2019, con 15 años, ya tenía la marca para estar en el Japón, a pesar de que la pandemia pospuso un año la cita olímpica en la que se presentaría en sociedad y en que acabaría cuarto en la final de los 200 metros libre. Se quedó a décimas de subir al podio. “No he perdido nada. He ganado una cuarta posición”, diría un joven que antes de competir sorprende a sus compañeros de selección con los trucos de magia que hace con cartas. Por eso lo conocen como “el mago”. Además de un cuerpo especial, tiene una mentalidad especial. Lo tiene todo para dominar la natación los próximos años.