El entrenador no pinta nada

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Pep Guardiola, antes de la final

El fichaje de Mbappé por el Real Madrid, sumado al talento y juventud que ya tienen los blancos, con un bloque físicamente insuperable y eléctrico en el último tramo, quizás hace que la gente del Barça vea el futuro con cierto temor. Vienen años de ostracismo. Y más por la delicada situación económica de la entidad catalana, a la deriva, sin capacidad de acudir al mercado para dar un giro brusco a la dinámica negativa actual. Pero en el fútbol, como también ocurre en la mayoría de áreas de la vida, dos más dos nunca son cuatro. Tener a los mejores futbolistas del planeta no garantiza nada. Y si no, que se lo pregunten al PSG.

La experiencia nos demuestra que la prioridad es formar un buen bloque. Y eso significa tenera un entrenador capaz de hacerlo girar todo en torno a una idea, y que el grupo se convierta en un engranaje preciso. En Barcelona, de hecho, durante años, los detractores de Guardiola se apresuraron a menospreciar el trabajo del de Santpedor. Todo era mérito de los jugadores, decían. Con esa plantilla, ¿quién no ganaba?, repetían. Eran los mismos que olvidaban que ese grupo de futbolistas llevaba un par de años de ostracismo.

El entrenador es la pieza diferencial en todo proyecto. Su gestión futbolística, pero sobre todo emocional, marca la diferencia. El Barça tiene que aferrarse a esto de cara al próximo curso si no quiere caer en una profunda depresión, viendo cómo hay que acostumbrarse a las migajas del mercado mientras el Madrid se lleva las mejores piezas del escaparate.

No hace falta recurrir al ejemplo del Girona. Ya se ha hablado mucho de ello. Vayamos más lejos. ¿A cuántos jugadores del Bayer Leverkusen conocéis? ¿Grimaldo por su pasado azulgrana? Quizá a los fanáticos de este deporte también les suenen los nombres de Xhaka, Schick o Frimpong. Ninguno de ellos, Grimaldo aparte, podría jugar en el Barça, pero, sin embargo, el Bayer Leverkusen es líder de la Bundesliga con ocho puntos sobre el todopoderoso Bayern Múnich. Xabi Alonso ha sabido dar una identidad y una personalidad al equipo, y ha hecho mejores a sus jugadores gracias a una idea que todo el mundo ha hecho suya. El grupo por encima de cualquier individualidad. Esto es lo que necesita el Barça, que talento sigue teniendo a raudales, y debe exprimir al máximo toda la savia nueva que sale de La Masia.

Obviamente, no seremos ilusos. Tener éxitos en el Bayer Leverkusen o en el Girona, sin presión ni cracks, no garantiza triunfar en un gran club. Pero si el Barça acierta con la persona que tiene que liderar el proyecto, ni Mbappé ni el Madrid deben dar miedo a nadie.

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