Barcelonistas pesimistas: ¡salid y disfruta!

Los culés no son los únicos perplejos con el inicio de temporada del Barça. Nadie, absolutamente nadie, podía preverlo. No sólo el pleno de victorias en la Liga, sino cómo se ha hecho y con quién: un grupo de adolescentes liderados por un Lamine Yamal que está en modo crack mundial. La ola de ilusión está absolutamente justificada, pero mientras los demás asisten asombrados al arranque estupendo, los del Barça de toda la vida empiezan a inquietarse porque ese éxito inesperado empieza a ser tan bonito que se resisten a creérselo. Que ya van con la mosca detrás de la oreja, vamos.

Hay un pesimismo atávico en el barcelonista imposible de erradicar. Si te atreves a señalarlo, inmediatamente después quedas sepultada por un alud de datos, de pequeños y grandes desastres históricos, de sospechas sobre favoritismos y de actuaciones arbitrales de hasta cinco décadas atrás con nombres y apellidos. La idea, por lo general, es que si los culés tienden a ser tan sufridores es por algo. Ya puedes sentarte, que desde luego te lo pueden argumentar –además lo harán.

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Todo esto viene a cuento porque en las últimas semanas no son pocos los socios y aficionados del Barça con quien he charlado y, sin pretender hacer un análisis sociológico, me parece significativa la inquietud, por no decir temor, con qué están viviendo el que en teoría debería ser una fiesta. Preguntan “¿Qué, el Barça?”, y no has terminado de decir que fenomenal que te abruman con un arsenal de dudas: que si no aguantarán; que es imposible, hombre, son muy jóvenes; que la plantilla es corta y está descompensada... y, sobre todo, que ¡ay, Lamine!, seguro que nos lo lesionarán. Ante este autosabotaje, del afán de caer en bucle en pensamientos negativos y de la anticipación de desdichas que están convencidos de que vendrán, yo me limito a contestar: “Pero disfruta, disfruta del ahora, del hoy , no dejes de disfrutar”. La respuesta es silencio y un gesto de desconcierto.

No tengo ni idea de qué pasará esta temporada, no sé cómo acabará, pero todas las señales que emite el equipo de Flick son excelentes hasta ahora: el compromiso, la tensión competitiva, el esfuerzo innegociable, la alegría, la exuberante juventud, la calidad y los recursos de un plantel que nunca se acaba y siempre suma. Así que propongo disfrutar, así, sin más. Y la idea no es nueva ni es mía. También es historia del Barça.

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