El 'bofetado' que avalaba el fichaje de Flick
Aunque Xavi fuese ratificado a finales de abril, su cargo siempre había colgado de un hilo. Por eso, en paralelo, Deco y Bojan se entrevistaron con Hansi Flick. A su regreso, se reunieron con el presidente Laporta para avalar su fichaje. Les gustó el manual de juego, el talante, la experiencia y, sobre todo, su capacidad para adaptarse a las condiciones azulgranas: un equipo que no podría fichar y que debería recurrir a los veteranos y La Masia. "Hemos hablado con un entrenador", le dijeron. Qué bofetada más elegante.
El aterrizaje de Flick en el Barça fue paulatino. Laporta se encargó de tutelarle desde el principio y el club, de protegerle ante los medios. No ofreció su primera conferencia de prensa hasta dos meses después. Mientras, algunos jugadores, sobre todo los de La Masia, ya entrenaban con él. Enseguida se hizo correr que estaba enamorado de los jóvenes de la cantera. Un mensaje que algunos no acabamos de creernos –lo admito, pensaba que era propaganda– pero que ha resultado cierto al 100%.
Si algo notaron los futbolistas es el cambio de talante. Se acababan los caramelos y premios por el rendimiento inmediato. Porque, para Flick, hacer las cosas bien forma parte de ser profesional. Comparándolo con su predecesor, desde el vestuario decían que había impuesto un "régimen militar". A su vez, le reconocían el trato sincero y cercano. Que protege al jugador, que va de cara y que no engaña.
El talante antes, durante y después de los partidos es opuesto al de Xavi. Se esfuerza por ser amable en las salas de prensa a pesar de que algunas preguntas le puedan parecer kafkianas o perversas. Cuando rueda el balón, esquiva al árbitro y exige a los futbolistas que se centren en el juego y no en todas las cosas externas. Y al final, en sus tradicionales conversaciones con Laporta para valorar el partido, no busca excusas si el resultado no es bueno y basa su discurso en el fútbol.
En el Bernabéu, lo más fácil habría sido arrancar a amasar barro Ancelotti, que le recriminaba que los del Barça se habían pasado con la celebración del cuarto gol. Él pidió disculpas. En el vestuario, los futbolistas le exigían un día extra de fiesta. Tras golear al Bayern y al Madrid, muchos habrían cedido. Él, no.
Laporta se la jugó echando a Xavi, pero el presidente lo tenía clarísimo. Acertó de lleno. Y gracias a los buenos resultados deportivos nadie habla de las cuentas, de pérdidas ni de impagos. De hecho, si todo sigue así, tiene su reelección asegurada. Flick lo ha logrado. ¿Cuándo le dan la Cruz de Sant Jordi?